miércoles, 1 de mayo de 2013

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis muchos pecados y tentaciones, pese a los de la propia Iglesia (CXXXIII)"




Olga Lazarrábal:

Confío en que esta sea mi última intervención en este “hilo” para aclarar el malentendido. Me apoyo en un último comentario de Celso Alcaina, aquí mismo en Atrio, que lo ha dicho más claro que yo, por supuesto que sin tanto rodeo o circunloquio: en mis comentarios, desapruebo la tibieza de los dos cardenales cuyos audios escuché, la tibieza a la hora de condenar las tropelías del corrupto Marcial Maciel.

Sin embargo, no creo que en la Iglesia católica todo sea malo, pesimista, opresor, etcétera. Cierto que en la Iglesia católica existe un gran mal, a saber, el de la hipocresía. Tan arraigado, que a menudo yo mismo creo percatarme de que eclesiástico e hipócrita parecen términos sinónimos. Pero tampoco creo que sea así: sin duda hay en la Iglesia eclesiásticos (cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos profesos…) que son buena gente, buenos discípulos de Cristo Jesús; pasa, sin embargo, que como me parece haber conocido a ciertos eclesiásticos que me parecen unos impresentables como personas, esto es, unos redomados hipócritas, algunos de los cuales me han perjudicado, despreciado, puteado, muy cerca de mí además, en mi diócesis de origen... Tanto, tanto desprecio me parece haber recibido de tamaños hipócritas, que no puedo sino experimentar desdén hacia ellos. Lo confieso, caiga quien caiga y me digan o no mal cristiano o lo que me digan.

De modo que siendo así las cosas y conociendo un poco cuál es la línea ideológica de Atrio, ¿cómo se me iba a ocurrir en este foro hacer una opinión para romper una lanza a favor de los tres cardenales que han querido exculpar-justificar las tropelías del mexicano Marcial Maciel? Ni que decir que nunca he tratado personalmente a esos tres cardenales (en mi vida solo conocí y saludé a uno, el cardenal Carlos Amigo, con quien intercambié unas mínimas palabras de nada; me pareció un “príncipe”, y eso que tiene fama de dialogante, sencillo, cordial, franciscano y chachipiruli), pero no me extrañaría que fuesen tipos principescos, distantes, amigos del fasto y de que les hagan reverencia sumisa…

Buen día.

2 comentarios:

CHARO dijo...

Jamás entendí que los cardenales sean príncipes de la iglesia. Este título de la nobleza al ser laico debería permanecer en el laicado no en un hombre de Dios seguidor de Cristo y su Evangelio........¿Se puede ser cercano a la gente y en particular a los pobres teniendo un título de príncipe?..... a mí por lo menos me cohíbe tanto rango.Saludos

ayporquenosoycomodonquijote dijo...

A decir verdad, el título de "príncipes" no lo tienen propiamente los cardenales; digamos que se les conoce extraoficialmente como los "príncipes" de la Iglesia católica. Lo cual es una clara alusión a un pasado de poder, en que los cardenales lucían colas hasta de siete metros en sus trajes talares, y comían exquisitamente: de ahí lo "boccatto di cardinalli" (bocado de cardenal).

Desde luego, sin entrar a juzgar a ningún cardenal en concreto, nada de ese modus vivendi tiene que ver ni pizca con la sencillez evangélica de Jesucristo.

Saludos, Charo, y gracias por tu visita.