lunes, 17 de febrero de 2014

"El papa Francisco rechaza a los 'lengua de serpiente' "

El papa Francisco rechaza a los "lengua de serpiente que matan la fama ajena y viven ellos mismos amargados".

Esto acaba de decir el Papa, ¿acaso porque conoce que los principales "lenguas de serpiente" se encuentran entre los eclesiásticos, que además de como lenguas de serpiente actúan a menudo como hipócritas y como nepotistas? Claro que ello sin que caigamos en el error imperdonable de ignorar que todos somos pecadores, en mayor o menor medida, a los ojos de Dios, que es el Solo Santo...El magisterio del papa Francisco


Santo padre Francisco, tú sabes que la Iglesia católica está radicalmente podrida, hermano mayor y siervo de los siervos de Dios que tú eres, estimado papa Francisco; y lo está, podrida, porque en lugar de militantes o evangelizadores fieles al Evangelio, el Magisterio y la Tradición, principalmente ustedes los eclesiásticos, que son los que más cortan el bacalao en la Iglesia, se han ido decantando por dar cancha en las comunidades eclesiales a toda suerte de trepas, burócratas, mediocres, antimilitantes, arribistas, figurones, antinatalistas, enchufados, mundanizantes, feministas proabortistas... Es decir, a católicos que no testimonian en sus vidas esa triple fidelidad : Evangelio, Magisterio y Tradición viva de la Iglesia... 



Esto es lo que abunda, santo padre Francisco. Abrumadoramente. Y ahora "sales" con eso de "lenguas de serpiente", advertencia que nunca está de más considerar, sin duda, solo que a condición de que tú mismo seas el primero -me parece a mí, perdona si te parezco muy osado, y también por emplear el tuteo nada menos que para referirme al sucesor de Pedro, a cuyo ministerio siempre he querido someterme- en señalar que ni la inmensa mayoría de los seglares que viven en lo profesional de la Iglesia católica dan, según cantan sus hechos de vida, sus obras -no me meto en sus conciencias, territorio velado...- un verdadero testimonio militante, santo padre Francisco... Y sin embargo yo, estimado papa Francisco, tan pecador pero tan idealista y tan deseoso de vivir en plenitud la fe en Cristo y en su Iglesia, ni ser escuchado he merecido, según el parecer de prácticamente todos los eclesiásticos con responsabilidades eclesiales a cuyas puertas he tocado.


Entonces en última instancia tu advertencia, estimado Papa, para qué, ¿para qué silenciemos la crisis de fe y de credibilidad que asola a la Iglesia católica? Esta, que es la Esposa de Cristo, o sea, del Esposo, de tan mundanizada que está da pena, la verdad; y a mí, como vengo repitiendo hasta la saciedad en no pocos de mis escritos (o sea, hasta el hartazgo provocado en mis lectores), me ha jodido bastante, papa Francisco, santo padre, siervo de los siervos de Dios: sin ir más lejos, tu homónimo de la Diócesis de Canarias, quien ni recibirme ha querido, santo padre, ni recibirme: nada, indiferencia total, ni recibirme, ya digo, ni contestarme: ahí te pudras, habrá resuelto el nota. 

Indiferencia total contra mí, ingenuo, idealista  y pecador que seré hasta la sepultura, pero empeñado en vivir esa triple fidelidad, santo padre Francisco: Evangelio, Magisterio, Tradición viva de la Iglesia... Eso sí: todo ello mientras la Iglesia católica peregrina por el mundo, gracias a la fuerza del Espíritu de Dios, ciertamente, pero no por ello ajena a toda clase de intereses mundanos, malsanos, nepotistas... Con la guinda de que comportándose a menudo como se comportan, no dudan los jerarcas católicos en gustar de recibir trato reverencial, cosa muy contraria al espíritu del Nazareno: "Sí, eminencia, usted tiene toda la razón, ilustrísima..."

En fin... Debo rezar por su ministerio petrino, Santo Padre, para que usted nos siga confirmando en la fe a todos los católicos, según el mandato dado por Cristo Jesús a Simón Pedro (cfr. Mt 16, 13-20; 23, 11; Mc 8, 27-29; Lc 9, 1818-20; Jn 6, 68-70; Jn 21, 15-23); y asimismo, debo esforzarme en tratar de aprehender cómo es posible que todo esto esté pasando en la Iglesia, Dios mío. Bueno, qué digo, no me sorprende casi ya nada a estas alturas de la película: es la obra del Demonio actuante en la mismísima Iglesia, mundanizada hasta los tuétanos. Por ello, santo padre Francisco, su homónimo y hermano suyo en el episcopado, a la sazón titular de la Diócesis de Canarias, ha pasado de mí, completamente, a pesar de mis insistentes ruegos durante casi 10 años (ni mi compromiso militante o de conversión en fidelidad al Evangelio, la Tradición y el Magisterio, durante los últimos 25 años de mi vida, ni mi cierta formación interdisciplinar, ni mi renuncia a un trabajo "por causa del Reino", ni mi apuesta por la familia cristiana solidaria y abierta con generosidad a la vida parecen haber servido de nada...), demostrando con ello que le importa un pepino mi vida, mi prosperidad, mi suerte o mi desgracia... 

Pero Dios está arriba, que dicen nuestros mayores, y que usted bien debe saber, Santo Padre; Dios está arriba, sí, y gracias a esto, porque de lo contrario, si solo fuese por el patético e hipócrita y degradado y nepotista testimonio de tanta gente católica, madre mía... Si solo fuese por la carnalidad de la Iglesia universal, una injusticia tan canallesca como la que creo han perpetrado contra mí tantas autoridades eclesiásticas, especialmente canariensis aunque no solo, bastaría para volverlo loco a uno, me parece, o lo experimento así. 

Y con ser esto malo para mí, santo padre Francisco, porque me afecta directamente, es aún mucho peor por lo que significa o supone de derrumbe de la fe: la fe viva en el Crucificado-Resucitado suplantada por una fe mortecina, mundanizada, aburguesada, domesticada, políticamente correcta. En tanto su homónimo y hermano en el episcopado a quien me he referido últimamente más de la cuenta, creo -total, para el afecto que hacia mí siente y despliega tan importante señor...; para tal afecto, quiero decir, papa Francisco, que prefiero releer la poesía de Agustín Millares Sall y la de Pedro Lezcano: como personas ateas o agnósticas que fueron ambos excelentes poetas canarios, me parecen más honestas que el susodicho jerarca católico-, más de lo mismo...

Un saludo, SANTO PADRE, y me quedo con su bendición, que sin duda usted querrá que yo reciba; y aunque sea solo esa bendición suya, pues audiencia, socorro y auxilio eclesiásticos no recibí en su momento, ni espero recibir ya, todo sea dicho, en vista de lo que hay. 


17 de febrero, 2014. Luis Henríquez, profesor de Secundaria, escritor, bloguero, militante social.