viernes, 26 de septiembre de 2014

"Indiferencia (eclesial) mortal de necesidad"




Como trasfondo a estas muy edificantes y valientes palabras de monseñor Reig Pla -o más bien como contrapunto o picada de muy mortificante mosca cojonera-, el aplauso de los católicos progresistas a la renuncia ministerial de Gallardón: triunfo de las mujeres, vitorean. Que necesitan una ley del aborto amplia, libre y gratuita, para abortar sin mayor problema. Y siempre que se quiera. Hasta como un recurso anticonceptivo más, en no pocos casos.

Esto lo proclaman las feministas católicas o dizque católicas. Que haberlas, haylas en la Iglesia. En la misma Iglesia en la que el celoso pastor Juan Antonio Reig Pla condena sin fisuras el aborto, porque es esta la doctrina de la Iglesia, en tanto las feministas católicas aplauden la renuncia de Alberto Ruiz Gallardón porque así las mujeres no verán peligrar su derecho a abortar siempre que les parezca bien, que para eso es un derecho conquistado tras mucho esfuerzo por el feminismo. (Si Julián Marías levantara la cabeza, en este año 2014 en que se cumple un siglo de su nacimiento: el aborto elevado a la categoría de derecho social moderno y civilizatorio, ¡como si no fuera cierto que algunos de los peores regímenes dictatoriales -comunismo estalinista, nazismo, etapas de imperio del paganismo precristiano...- practicaron a mansalva el aborto!). idem supra

Pero entonces, ante estas dos posturas doctrinales claramente incompatibles, ¿hacemos caso a la doctrina católica tan valientemente defendida por un obispo como monseñor Reig Pla, o en nombre del pluralismo teológico y pastoral y laicista mundano obedecemos las proclamas del feminismo de algunas católicas? Feminismo sin duda muy metido, inoculado en el tejido o seno de la Iglesia, monseñor; incrustado, aventuraría yo que porque también ustedes los pastores, monseñor Reig Pla -igual no por su culpa, no digo esto, no lo sugiero siquiera- lo han venido tolerando por activa y por pasiva durante décadas. Acaso con buena intención al principio, para dialogar con el mundo a la luz del Concilio Vaticano II, vale. Pero ya ve usted, monseñor, una vez más la archisabida queja del papa Pablo VI, ya próximo a ser beatificado, a pocos años de clausurarse el Concilio Vaticano II: "El humo de Satanás ha penetrado en la Iglesia".

Dado que el mundo, que suele ser muy despiadado, ha acabado metiendo un gol a la Iglesia por toda la escuadra. ¡Qué digo un gol, una auténtica goleada que parece una diarrea de goles: por la escuadra, a ras de suelo, por los palos extremos, mediante afiligranadas vaselinas, y hasta golejos en fuera de juego...!

Y así está la Iglesia, la pobre, hecha unos zorros: ya no cabe un obispo cobarde y timorato más; ya no cabe un trepa mundanizante más; ya hay sobrecarga de tibios arribistas; ya no cabe un antimilitante de mentalidad funcionarial y antinatalista más; ya no se sabe dónde meter a tanto acomodado que se sirve de la Iglesia para sus intereses y no para vivir el compromiso por el Reino de Dios y su justicia (mantener un trabajito, garantizar parcelitas de poder y de prestigio y de...).

26 de septiembre, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

"La sombra alargada del cardenal C. M. Martini"


P. Canali:


Completamente de acuerdo con usted. De hecho, del difunto cardenal Carlo María Martini he leído más obras que de ningún otro cardenal, incluso más que de J. Ratzinger siendo este cardenal, o por un estilo por lo que respecta a uno y otro. Eximios pensadores católicos ambos.

Más allá de su opinión sobre la homosexualidad y de algunas otras cosillas, yo me he alimentado y aún alimento de sus libros. Y hasta en ciertas ocasiones "defendí su honorabilidad" ante ataques ad hominen de personas que, acaso muy celosas de la ortodoxia católica (¿intransigentes?, todos podemos serlo, yo el primero), no le perdonaban sus "deslices" doctrinales, sobre todo en la recta final de su vida. Y juzgaban toda una vida dedicada a Cristo y a su Iglesia, y dedicada a la investigación escriturística a primerísimo nivel mundial, en función de esas opiniones heterodoxas. E incluso uno, recuerdo, en una de aquellas controversias manifestaba desear la condenación eterna del eximio cardenal italiano.

La altura intelectual del cardenal y jesuita Carlo Maria Martini me parece superior a la del también jesuita Papa Francisco, aunque a veces las apariencias engañan, solo que Dios, en su infinita providencia, ha dispuesto que Jorge Mario Bergoglio sea Papa Francisco, y que Carlo Maria Martini llegara casi a lo más alto en la Iglesia, que es ser cardenal, pero no papa; aunque, a decir verdad, lo más alto en la Iglesia es llegar a santo: "Al final de la vida solo hay una gran tristeza, la de no haber llegado a santo", palabras del gran escritor converso León Bloy. Pero sí, ciertamente en producción intelectual escrita y publicada entre un hermano y otro de religión, las diferencias parecen obvias entre la producción intelectual de su eminencia reverendísima el cardenal Martini y la del santo padre Francisco. Pero igual el papa Francisco es un magnífico lector, y le sigue encantado leer a Jorge Luis Borges, genial literato argentino que empero, por causa de sus ideas agnostizantes y cristianamente descreídas, a algún que otro católico muy tradicionalista le parece o pareciera autor blasfemo. Comoquiera que sea, lo que no me parece Jorge Mario Bergoglio es "un inepto o inútil ignorante al que el cargo de sucesor de Pedro le queda muy grande, muy ancho", como suelen decir de él ciertas voces católicas críticas.idem supra 

Por lo demás, o abundando en este mismo particular, como usted bien sabe, P. Canali, en una bitácora como esta al Santo Padre se le dan muchos palos, a menudo sin ningún respeto ni decoro y sí cayendo en el mal gusto y la injuria. Porque siguen extrañando muchísimo, sobre todo a los católicos tradicionalistas, algunas decisiones papales: la actuación de Francisco con los Franciscanos y las Franciscanas de la Inmaculada (para no pocas voces tradicionalistas, una despiadada y totalitaria y muy arbitraria persecución consentida por el Papa contra religiosos y religiosas que se caracterizan por su exquisita fidelidad a la Tradición), la remoción del también muy tradicionalista cardenal Leo Burke, actual prefecto de la Signatura Apostólica, la recientísima destitución de monseñor Rogelio Livieres, prelado paraguayo titular de la Diócesis de Ciudad del Este en aquel país sudamericano... Y a todo esto, el papa Francisco que sigue sin hacer la genuflexión pertinente en el momento de la consagración eucarística (para algunas voces críticas con su pontificado y hasta con su persona, procede así simplemente porque el papa Francisco no cree en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, la cual me parece una afirmación que es una pasada: cierto que Francisco es "populista y de gustos más plebeyos" que Benedicto XVI, y es extraño o ambiguo-equívoco en su sensibilidad litúrgica, pero afirmar algo así...), alegando para no hacerla problemas de ciática, reumatismo, lumbago, etcétera, que sin embargo no le impiden hacer "gracias" como la de hace un par de días: cazar al vuelo una pelota de béisbol, mientras iba caminando tan tranquilo, pelota que alguien le lanzó a su paso por no recuerdo dónde, a su paso acompañado de algunas autoridades civiles y eclesiales.

Pero P. Canali, el papa Francisco es el Papa, legítimamente elegido, canónicamente válida su elección. Podrá ser muy malo, malo, regular o hasta bueno como Vicario de Cristo, pero es el Papa, repito. Y yo lo acepto, con fidelidad crítica pero leal: cum Petro et sub Petro. Lo acepto no con el disgusto característico de los tradicionalistas, porque no soy tradicionalista, ni tampoco progresista, pero tampoco -espero, toquemos madera- con la inconsciente, infantiloide y acrítica euforia de quien sostiene, por ejemplo, que por el mero hecho de haber venido a ser papa el cardenal Bergoglio, ya se ha convertido en un hombre providencialmente maravilloso. Una idea tan estúpida, imbécil y peregrina no merece mayor detenimiento: no niego yo mismo que el ocupar la silla de Pedro conceda a su ocupante lo que se llama una gracia de estado, solo que en la Iglesia ha habido papas tan eximios como san Gregorio Magno, san Pío V, san Pío X, san Juan XXIII y san Juan Pablo II, y también papas que perpetraron toda clase de crímenes, conjuras y alevosías, traiciones y mundanismos, y hasta alguno hubo que murió a machetazo limpio en el lecho conyugal... de la mujer de otro hombre así cornudo y despechado.

Además, ese considerarse Jorge Mario Bergoglio más bien de izquierdas que de derechas, y más de la Teología del Pueblo que de la Teología de la Liberación, y por ende más de la Doctrina Social de la Iglesia que del marxismo o del peronismo, lo hago completamente mío, salvando todas las distancias entre Francisco Papa y yo, ni que decir. Y esto sí asimismo: tratando siempre de estar cerca de su corazón, de sus intenciones, que han de ser las de la Iglesia, lo cual me invita a huir de injuriarlo, insultarlo, denigrarlo, ofenderlo, vituperarlo, chotearlo, ridiculizarlo... En definitiva, tratando de no obrar como en algunos sitios católicos más o menos disidentes por el ala derecha eclesial en que he alcanzado a leer a católicos que lo llaman, al papa Francisco,  "alimaña, asqueroso payaso, culo gordo de marica de feria, cabrón, putón, maricón, maldito imbécil, lobo disfrazado con piel de cordero, desconocedor total de la vida del Espíritu, enemigo de la verdad de Cristo, demagogo peronista, rata y serpiente de Satanás, víbora inmunda y venenosa, follador...". Aunque a tal pim pam pun se apunten muchos católicos, no se me esconde esto, no pocos de los cuales serán hasta mejores personas que yo, igual, quién sabe, estos calificativos para referirse un fiel católico al sucesor de Pedro son inadmisibles, de puro injuriosos. Con todo, ¿tan rematadamente malo es el actual sucesor de Pedro que merezca unas descalificaciones como las que he reproducido, tan tremendamente injuriosas, y que no vienen a ser ni una décima parte de todas las que he ido recolectando vertidas contra el papa Francisco en algunos sitios integristas, sedevacantistas y otras hierbas por el estilo?

P. Canali, esta Iglesia está tan mundanizada, y a mí en lo particular tanto daño me ha hecho, creo, habiéndome despreciado, justamente a mí que soy militante converso a Cristo y a su Iglesia, en tanto sus pastores mantienen y consienten tantas irregularidades en el día a día de la Esposa de Cristo... Está tan endemoniada, P. Canali, que solo el misterio de la Cruz de Cristo, muy en primer lugar, y luego el testimonio de tantos buenos católicos de ayer, de hoy y de mañana, pueden librarlo a uno de la tentación de arrojar la toalla y de mandarlo todo a la gran puñeta.


26 de septiembre, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

"La sombra alargada del cardenal C. M. Martini (II)"


En la Diócesis de Canarias, durante lustros operó con toda normalidad eclesial -o eso parecía- el llamado cura de los homosexuales. Dicen que los trapos sucios deben lavarse en casa, pero yo nunca supe qué paños sucios lavó en la Iglesia el sacerdote católico al que me estoy refiriendo, salvo que un hecho sí que me pareció muy claro: su apuesta por normalizar y legitimar en la sociedad y en la Iglesia la visión de la homosexualidad quedaba siempre en primer lugar, saliera el sol por donde saliera o dijera la doctrina de la Iglesia lo que dijera: era su palabra, su apuesta, la de él, a favor de las reivindicaciones de los colectivos de personas homosexuales.

El llamado cura de los homosexuales, sí, que operó con todo normalidad en su quehacer pastoral diocesano. O sea, que no es que además de sacerdote católico fuera médico facultativo preocupado por sanar la homosexualidad; no, Paco Bello -que Dios tenga en la gloria, que en paz descanse- lo que quería no era sino que las personas homosexuales vivieran con toda normalidad, extraeclesial e intraeclesial, su homosexualidad. Hasta el extremo de que le dieron un premio, el Premio Arco Iris me parece que se llama, por su encendida defensa de los derechos de las personas homosexuales. Él, convencido de que seguía el discipulado de Jesús de Nazaret haciendo lo que hacía, izaba a veces la bandera del orgullo gay y la dejaba así izada en el campanario de una pequeña iglesia en la que estuvo de párroco una partida de años.

Una vez, una noche por la playa y luego de haber leído yo unos versos de mi autoría en el marco de un recital poético o similar, me dijo que yo le parecía un poeta místico. Excesivo: ¿Mereceré al menos el calificativo de poeta, simplemente? Pero algún presentimiento me hizo maliciar que en realidad él deseaba decirme otra cosa. Y en efecto: alguien le debió haber soplado que yo a algunas de sus feligresas les había hecho llegar mi disconformidad con sus movidas de activo apoyo a las reivindicaciones de los colectivos homosexuales, por ser contrarias a la doctrina de la Iglesia al respecto. Simplemente como una opinión de un simple católico de a pie.

Qué triste, ahora que echo la vista atrás. El "bueno" de aquel cura independista, izquierdista, antiautoritario, superprogre entre los progres y amigo de los colectivos de homosexuales pretendió la cuadratura del círculo con las explicaciones-justificaciones que me intentó dar. Y yo, que me di cuenta del disparate teológico y pastoral y eclesial y etcétera que eran sus explicaciones, de nuevo me "arredré" ante la autoridad de alguien que supuestamente debía saber más que yo y que, empero, no mostraba sino una colosal ignorancia al argumentar como argumentaba.

Pero es que en Italia hubo hasta hace poco un tal Don Gallo, cura "partisano" completamente identificado con las reivindicaciones de las personas homosexuales. Y está también De Paolis, ya muy mayor, quien, a sus 93 tacos se muestra como un incombustible paladín de la homosexualidad. Y en Francia, y luego en el "destierro", hubo el obispo de los homosexuales, el obispo Galliot (aquel de "una Iglesia que no sirve no sirve para nada"). Y antes del papa Francisco, casi como si un "Juan Bautista" del Papa actual hubiese sido, hubo un eminente cardenal y reputado biblista llamado Carlo María Martini quien, jesuita como el Papa actual, en alguno de sus últimos libros-entrevista, conversacionales y confidenciales, confesó esto: "Tengo amigos gays. Buena gente. No me siento capacitado para juzgarlos". (Y es como si la sombra del cardenal Martini, a quien muchos en la Iglesia soñaron como Papa, buque insignia de los progresistas moderados, se prolongase ahora en la figura de su hermano de religión el papa Francisco: "Si una persona gay es sincera y busca a Dios, ¿quién soy yo para juzgarla?"...).

Y ahora tenemos el caso de ese cura argentino que "bendijo" hace unas pocas semanas, en una parroquia argentina no precisamente arrabalera, el amor de una pareja formada por dos personas homosexuales. En una ceremonia que no fue justamente un sacramento, pero sí un sacramental: por la forma, por el sitio, por la intención del cura oficiante, por la propia expectativa de la gente o feligresía congregada. Y tenemos un blog como Wanderer, también argentino y me malicio que, amén de muy bien escrito, muy bien informado sobre la realidad de la Iglesia, simpatizante del lefebvrismo, poniendo el grito en el cielo ante un sacrilegio como este perpetrado en la patria natal del papa Francisco. (Me malicio que es simpatizante del lefebvrismo por lo siguiente: solo un progre recalcitrante o un simpatizante del lefebvrismo pueden decir del papado de san Juan Pablo II que fue un "muy triste papado". El bloguero de Wanderer está en las antípodas de lo que dice o diga Juan José Tamayo, que es ultraprogre recalcitrante -y los que dominan estos asuntos teológicos, afirman incluso que no es católico sino arriano, de doctrinas cristológicas arrianas: negación de la divinidad de Cristo, más o menos según las tesis del heresiarca Arrio-. De modo que si Tamayo lanza contra el papa san Juan Pablo II su majadera y habitual artillería demoledora y falsa empeñada en acusar al magno papa polaco de haber traicionado el Concilio, solo un simpatizante del lefebvrismo puede en efecto coincidir en el diagnóstico ultraprogre de Tamayo, pero por razones o vías completamente distintas. A saber: el pontificado de san Juan Pablo II el Magno habría sido "un triste pontificado" pòrque en él tuvo lugar, concretamente a principios de la década de los ochenta, la excomunión de Marcel Lefebvre, el muy tradicionalista arzobispo francés , a quien algunas voces católicas  califican de integrista, y a todos los suyos, monseñor Fellay incluido, contra el que a a su vez los más lefebvristas arremeten, porque consideran que se está bajando los pantalones ante las autoridades doctrinales católicas romanas en plena época eclesial de sede vacante en Roma. Y claro, hay lefebvristas que no perdonan a san Juan Pablo II que diera ese paso de excomulgar al arzobispo francés, por contumaz negador o conculcador del Concilio Vaticano II -especialmente por lo que toca a su reforma litúrgica, con el consiguiente abandono de la misa tridentina o en latín, y por lo que toca al diálogo de la Iglesia con las religiones cristianas separadas y aun con el resto de religiones, y también por lo que toca a aspectos propiamente eclesiológicos...-, y más que por esto por haber ordenado obispos sin permiso de la Santa Sede).  idem supra  

De modo que, volviendo con el asunto central de esta reflexión, ¿adónde quiero llegar? A esta constatación: ya el "mal" está hecho en la Iglesia; ahora es muy complicado dar marcha atrás.


26 de septiembre, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

martes, 23 de septiembre de 2014

"Pero ¿dónde nos situamos por la Esposa?"

De La cigüeña de la torre, me tomo la libertad de comentar las opiniones siguientes. Una de ellas, precisamente la primera, es del bloguero Francisco José Fernández de la Cigoña, no en balde administrador del blog o bitácora más leído de cuantos se dedican a la información religiosa en español, ni que aclarar que centrado en la Iglesia católica. El señor Cigoña debe tener algunos enemigos, pues no tiene pelos en la lengua, como él mismo suele reconocer: "No tienes enemigos, ¿es que nunca has dicho la verdad?", dijera el Nobel de Medicina español Santiago Ramón y Cajal.

Deslenguado, hombre de derechas, "detestado" por una innúmera legión de católicos progresistas y de izquierdistas en general, próximo al conservadurismo eclesial tradicionalista pero a la vez alejado del lefebvrismo por situarse en el deseo de comunión cum Petro et sub Petro, es justamente este dato de fidelidad al sucesor de Pedro lo que el ilustre bloguero pone de manifiesto en la siguiente respuesta que él se permite a una forista asidua de su bitácora y que firma como Teresa. La que sigue:


Teresa: 

La posición del Blog es que el Papa es Francisco, con sus virtudes y sus defectos. No cree en la estupidez de que la elevación al Papado elimina todo defecto que pueda tener una persona. Y además el Blog no se esfuerza en resaltarlos aunque en ocasiones exprese preocupaciones. Cierto que hay comentaristas menos respetuosos. Pero es lo que hay. Y salvo excesos verbales impresentables creo que no sería honesto ocultar que hay gente que piensa así. Y que este Papa no les gusta. Tampoco entre las obligaciones del católico está que le guste el Papa. En el Credo desde luego no viene. 
No he borrado ni una sola alabanza al Papa Francisco, aunque algunas me hayan parecido exageradas, y sí muchas palabras hirientes contra el mismo. Algunas verdaderamente insultantes. Y es evidente que el Blog no es sedevacantista en modo alguno. La sede de Pedro está ocupada por el Papa Francisco. Por el que pido a Dios todos los días. Como hacía por Benedicto XVI, Juan Pablo II, Juan Pablo I, Pablo VI, Juan XXIII y Pío XII. Por Pío XII más que por decisión propia, que probablemente entonces no la tenía, porque en el colegio de los jesuitas de Vigo, mi colegio, teníamos misa todos los días de la semana. Los siete.idem supra


Pues bien: asumo la posición no sedevacantista del bloguero Fernández de la Cigoña: el sucesor de Pedro desde hace 18 meses es el cardenal Jorge Mario Bergoglio (Papa Francisco). Muy bueno, menos bueno, decididamente malo según para quién y cómo, empero es el Papa. Lo acepto. Y debo aceptarlo con humildad, no exenta de sentido crítico desde la fidelidad, la lealtad, pero sin ofender, sin atacar, sin despreciarlo. La fidelidad al sucesor de Pedro que expone Cigoña la hago mía, aunque no siempre hago mías todas y cada una de las opiniones que se vierten en su blog: abunda en el mismo el tradicionalismo más recalcitrante, la insinuación sedevacantista, el gusto lefebvriano o lefebvrista, la demonización del Concilio Vaticano II, la defenestración de teólogos de la talla de Henry De Lubac, K. Rahner, I. Congar, W. Kasper, Müller (¡Dios mío, hasta contra este eminente teólogo y cardenal , actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de la Comisión Teológica Internacional, de la Comisión Bíblica y de la Pontificia Comisión "Ecclesia Dei", he leído despiadados ataques en el blog de marras), etcétera, de forma sumarísima acusados de herejes y hasta de apóstatas. No: estaré equivocado o lo que sea, pero nunca he sido tradicionalista, nunca.

Y la que sigue es la respuesta de Teresa Nafría: 



Gracias por su respuesta, Sr. Fernández de la Cigoña. Sé muy bien que usted no es sedevacantista. Por mi parte, nunca he sostenido que la elevación al Papado elimine toda mácula, ni con el actual Papa ni con ninguno, pero como usted mismo reconoce, ha tenido que borrar muchas palabras hirientes contra el Papa. Es cierto que el amor al Papa no figura en el Credo, pero en el catecismo que yo estudié se decía que la Iglesia es la congregación de los fieles cristianos, fundada por Jesucristo, cuya cabeza visible es el Papa. Y por lo tanto, se merece un respeto.
No es pecado criticar al Papa pero a mi juicio debe hacerse con respeto y es aquí donde muchos se pasan demasiados pueblos. Pasarse el día cargando contra el Papa por cualquier cosa, con razón o sin ella, y hacerlo sin ningún respeto, en mi opinión no es una postura muy católica.


Completamente de acuerdo con las matizaciones de Teresa Nafría. Me las aplico; a veces, sin embargo, como pecador que soy, temperamental, etcétera, he podido cargar hasta contra el papa Francisco -no tengo memoria de haberlo hecho, pero podría ser-, lo cual es algo que no está en mi adn de formación eclesiológica.

Y aun vamos con una tercera opinión, que también asumiera como propia, a fecha de hoy al menos, mañana Dios diría: desde principios de septiembre hasta este 1 de octubre del corriente 2014, en que reviso estas notas, estas reflexiones. Dice Caridad:



Señor Bloger, su posición siempre ha sido clara en ese aspecto. Y me parece bien que el blog sea abierto y que podamos expresar cada uno nuestras posturas.
Leo este blog precisamente por que muchas opiniones (del bloger y de la mayoría de los comentaristas) son diferentes a las mías. Y en muchas ocasiones he encontrado puntos de vista interesantes distintos a los míos, escritos por personas normales.
Ayer entré en el blog (con un poco de mala leche y sarcasmo por mi parte), para comentar acerca de las fotos que usted puso. Como muchas otras veces las pone, acerca de un tema tan discutible como la vestimenta o el aspecto de las personas consagradas. De repente me vi envuelto en una discusión que fue subiendo de tono hasta puntos que me parecen desagradables. Al menos a mí no me agradó nada. Me cabreé delante del ordenador, y eso no tiene ningún sentido. Ya sé que a mucha gente le gusta meterse en estos fregados. A mí no.
No me parece nada cristiano andar así (y lo digo también por mi). Ahora bien, reconozco que algunas cosas que leo (o intuyo, y espero estar equivocado) me dan miedo. Claro que se puede criticar al Papa. A este y a los anteriores. El problema no son las críticas al Papa, sino las insinuaciones que creo se hacen, tanto de su validez como de sus intenciones. Y peor aún me parece rogar a Dios por el fin de su pontificado.
Si a alguien he ofendido, pido perdón. Y siento haber subido el tono, y sobre todo, haberme encelado, que lo hice.
Teresa, gracias por poner un poco de cordura.


1 de octubre, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

lunes, 22 de septiembre de 2014

"Lo que yo todavía considero y creo"

Lo único que yo añadiría al discurso del papa Francisco ante las autoridades máximas del Estado de Albania, en su visita a este pequeño y como escondido país europeo, tan castigado por el totalitarismo comunista como país satélite que orbitó en torno a la todopoderosa URSS, es un mayor énfasis en la especificidad y centralidad de Cristo en la Revelación de Dios, si no es mucho atrevimiento por mi parte el pasar por alguien que pareciera intentar enmendarle la plana nada menos que al sucesor de Pedro.
Porque Cristo es Dios, es el Emmanuel, la segunda persona de la Trinidad Santa. Y es desde ahí desde donde único se puede plantear el diálogo con los no creyentes, los ateos, los agnósticos, los librepensadores, los creyentes de otras religiones…idem supra
Si la Iglesia no proclamase el kerygma, en torno al cual se constituye la primitiva comunidad apostólica, se estaría traicionando a sí misma. Es decir: el discurso de Francisco ante las autoridades máximas del actual Gobierno albanés es bueno, pero también considero si Francisco no pudo haber puesto más énfasis cristológico en su discurso.
O igual sí lo ha puesto y yo no he sabido captarlo, toda vez que lo cierto es que el Papa ha pronunciado muy enérgicas y loables palabras de reconocimiento al tesoro martirial de la Iglesia católica que peregrina por Albania, masacrada durante la feroz dictadura comunista que sufrió este pequeño país. Y también ha aprovechado el santo padre Francisco para exhortar a la acción pastoral, eclesial y misionera capaz de seguir articulando una Iglesia en Albania al servicio de la nueva evangelización.
En la actualidad, desaparecido o muy al borde de su definitiva desaparición el comunismo como posibilidad real de gobierno, otro “fantasma” recorre Europa, el mundo entero: el fantasma del neopaganismo, también llamado laicismo, indiferencia religiosa, descristianización, con toda su altísima dosis o gama de valores (antivalores) egoístas, materialistas, consumistas, hedonistas, insolidarios… Y a ello también se ha querido referir el papa Francisco en algún momento de su viaje a Albania (escribo esta nota desde el 22 de septiembre del corriente 2014), por más que algunas de las voces católicas críticas y aun hipercríticas con Francisco aseguren que es que en el fondo el papa Bergoglio es un oportunista de ínfulas extrañas, perdón, masónicas: según su auditorio "sea así o de la otra forma", el maquiavélico papa Francisco articulará un discurso u otro, el que crea más ajustado a ese deseo peronista de querer quedar bien con su auditorio.

He leído una montaña de críticas al Santo Padre iguales o muy similares a estas que he dejado como caer yo mismo en el párrafo anterior. Estas críticas, casi siempre demoledoras y aun muy demoledoras, se encuentran, a solo un click, en páginas católicas sedevacantistas, muy tradicionalistas, integristas, lefebvrianas... Ahí quedan: por mi parte no dudo de la condición de pecador del Papa, ni dudo de que se equivoca con cierta frecuencia, pero de ahí a afirmar que vendría a funcionar el actual sucesor de Pedro como "un oportunista maquiavélico empeñado en destruir la Iglesia a raíz de pretender ponerlo todo patas arriba, a base de exhortar a que hagamos lío"...


22 de septiembre, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profresor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.