miércoles, 31 de diciembre de 2014

"Como que ya lo decía G. K. Chesterton"




Me causan cierta perplejidad, sobremanera en lo que la perplejidad tiene de desconcierto, las intervenciones de foristas en esta bitácora alojada en Infovaticana que no dudan en acusar a Religión Digital de fomentadora de la heterodoxia intraeclesial y extraeclesial, e incluso de la apostasía.

Sin pretender pasar por absolutamente categórico con mis apreciaciones (las cuales son siempre opiniones mías, que desean coincidir con la doctrina de la Iglesia, pero que no son en modo alguno su voz magisterial) ni por formulador de juicios de condena, lo cierto es que yo mismo a menudo en esas páginas digitales antecitadas siento en efecto el palpitar del fantasma de la disidencia heterodoxa, el laicismo más recalcitrante y la sombra de la apostasía también. Intraeclesial y extraeclesial.

Verbigracia, la benedictina sor Teresa Forcades tiene más cancha en revistas o portales digitales como Religión Digital que las familias católicas numerosas, recordadas aquí y ahora justo cuando el papa Francisco ha hablado bien de ellas, conminándolas a que se hagan más presentes en la sociedad y en la misma Iglesia, en contra de la práctica común de tantos en la Iglesia, por cierto, jesuitas incluidos, en cuyos centros culturales e iniciativas pastorales, por ejemplo, se promueve mucho más la ideología de género, en línea con las propuestas de sor Teresa Forcades, pongamos, y mucho menos la promoción de la familia cristiana como escuela de solidaridad, espiritualidad y apertura gozosa a la vida. idem supra

Y pobre de que denuncies esto: caerán sobre ti y te boicotearán, te acusarán de retrógrado, como mínimo. Aunque ya lo advirtió el genial Chesterton: "Cada época es salvada por un puñado de personas que comúnmente fueron acusadas de ser inactuales".

Desconcertante. A este respecto, recuerdo cómo, hace algunos años, en un centro cultural gestionado por jesuitas permaneció durante días, semanas, colgado de un despacho de ese mismo centro un cartel en apoyo de las iniciativas y reivindicaciones de los colectivos LGTB. Y tales iniciativas y reivindicaciones, como bien se sabe, van mucho más en la línea de la ideología de género y la reivindicación del aborto y los derechos reproductivos de las mujeres y mucho menos en la línea de la defensa de la familia cristiana según la entiende la Iglesia.

Con todo esto que pongo sobre el tapete no pretendo, en modo alguno, afirmar que en la Compañía de Jesús todo es o sea secularismo, disidencia y contestación a la doctrina del Magisterio. Para nada. Porque además a mí me sucede algo muy curioso, igual para algunos signo o síntoma míos de falta de integridad católica. A saber: he conocido a algunos jesuitas secularizados muy críticos con no pocos aspectos de la Iglesia y que a mí, sin embargo, me han parecido excelentes personas.

Comoquiera que sea, en la Iglesia, ¿el enemigo en casa? No sé, puede; ciertamente, como poco habría que señalar que si no es así, mucho lo parece. Y eso que yo, repito, algunos jesuitas secularizados he conocido que me han parecido notables personas por su talla humana, allende divergencias ideológicas que mantuve con los tales.


1 de enero, 2015. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

"Trigo y cizaña, Adonai, sombra y luz"



Colgunter:


Por si sirve para seguir alimentando la presente controversia suscitada en este blog alojado en Infovaticana, añado lo que sigue. Sus palabras o tus palabras las acepto sin mayor problema, salvo -lo lamento-, afirmar con indubitable certeza que sor Teresa Forcades es enemiga de la Iglesia. Si es enemiga de la Iglesia y por ende lo que desea es hacerle daño, es algo esto que se me escapa, a mí; no concibo ni consigo emitir un juicio al respecto. Ya dará ella cuentas a Dios, en su momento, cuando le llegue la hora. 

Pero sí que acepto algo que señala Capeto en un comentario de este hilo: la Iglesia está llena de apóstatas y de herejes. Comparto tal observación del mexicano Capeto, con independencia de sus filias lefebvristas, que no son las mías y que, aunque no son filias, queda dicho, tampoco son fobias. No fobias porque sí me parece aprehender que Marcel Lefebvre fue un titán de la fe católica, un celoso obispo entregado a Cristo y a su Iglesia, a la salvación de las almas; esto es, en todo caso el arzobispo tradicionalista y misionero francés sería un cismático, mas no un hereje, como sí lo fue Martín Lutero, por ejemplo: hereje y cismático. 

Por esto -continuamos-, por tanta herejía y tanta apostasía, hace años pude ver ese cartel a que hice alusión en mi anterior comentario, partidario tal cartel de los derechos de los colectivos LGTB, nada menos que en el despacho de un centro cultural jesuita. En el cual, más que promoción de la doctrina católica en su integridad, se hace promoción del laicismo bajo formas más o menos edulcoradas. Y se hace promoción no tanto de la familia cristiana militante fiel al Evangelio, la Tradición y el Magisterio (espiritualmente conyugal, apasionada por el Reino de Dios y su justicia, generosamente abierta a la vida según el plan de Dios) cuanto sí más bien de otros modelos de familia menos católicos por adaptados a la mentalidad mundana imperante en el mundo... y en la propia Iglesia. 

Y encima, por tanta herejía y tanta apostasía imperantes en la Iglesia, uno corre el riesgo de ser acusado de fanático, fundamentalista, envidioso, resentido, entre otras lindezas, cuando pone el dedo en la llaga denunciando la descarada mundanización que hoy día sufre la Esposa del Esposo.

Por tanta herejía y apostasía imperantes en la Iglesia, un obispo diocesano de una diócesis situada en la provincia bética, arzobispalmente hablando, hizo la vista gorda durante años manteniendo como docente de Religión católica en la escuela pública a un excura abiertamente gay, hasta que ya fue imposible por más tiempo tapar el despropósito. Y al tiempo, este mismo obispo margina y desprecia a otros diocesanos suyos indudablemente pecadores pero sin duda deseosos de fidelidad a Cristo y a su Iglesia a los cuales el antedicho excura abiertamente gay no les llega ni a la suela de los zapatos en formación, sensibilidad, compromiso militante, fidelidad al Magisterio…idem supra

Y así, Colgunter, aduciendo ejemplos de la flagrante atmósfera de herejía y de apostasía que se vive en esta Iglesia tendríamos para confeccionar 25 artículos. Pero aun así, no sé si por impericia por mi parte, tibieza, cobardía o por qué, no me atrevería a afirmar que Teresa Forcades es enemiga de la Iglesia. Sí que escandaliza con sus heterodoxias a toda hora, y que increíblemente no termino de entender cómo sigue en la comunidad católica como religiosa profesa una monja de clausura que defiende el aborto, la píldora del día después y el matrimonio entre personas homosexuales, pero no me parece el llamarla enemiga de la Iglesia. Porque además no todo lo que ella sor Teresa afirma y hace es malo, negativo, anticatólico: si hay más trigo o más cizaña en su vida, en su testimonio de discípula de Jesucristo, pues... Pero lo que es o dice a mi espíritu ácrata, me gusta la apuesta de sor Teresa Forcades por una Iglesia acogedora, fraterna, igualitaria y sencilla hasta el tuteo generalizado, etcétera. 

Apuesta de la benedictina y médico catalana que es ciertamente la apuesta del catolicismo progresista, y que en todo caso constituye, ya sé, una serie de rasgos que molesta muchísimo al común de los tradicionalistas católicos, pues no en vano estos son muy dados al respeto de las formas y protocolos clericales y al respeto reverencial a los paters, monseñores y eminencias; yo, acaso defectos de uno, quién sabe, llevo inoculado un virus que me ha contagiado de ciertas simpatías ácratas y libertarias. 

Un saludo. Feliz Año Nuevo.


2 de enero, 2015. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

domingo, 28 de diciembre de 2014

"Cuestión de fe 'in-fundada' "



LA VIDA HUMANA ES SAGRADA E INVIOLABLE, desde el instante de la concepción hasta el momento de la muerte natural…

Desde el primer momento fundacional de la Iglesia hace 2.000 años, esta ha defendido la anterior verdad, apoyándose en la Sagrada Escritura, y ulteriormente en la Tradición y el Magisterio: ley natural, derecho natural, reflexión teológica de los Padres Apostólicos (verbigracia, la Didajé, suerte de primer catecismo de la Iglesia, datado a finales del siglo I o principios del II) y de los Santos Padres, testimonio de los santos y de las grandes corrientes de espiritualidad…

No ha sido un camino sin algunos momentos de oscuridad, ciertamente, pero aparece sin fisuras la defensa de la vida humana. Y sin embargo, hay teólogos críticos y destacados miembros de la comunidad católica por mor de su activismo social o de su pasión por los micrófonos que, muy críticos con el Magisterio, postulan un reconocimiento del aborto provocado en algunos supuestos. Uno de ellos, el jesuita y experto en bioética Juan Masiá; otro, la benedictina y médico sor Teresa Forcades; una tercera de esas voces críticas, la argentina afincada en Cataluña sor Lucía Caram. Y algunos más. Desde posturas feministas más o menos militantes. Y teólogos de gran relieve o prestigio como Hans Küng que, recientemente, han vuelto a plantear la posible legitimidad moral de la eutanasia, pensando delicadamente en él, en sí mismo, pues el eminente teólogo suizo,uno de los grandes paladines de la corriente progresista eclesial, sufre el drama del Parkinson. Mas entonces, así las cosas, a quién creer, ¿al Catecismo de la Iglesia Católica o a Juan Masiá, a Hans Küng, a Teresa Forcades, a Lucía Caram...?

Bueno, yo creo saber a quién entregar mi fidelidad, pero tales voces críticas pueden desconcertar a muchos en la Iglesia. Y de hecho desconciertan. Que sí, es un hecho. Un secreto a voces.

Tengo entendido que apenas hay estas voces teológicas críticas o disidentes entre los cristianos fieles de las Iglesias ortodoxas. Y lo curioso es que ellos no tienen ni Comisión Teológica Internacional, tampoco Pontificia Comisión Bíblica, y por supuestísimo que tampoco Congregación para la Doctrina de la Fe, nombre actual del antiguo Santo Oficio, evolución a su vez de la Santa Inquisición. Mas a pesar de ello parecen estar más “vacunados” que los católicos frente al maremoto de las heterodoxias y herejías que tienen a la Iglesia católica “hecha un cristo”, nunca mejor dicho.idem supra

Me parece a mí.


2 de enero, 2015. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

viernes, 26 de diciembre de 2014

"Más allá del legalismo que religa"




Me quedo con la exhortación del papa Francisco: los seguidores de Jesucristo debemos  frecuentar los sacramentos, especialmente la Eucaristía. Y a perseverar en la invitación a ser compasivos y misericordiosos con los pobres y humildes, que es justamente lo que nos pide el Evangelio. 


Menuda tarea, por exigente: dura toda una vida y nunca acabara. Porque la medida del amor cristiano, como bien supo san Agustín (de Hipona) es amar sin medida. Toda vez que la buena nueva de Jesús de Nazaret es un mensaje de amor sin fronteras ni razas que trasciende todo legalismo.


Por lo demás, empero, que la Iglesia está mundanizada-endemoniada, indudable. Hasta el extremo de que puede que esté atravesando una de las peores crisis de su bimilenaria historia. Diagnóstico en el que coinciden, por caminos distintos, muchos progresistas y muchos tradicionalistas.


Crisis de la que todos somos responsables, y a la vez víctimas: desde el Papa (el que sea) hasta el último monaguillo de que se tenga noticia. Crisis que no es sino el resultado de la incoherencia entre la fe profesada (real o supuestamente profesada, solo Dios conoce en verdad y juzga de manera definitiva) y la existencia vivida:las obras, las actitudes,el talante, el llamado compromiso cristiano...
Feliz Navidad.


4 de enero, 2015. Luis Henríquez Lorenzo:profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.