miércoles, 26 de junio de 2013

"Sobre el presente y el futuro de la Teología de la Liberación"



Ciertamente -escribía yo en esa nota-, no hay una única Teología de la Liberación; nunca la ha habido: tantas hay, o casi, como autores (teólogos, pero también filósofos y sociólogos, como Enrique Dussell) han desarrollado esta corriente teológica "altermundista". De manera que por ello mismo las hay más ortodoxas y menos.




Creo que es por ahí por donde van los "tiros" (obviamente, las matizaciones, los acentos sobre todo el corpus doctrinal de tal corriente teológica) del prefecto Mühler. Y es por donde podría ir la "aprobación" del papa Francisco a esa teología, que conformó, indudablemente, la inspiración de Puebla y de Medellín, y aun, acaso en menor medida, la más reciente de Aparecida.




Pero claro que lo mejor de la Teología de la Liberación es nítidamente evangélico, y por ende católico. Nos bastaría para ello con considerar la vida y obra de obispos "liberacionistas" de la talla de Leónidas Proaño (Ecuador) o de Dom Hélder Cámara (Brasil), y por supuesto la de Óscar Romero (El Salvador): San Romero de América...



Otra cosa es, obviamente, toda la carga de marxismo incompatible con la visión cristiana de la realidad, del hombre, del mundo y de Dios. En lo cual el debate doctrinal, lleno de encuentros y desencuentros (de luces y sombras, responsabilidades y culpas, etcétera), ha estado siempre abierto en la Iglesia universal, entre la voz del Magisterio, siempre autorizada y vinculante (lugar teológico fundante de la fe), y los teólogos cultivadores y partidarios de la Teología de la Liberación. Todo ello en diálogo creativo con las comunidades de base, que han sido por derecho propio el principal referente eclesial y sociológico de esa corriente teológica.


Luis Henríquez. 26 de junio, 2013.

jueves, 20 de junio de 2013

"¿Por qué un sí incondicional al papa Francisco frente a un sí condicional a Bertty Russell? (XXXVII)"


La propuesta reformista del papa FranciscoNo soy quién para sospechar que el propio papa Francisco sea un hipócrita: quien esté libre de pecado y culpa, que salga a la palestra...



Al contrario: como mediocre católico que desea llegar a ser cada día mejor discípulo de Cristo, lo que me extraña de sus palabras, papa Francisco (pronunciadas ayer miércoles 19 de junio en la homilía de su misa diaria en la Casa de Santa Marta), es lo que al parecer usted pretende concretar, santo padre, con esa expresión de "hipócritas de la casuística". Será -o no será- que soy un irremediablemente mal católico, pero lo cierto es que a los eclesiásticos en general -honrosas excepciones aparte que solo DIOS conoce "en verdad"- yo mismo los tengo por hipócritas, puesto que la hipocresía es el mal secular del clero.


Y además de la hipocresía generalizada, el nepotismo, que se practica secularmente en la Iglesia "a lo bestia". Y asimismo, el descafeinamiento de la fe: sobran burócratas, trepas y arribistas, y escasean los militantes, los evangelizadores entusiastas enamorados de Cristo y de su Iglesia.


Luis Henríquez. 20 de junio, 2013.

miércoles, 19 de junio de 2013

"¿Por qué un sí incondicional al papa Francisco frente a un sí condicional a Bertty Russell (XXXVI)"


Sobre la decrepitud moral de la IglesiaPapa Francisco:



En una Iglesia llena de trepas, burócratas, figurones, antimilitantes, arribistas, antinatalistas, mediocres, mundanizantes y meros enchufados que muy poco o nada arriesgan en el camino de la fe (algunos de los cuales hasta se ganan la vida en lo profesional gracias a la Iglesia católica, pasándose luego por el forro el Magisterio), ¿cómo habría que entender sus palabras de la misa de esta mañana en la Casa de Santa Marta, papa Francisco, mediante las cuales usted, como sucesor de Pedro, nos exhorta a amar a los enemigos, a perdonar, según nos exhorta el Maestro?


¡Si la Iglesia es una pasada total de incoherencias e incumplimientos e hipocresías y nepotismos habidos entre lo que enseña el Evangelio y el Magisterio y lo que se pone en práctica en el día a día de no pocas de sus movidas pastorales, educativas y asistenciales de todo tipo!



La actuación de muchos pastores en la Iglesia es tan hipócrita, nepotista e incoherente, que es casi imposible creer. Que es casi imposible perdonar, casi imposible rezar por los enemigos.



Claro que yo soy muy mediocre, muy pecador, y que si quiero ser buen cristiano he de tomarme en serio las palabras del mismísimo Jesucristo que usted ha querido poner de manifiesto esta mañana en su homilía en la Casa de Santa Marta, santo padre, siervo de los siervos de Dios, solo que es mucha la gente que, con toda razón, lo que pide es que sean ustedes los primeros en tratar de dar testimonio de lo que predican. Cierto que todos los cristianos están llamados a la santidad, todos y todas, pero ustedes, como pastores a los que se les encomiendan parcelas de la grey universal, tienen una muy delicada responsabilidad. Y empero mucha gente cree darse cuenta de cómo no pocos eclesiásticos dan muy mal ejemplo, por hipócritas, por incoherentes, por nepotistas, por serviles a intereses mundanos.


A mí mismo me han jodido bien, santo padre Francisco, me han jodido muy bien (es decir, muy mal) algunos eclesiásticos, especialmente desde la Diócesis de Canarias. Como he reflejado en mi libro ¿La Iglesia católica? Sí; algunas consideraciones, por favor (Madrid, Vitruvio y Nostrum, noviembre, 2011), y también en no pocas reflexiones de este mi blog. Y claro que saldré adelante, sin duda, pero ya no  me es posible confiar en la sinceridad de los eclesiásticos que viven de predicar lo que usted mismo, santo padre Francisco, nos predica. Ni me siento impelido, o invitado, a creer que en algo les importa mi vida, y que desean mi bien, mi prosperidad, mi bienestar, pues justo lo que me demuestran es lo contrario.


Todas las personas somos falibles y pecadoras, santo padre Francisco -yo el primero-, pero no sé si usted se imagina a veces, esto es, si usted trata de considerar el daño moral que la hipocresía, el nepotismo y la incoherencia clerical han ocasionado a millones de personas. 


Pero sí: aunque nos pese -y bien que me pesa, que me cuesta: sangre, sudor y lágrimas-, tenemos que rezar por quienes nos quieren mal, por quienes nos perjudican, por quienes nos persiguen. Aunque entre quienes nos quieren mal y nos desean el mal y hasta nos difaman, haya eclesiásticos que predican justamente lo que usted predica: "Amen a sus enemigos, recen por ellos... "



Luis Henríquez. 19 de junuio, 2013.