sábado, 1 de junio de 2013

"Dios protegerá a Beatriz (claro que con el auxilio de los médicos)"



El "dilema" del aborto en el seno de la Iglesia católicaDios escribe derecho con renglones torcidos…


La veinteañera salvadoreña Beatriz (como se sabe, no es su nombre de pila) sobrevivirá, y la criatura que lleva en su vientre no sobrevivirá, porque aseguran los médicos en sus diagnósticos prenatales que el feto sufre tremendas malformaciones que harían prácticamente inviable su vida. Ella ya tiene un bebé de 18 meses, y se ha quedado de nuevo en estado: situación propia de los países del llamado Tercer Mundo, Centroamérica incluida; en Europa, como se sabe, ni las católicas enchufadas en trabajos de la Iglesia -salvo honrosas excepciones, bendito sea Dios- predican con el ejemplo de una generosa apertura a la vida, o de un compromiso de fe militante o de conversión; mientras, alguien como yo que denuncia todo esto y que sufre el puteo-ninguneo de la hipocresía eclesiástica, especialmente, aunque no solo, desde la Diócesis de Canarias, tiene que tratar de estar alegre, de ser un "cristiano alegre" pese a todo, pese a los males e injusticias del mundo, pese a las injusticias, hipocresías e incoherencias de la propia Iglesia (según nos aconseja el papa Francisco).



Pero bueno, lo mejor es que el final de toda esta historia será que la joven mujer y madre Beatriz salvará su vida, y en El Salvador el crimen del aborto seguirá sin tener amparo jurídico o legal.  El papa Francisco está de acuerdo conmigo; perdón por la inmodestia: la opinión que expongo es fiel a la doctrina de la Iglesia al respecto que el propio papa Francisco acoge y enseña.

Si bien, como tantas veces he querido reconocer en mis escritos, a menudo me planteo que para qué, para qué esa fidelidad mía al Magisterio, si resulta que muy poca gente de iglesia manifiesta con hechos, con obras (no debo juzgar actitudes, la conciencia ajena, sagrario que es íntimo e inviolable), fidelidad al Magisterio. Y aun así se ganan la vida en lo profesional gracias a la Iglesia, mientras que a mí me han cerrado todas las puertas eclesiales, me han ignorado, han pasado de mí, me han difamado -y me difaman-...

Debo ser imbécil, amén de muy mediocre cristiano. Buenas noches.


Postdata:

La breve nota anterior la he subido a Atrio, portal mayoritariamente visitado, lo más probable, por católicos progresistas (esto es, católicos contrarios al Magisterio), agnósticos, ateos, feministas y librepensadores. Y empero yo siempre le estoy agradecido a su coordinador Antonio Duato, que noble y amablemente nunca censura mis comentarios, aunque discrepen a veces de la línea "aperturista" progresista de Atrio. 

Reconozco que utilizar el término "crimen" para referirme al aborto puede molestar a mucha gente partidaria del aborto, gente por lo demás solidaria y benemérita. Pero es que de verdad creo que el aborto, aparte de un drama para la mujer que aborta, es eso, truncar violentamente una vida humana. Una vida humana en ciernes, esto es obvio, sin autonomía (tampoco tienen autonomía muchas personas muy ancianas o enfermas y empero las cuidamos). Una vida humana sin apenas conciencia, sin memoria, sin historia personal (intrahistoria, Unamuno dixit), cierto, pero una vida en su fase inicial, y que ha de ser protegida.


Luis Henríquez. 1 de junio, 2013. 

1 comentario:

Unknown dijo...

Terminar con una vida es matar véase por donde se vea. Que para querer suavizar sus conciencias muchos traten de usar otros términos es mera cobardía. A este asunto le hace falta mucha acción por parte de la iglesia y la sociedad cuando está última escucha lo que quiere oír y que la más de las veces ignora la magnitud de lo que el aborto significa y sus consecuencias.