Hoy martes 18 de junio, en la Casa de Santa Marta, el bueno del papa Francisco nos recuerda, en su homilía, las exigentes palabras de Jesús: "Amen a sus enemigos, rezan por quienes los persiguen"...
Especialmente lo digo por mí: me resulta muy pero que muy difícil perdonar a mis enemigos; especialmente, cuando esos "enemigos" son precisamente los que predican lo que acaba de predicar el Papa, y tú notas cómo pasan de ti, te machacan, te ignoran, te desprecian o te putean...
Todavía nadie ha hecho el estudio -y creo que no se podría hacer realmente- de las muchedumbres todas de personas que han acabado apostatando de la fe y apartándose de la Iglesia por el pésimo testimonio de vida cristiana de tantos eclesiásticos que parecen especializados en predicar A y en hacer B.
Todos somos pecadores -yo el primero-, pero la hipocresía parece uno de los grandes vicios seculares del estamento clerical.
Luis Henríquez. 19 de junio, 2013.
1 comentario:
Orar por lo enemigos es orar por nuestro propio corazón. Los resentimientos, odios y rencores dañan a quien los siente no a quienes los despiertan en el otro. Es preciso para lograr el perdón la ayuda de Dios y confiarnos a Él.
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