miércoles, 31 de diciembre de 2014

"Trigo y cizaña, Adonai, sombra y luz"



Colgunter:


Por si sirve para seguir alimentando la presente controversia suscitada en este blog alojado en Infovaticana, añado lo que sigue. Sus palabras o tus palabras las acepto sin mayor problema, salvo -lo lamento-, afirmar con indubitable certeza que sor Teresa Forcades es enemiga de la Iglesia. Si es enemiga de la Iglesia y por ende lo que desea es hacerle daño, es algo esto que se me escapa, a mí; no concibo ni consigo emitir un juicio al respecto. Ya dará ella cuentas a Dios, en su momento, cuando le llegue la hora. 

Pero sí que acepto algo que señala Capeto en un comentario de este hilo: la Iglesia está llena de apóstatas y de herejes. Comparto tal observación del mexicano Capeto, con independencia de sus filias lefebvristas, que no son las mías y que, aunque no son filias, queda dicho, tampoco son fobias. No fobias porque sí me parece aprehender que Marcel Lefebvre fue un titán de la fe católica, un celoso obispo entregado a Cristo y a su Iglesia, a la salvación de las almas; esto es, en todo caso el arzobispo tradicionalista y misionero francés sería un cismático, mas no un hereje, como sí lo fue Martín Lutero, por ejemplo: hereje y cismático. 

Por esto -continuamos-, por tanta herejía y tanta apostasía, hace años pude ver ese cartel a que hice alusión en mi anterior comentario, partidario tal cartel de los derechos de los colectivos LGTB, nada menos que en el despacho de un centro cultural jesuita. En el cual, más que promoción de la doctrina católica en su integridad, se hace promoción del laicismo bajo formas más o menos edulcoradas. Y se hace promoción no tanto de la familia cristiana militante fiel al Evangelio, la Tradición y el Magisterio (espiritualmente conyugal, apasionada por el Reino de Dios y su justicia, generosamente abierta a la vida según el plan de Dios) cuanto sí más bien de otros modelos de familia menos católicos por adaptados a la mentalidad mundana imperante en el mundo... y en la propia Iglesia. 

Y encima, por tanta herejía y tanta apostasía imperantes en la Iglesia, uno corre el riesgo de ser acusado de fanático, fundamentalista, envidioso, resentido, entre otras lindezas, cuando pone el dedo en la llaga denunciando la descarada mundanización que hoy día sufre la Esposa del Esposo.

Por tanta herejía y apostasía imperantes en la Iglesia, un obispo diocesano de una diócesis situada en la provincia bética, arzobispalmente hablando, hizo la vista gorda durante años manteniendo como docente de Religión católica en la escuela pública a un excura abiertamente gay, hasta que ya fue imposible por más tiempo tapar el despropósito. Y al tiempo, este mismo obispo margina y desprecia a otros diocesanos suyos indudablemente pecadores pero sin duda deseosos de fidelidad a Cristo y a su Iglesia a los cuales el antedicho excura abiertamente gay no les llega ni a la suela de los zapatos en formación, sensibilidad, compromiso militante, fidelidad al Magisterio…idem supra

Y así, Colgunter, aduciendo ejemplos de la flagrante atmósfera de herejía y de apostasía que se vive en esta Iglesia tendríamos para confeccionar 25 artículos. Pero aun así, no sé si por impericia por mi parte, tibieza, cobardía o por qué, no me atrevería a afirmar que Teresa Forcades es enemiga de la Iglesia. Sí que escandaliza con sus heterodoxias a toda hora, y que increíblemente no termino de entender cómo sigue en la comunidad católica como religiosa profesa una monja de clausura que defiende el aborto, la píldora del día después y el matrimonio entre personas homosexuales, pero no me parece el llamarla enemiga de la Iglesia. Porque además no todo lo que ella sor Teresa afirma y hace es malo, negativo, anticatólico: si hay más trigo o más cizaña en su vida, en su testimonio de discípula de Jesucristo, pues... Pero lo que es o dice a mi espíritu ácrata, me gusta la apuesta de sor Teresa Forcades por una Iglesia acogedora, fraterna, igualitaria y sencilla hasta el tuteo generalizado, etcétera. 

Apuesta de la benedictina y médico catalana que es ciertamente la apuesta del catolicismo progresista, y que en todo caso constituye, ya sé, una serie de rasgos que molesta muchísimo al común de los tradicionalistas católicos, pues no en vano estos son muy dados al respeto de las formas y protocolos clericales y al respeto reverencial a los paters, monseñores y eminencias; yo, acaso defectos de uno, quién sabe, llevo inoculado un virus que me ha contagiado de ciertas simpatías ácratas y libertarias. 

Un saludo. Feliz Año Nuevo.


2 de enero, 2015. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

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