Porque lo propio del fanático integrista sedevacantista es el juicio y la condena sin entrañas de misericordia, la implacable caza del hereje sin piedad de ningún género. En el nombre de Cristo se atreven a decir estos soberbios, maestros refinados de la intolerancia.
Y desde luego, hay que tener muy malas entrañas (entiéndase, ninguna caridad cristiana, pero ninguna) para referirse a una personalidad tan fuera de lo común como Mahatma Gandhi con los calificativos de “multihereje y sodomita”; personalidad, la del pensador, naturalista, vegetariano, abogado, pacifista y político hindú, llena de luces y de sombras, qué duda cabe, como sucede con todo humano, con todo mortal -que no sea integrista sedevacantista y cismático, por supuesto, pues sabido es que los especímenes de este selecto grupo se consideran ultraperfectos sin tacha, los mejores católicos que hay y aun los únicos que quedan-, por más que ustedes, fieles al ideario integrista rigorista y cismático sedevacantista que profesan, solo vean lo negativo en la vida, en este caso, del Mahatma Gandhi.
Ni siquiera considerando el hecho de que casado y con 4 hijos ya a los 35 años, muy joven, desde luego, decidiera vivir con su esposa el matrimonio en abstinencia sexual total el resto de sus días, ni considerando el influjo que su filosofía de la no violencia activa y la desobediencia civil ejerció sobre personalidades de la talla de Martin Luther King y Dom Hélder Cámara (¡ah, qué bobo!, como que se me iba a pasar: hereje y cismático el primero, hereje el segundo, así sin más ponderar la vida y la obra de uno y de otro), se les ablanda a ustedes esa capacidad tan robusta que exhiben de criticar, juzgar y condenar sin contemplaciones a prácticamente toda la humanidad.
Fanáticos integristas sedevacantistas de mil pares de demonios (inmisericordes entre los inmisericordes, cabría aplicarles a ustedes), juzgar de una atacada, de una dentellada, de un plumazo, la vida y la obra de una personalidad como Mahatma Gandhi, con ese despectivo e injurioso “sodomita”, es de una bajeza tal que ustedes quedan perfectamente retratados. Aunque por lo demás, sabido es que ese es su modus operandi con toda persona que no lleve el cuño de fanático y soberbio integrista sedevacantista, ya sea que esas personas se llamen Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Madre Teresa, Faustina Kovalska, León Tolstoi, Edith Stein, Maximiliano Kolbe, Hans Urs von Balthasar, I. Congar, Henry De Lubac, Karl Rahner, Emmanuel Mounier, Martin Buber, Jacques Maritain, Jean Guitton, Mahatma Gandhi, Emmanuel Levinas, Buda, Martin Luther King o la cantante reina del góspel Mahalia Jackson (¡no digamos las grandes divas del jazz, el blues, el rock...!), ¡todos herejes y por tanto merecedores de la crítica, el juicio y la condena más inmisericordes!
Menudos fanáticos recalcitrantes y agresivos son ustedes, Dios nos libre (integristas, inmisericordes, soberbios, fanáticos, sedevacantistas y cismáticos), siempre al acecho, desde el parapeto del anonimato, a la caza del hereje, el ateo, el comunista, el masón, el satanista, el hebreo cabalista, el judío deicida, el luciferino, el poseso, el apóstata, el conciliar hijo de la falsa Iglesia de la Vaticueva y el Conciliábulo… ¿Cómo demontres se creen ustedes asistidos de no sé qué autoridad apostólica para juzgar y sentenciar que la sede de Pedro está vacante y que asimismo o por ende la autoridad apostólica en la Iglesia ha dejado de ser válida?
Desde luego, ante sujetos y sujetas tamañamente intolerantes, ni ganas le dan a uno de desear que el Señor no sea con ustedes lo rigoristas e inmisericordes que son con el prójimo ajeno al ideario rigorista integrista y cismático sedevacantista que ustedes profesan. Porque, ya sabemos, con la medida con que juzgues serás juzgado y… tolerancia cero con el intolerante.
11 de mayo, 2018. Luis Alberto Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, bloguero, escritor, militante social.