miércoles, 29 de mayo de 2013

"Por el kaos a XristO (VIII)"


18/5/2009





Sobre el secularismo en la modernidadEs, en efecto, la ideología secularista, Teófilo,  un marasmo que afecta a muchas personas que se dicen católicas. Como si fuera un miedo a no ser reconocidos por el Mundo; o un miedo a sufrir la incomprensión y el rechazo por parte de los poderes fácticos...


De todas formas, considero que en no poca medida el alejamiento de no pocos fieles católicos de los postulados del Evangelio y del Magisterio tiene más que ver con la debilidad propia de la condición humana, de una parte, y de otra, con las carencias espirituales y aun morales que se derivan de la vivencia mortecina de la fe cristiana en comunión con el credo y el sentir de la Iglesia, más que con no saber al menos en la teoría "de qué va la cosa", es decir, cuál es el contenido de la fe. 

Por ejemplo, en su inmensa mayoría las gentes sí conocen que el Magisterio eclesiástico rechaza el aborto siempre y en cualquier lugar y circunstancia, solo que por no aparecer como muy retrógrados frente a la ideología secularista dominante, por aparecer como más modernos o postmodernos, o sencillamente por dejarnos arrastrar por la comodidad y conveniencia de abortar en casos de dramático conflicto, de embarazos no deseados, etcétera, nos atrevemos a decir sí al aborto, o siquiera sí en algunos supuestos. 

Pero no deseo juzgar a nadie, mi querido amigo, ciertamente, sino recordar y recordarme que hoy día el camino de la fe se hace muy cuesta arriba, muy a contracorriente de las ideologías dominantes empeñadas en plantear un vivir como si DIOS no existiera ni nos importara o debiera importar en absoluto su existencia. Y además no olvidemos que ese nadar contracorriente está compuesto o conformado por altas dosis relativas al respectivo pecado personal, al sobreabundante pecado social, al muy visible pecado de la propia Iglesia, que no es otro que el conjunto del pecado de sus fieles.

Abundando en estas cuestiones, a menudo me parece notablemente chocante la superficialidad con que desde el Gobierno socialista español se ha planteado la ampliación de la ley del aborto y la licitud del suministro de la llamada píldora del día después a todas las chicas que así lo deseen, a partir de los dieciséis años, sin que para tal decisión sean necesarios el permiso de los padres ni una receta médica consentidora. Por más vueltas que le doy al tema, no encuentro sino una respuesta, mejor dicho, una consecuencia me temo que inevitable de una ley así, a saber, el aumento de las llamadas prácticas sexuales de riesgo entre los adolescentes, vamos, el aumento de la promiscuidad sexual, que ya actualmente ha alcanzado cotas altísimas. 

Dicho de otro modo: con una ley tan permisiva, la sexualidad lo más probable es que vaya a seguir viéndose, por parte sobre todo de las generaciones más jóvenes, como un juego, como un pasatiempo hedonista, como una práctica eufórica de consumo más, a menudo mezclada con drogas, y con alcohol a mansalva, y muy difícilmente pueda verse como una realidad que es entrega, que exige donación recíproca y total, abierta a la vida y al compromiso solidario...

Sorprende asimismo que se promulguen tales leyes desde un partido que se dice de izquierdas y que, según manifiestan bien a las claras los hechos de su trayectoria política, nada parece querer saber de lo que fue la práctica y la actitud hacia el tema procedente de la gran tradición de la izquierda militante histórica o clásica. Esto es, el anarquismo, por ejemplo, sí que planteaba el asunto del amor libre, solo que por amor libre entendía la alianza de amor entre dos personas (en general, hombre y mujer, si bien me quiero creer que desde la ideología anarquista no se negaría el derecho a que dos lesbianas o dos homosexuales viviesen una relación de pareja) comprometidas a la lucha solidaria y en pro de la justicia por la construcción de una sociedad nueva (la célebre cita del no menos célebre y celebrado anarquista español Buenaventura Durruti: "Llevamos en nuestros corazones el germen y la esperanza de un mundo nuevo"), y no tanto la autorización o vía libre para consentir el sexo a mansalva. 

Así las cosas, en la práctica los anarquistas solían ser personas que vivían su amor más en fidelidad muchas veces que no pocos matrimonios burgueses que se decían católicos. No obstante, la "fidelidad conyugal" que preconizaban los anarquistas muy poco o nada casi tenía que ver con la naturaleza sacramental propia del matrimonio católico.

En fin, salud, paz y bien, Teófilo Salvatierra.


Luis Henríquez. 30 de mayo, 2013. 

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