17/8/2009
Cierto que la inmoralidad, no solo sexual, estimado Teófilo, campea a sus anchas en la sociedad actual, principalmente entre los jóvenes, aunque, como es bien sabido, también entre los no tan jóvenes... Como que la crisis de valores es universal: afecta a todos los estadios o clases sociales, edades...
Y la crisis de la Iglesia católica no digamos: esta es patética y daría para descojonarse uno, si no fuese triste, hipócrita y vergonzosa: la promoción de militantes brilla por su ausencia, reemplazada ella por la promoción de toda suerte de trepas, arribistas, figurones y burócratas. Y pobre si te quejas: ni caso te harán. Pero en fin, Salvatierra, que tú sabes de mis penurias y de todo el puteo a que me han sometido ciertos eclesiásticos...
Un ejemplo: una alumna mía de dieciséis años, con fama entre sus alumnos de promiscua y de chica fácil (dudo muchísimo que una adolescente como ella sepa lo que en verdad es y comporta el amor; a lo más, con sus parejas vivirá relaciones caracterizadas por el hedonismo, el subjetivismo caprichoso y nada más, nada de proyectos idealistas e ilusionantes compartidos), hacia el final de una clase se levanta y, con una botella vacía de refresco o de agua de las de medio litro en la mano, me pregunta, entre risas y fiestas: "Profe, ¿tu polla (sic) es tan gorda como esta botella o menos?"
En otro tiempo no tan remoto, un comentario tan soez como ese habría sido motivo de una seria llamada de atención o de un fulminante parte de expulsión o de urgente llamada a los padres... Alguna clase severa de medida disciplinaria. Pero en la actualidad, no sé si tras los pasos de no sé qué pedagogía "libertaria" y antiautoritaria, la docencia se ha convertido en un ejercicio peligroso en el que el profesor tiene casi siempre las de perder, de manera que, aunque cierto que hay posibilidades reales de actuación, disciplinar y en el aula, sobre casos como el que aquí comentamos, la falta de buena autoridad de que adolecen los profesionales docentes hoy día conduce a menudo al desaliento: o haces la vista gorda o agachas la cabeza, la escondes, como dicen que hace el avestruz, o concluyes con restarle importancia al hecho (cosas de niños o de adolescentes), o incluso acabas por reírles las gracias al alumno o alumna osados. O si no, pues actúas, las más de las veces con escaso aliento y confianza en las posibilidades de enmienda y mejora que ofrece el actual sistema de enseñanza.
Desde luego, quisiera suponer que si libertarios y librepensadores masones como Francisco Ferrer i Guardia, de quien se cumplen este año 2009 cien de su más que probable injusta muerte por fusilamiento en el castillo de Monlluic, en Barcelona (cfr. sucesos de la Semana Trágica de Barcelona, acaecidos en julio del año 1909, en plena época de los movimientos sociales y las luchas obreras de emancipación), lo que pretendían con su Escuela Moderna era llegar hasta aquí a base de reivindicar y ejercitar una pedagogía racionalista, atea, integral, naturalista y antiatoritaria...
Pero más bien creo que no: ante la situación actual tendrían que reaccionar, sin duda, no ya para implantar el polo pedagógico opuesto, es decir, la pedagogía autoritaria de la letra con sangre entra (yo también conocí esa pedagogía durante mis primeros años escolares, allá por aquella egebé en la enseñanza pública...), también los más conspicuos defensores de las pedagogías más antiautoritarias. Ya esto mismo lo está reconociendo el propio José Antonio Marina, que de estas cuestiones debe saber algo.
En fin, pero tampoco es que haya que tirar la toalla. Como de costumbre, saludos, Salvatierra. Cuídate.
2 comentarios:
Es realmente impactante -por no decir en extremo indignante- la anécdota a la que te refieres en este artículo, Luis; una adolescente con tales modales y total escasez de valores morales.
Es hasta alarmante el hecho de que sucedan cosas así o de peor contenido en la enseñanza media y/o en cualquier tipo de educación.
Allá por el 1995 cuando tenía esa edad -16 años- incluso trataba de usted a los profesores/as de mis cursos.
¡Dios, cuán lejos estamos de los pilares de la educación!
Partiendo de la raíz misma: la familia, el hogar, el ejemplo.
Así ya te digo -poniéndome en la piel del educador/a- ¡no dan ganas de ir a trabajar! ¿¡a enseñar qué... literatura, historia, matemática o... Valores y Disciplina!?
Está en cada uno de nosotros colaborar en el "freno" y en el impartir la verdad, la vida en sociedad.
¿Reglas? ¡Sí! ¿qué hay de malo? ¿Límites? ¡También! ¡¿acaso no se necesitan?!
Lo malo es llegar a los extremos: dictaduras o libertinajes.
Todo en su justa y sana medida.
Un abrazo fuerte amigo Luis, un gusto leerte
Estupendo tu comentario, querida Valeria, muy serenamente expuesto y a la vez muy "espontáneo".
Saludos.
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