La estación primaveral que ha inaugurado el papa Francisco, ya a dos meses de su elección como Santo Padre, ¿dónde florece?
Es decir, el carisma del Papa es indiscutible, el sabor a Evangelio vía franciscanismo de sus pasos, palabras, exhortaciones, gestos... Me supongo que ello habrá provocado millones de reacciones de simpatía hacia su figura en el mundo entero.
Pero por lo que he podido comprobar en mi entorno, las iglesias siguen igual de vacías que siempre, y la militancia cristiana o de conversión sigue igual de postergada que siempre en la Iglesia, reemplazada o suplantada por burocracias, nepotismos, mundanismos e hipocresías varias eclesiales.
El nepotismo en la Iglesia católica sigue siendo a lo bestia. Y entre los seglares que generalmente "por enchufe" viven en lo profesional de la Iglesia (sanidad, educación, servicios sociales...), predominan abrumadoramente los burócratas más o menos mundanizados, que no los militantes fieles al Evangelio y el Magisterio.
Así que yo no veo por ninguna parte esa primavera de la que tanto se habla en Religión Digital: "La primavera que inaugura el papa Francisco; el papa Francisco, el nuevo Juan XXIII"...
En realidad, inmisericordemente puteado por la ruin hipocresía eclesiástica, perpetrada contra mí por la Iglesia católica que peregrina por España, especialmente por la Diócesis de Canarias, más allá de estaciones eclesiales como no me preocupe yo por salir a flote yo mismo en mi vida, digámoslo así...
Porque una certeza sí me parece mantener: más allá o más acá de la buena voluntad del papa Francisco, de la cual no dudo, los altos niveles de nepotismo, hipocresía, incoherencia, burocratismo y mundanismo eclesiales no hay dios que los vaya a extirpar. Constituyen una mera vergüenza explicitadora del derrumbe moral de la Iglesia católica, ahí es nada.
Creo saberlo por mi conciencia y mi bolsillo.
Luis Henríquez. 13 de mayo, 2013.
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