martes, 7 de mayo de 2013

"Palabra del cardenal Gianfranco Ravasi



¿Cansadas las comunidades cristianas (católicas) europeas, según afirma el cardenal italiano Gianfranco Ravasi, Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, en entrevista que le hacen en Religión Digital?

Claro: cansadas, gastadas, desgastadas, secularizadas, mundanizadas, aburguesadas, burocratizadas...

Pero la culpa de que sea así, monseñor Ravasi, no la tiene solo la secularización de la sociedad, no la tiene solo el pecado de la gente, sino la incoherencia y la hipocresía de la propia Iglesia católica, que se permite, que se lleva permitiendo desde hace décadas preferir, en vez de la promoción de militantes fieles al Evangelio y al Magisterio, la preferencia por toda suerte de arrivistas o advenedizos, trepas, figurones, mediocres, antimilitantes, antinatalistas, mundanizantes y meros enchufados.

Un servidor que estas líneas escribe ya está harto de denunciar todo esto; tal vez para nada... Miro a la Iglesia católica de mi entorno, de mi diócesis, y no aprecio cambios o reformas cualitativos, cualitativos por fieles al Evangelio y al Magisterio: todo sigue igual de, como usted mismo reconoce (usted que es culto, sin duda, si no no estaría al frente de tan importante dicasterio, digo yo). Solo que me supongo que usted, cardenal Ravasi, admitirá conmigo que está siendo así en el último medio siglo. Y así le va a la Iglesia: se ha convertido en una "golosa" plataforma donde operan lobbies de acuerdo a sus particulares intereses, que no son precisamente los del Reino de Dios y su justicia.

Y si pataleas contra esto, o no sales en la foto o te ningunean desde dentro de la propia Iglesia.

Luis Henríquez. 7 de mayo, 2013.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy humanos el cansancio y el hartazgo... y si Jesucristo se hubiera cansado y dado por vencido ¿Que sería hoy? Si, se experimenta el cansancio y el hastío, más no debemos dejar que esto intervenga en nuestra fe y relación con Dios. La Iglesia peregrina (formada por pecadores) no debe cerrar los ojos a todos sus errores y sí reconocerlos, enmendar el rumbo, resarcir los daños implorando la Misericordia de Dios que no se cansa de perdonarnos a pesar de lo que empeñados que estamos (como humanos y católicos) en seguir contrarios a lo Él nos pide y que cada vez nos lleva más a perder la dignidad de Hijos de Dios, la libertad verdadera y hasta la rpopia integridad como seres humanos.