"El papa Francisco ha advertido del 'daño' que ocasionan al pueblo de Dios los hombres y mujeres de la Iglesia que son 'carreristas', escaladores, que usan al pueblo, a la Iglesia, a los hermanos y a las hermanas --a quienes deberían servir-- como trampolín para los intereses propios y las ambiciones personales".
No puedo sino estar de acuerdo con las palabras del Papa; salvo, acaso, en un detalle: es la propia Iglesia, institución nepotista donde las haya (nepotista a lo bestia, y al precio, casi siempre, de rebajar las exigencias de la fe), la que hace realidad todo eso que denuncia el papa Francisco.
La Iglesia es nepotista, amén de hipócrita e incoherente, cuando "a dedo" casi siempre coloca a toda suerte de profesionales seglares en educación, sanidad o servicios sociales, sin EXIGIR EN PRIMER LUGAR que estos sean militantes fieles al Evangelio, al Magisterio.
Y luego viene el bueno del papa Francisco, nuestro siervo de los siervos de Dios, a condenar lo que la propia Iglesia secularmente viene haciendo desde...
En fin.
Luis Henríquez. 9 de mayo, 2013.
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