3/1/2009
No te engañes, Teófilo: mientras tú sigues ensayando la militancia cristiana, y no tienes poca cultura teológica ni escasa información de lo que pasa en nuestro mundo, una mayoría de trepas, burócratas, espiritualistas desencarnados, antimilitantes, arribistas, meros enchufados y secularistas mundanos pueblan casi todos los ámbitos eclesiales, mientras los obispos parecen mirar para otro lado. ¿Cuántas de las jóvenes enchufadas en trabajos de la Iglesia católica tienen familia numerosa, por ejemplo, según la doctrina católica enseña? ¿Cuántas son realmente militantes enamoradas de Jesucristo y de su Iglesia?
La situación para mucha gente es muy jodida, amigo, en lo económico, laboral y personal: verbigracia, a ti la miserable y ruin hipocresía eclesiástica te ha jodido fuerte este curso; a mí me lleva jodiendo hace siete años. No sé de dónde sacas las fuerzas para seguir en el tajo. En vista de lo podrida que está la Iglesia, en vista de la existencia de sujetos hipócritas, figurones y mediocres a granel en esta Iglesia, por ejemplo -fíjate en que no digo del bloguero Fernández de la Cigoña, este seguro que es un buen tipo, celoso católico, aunque con alguna frecuencia no comparta yo mismo sus opiniones, y tan amigos-, prefiero refugiarme en el cine, la música, la creación literaria y el deseo de leerme las obras completas de Mario Vargas Llosa, por ejemplo: un tipo muy liberal, cierto, pero que escribe como los ángeles.
¿Para qué tratar de ser militante en esta Iglesia católica que tanto huele a podrido, si por tratar de ser militante te van a putear más, no solamente en la sociedad sino también en la propia Iglesia?
¿Para qué, mi querido amigo?
Luis Henríquez. 17 de mayo, 2013.
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