He escuchado solo los audios del cardenal italiano Angelo Sodano y el del también cardenal Darío Castrillón, que es mexicano. Así que no habiendo escuchado todos los audios, igual no he alcanzado a tener una visión global o “de conjunto”.
De todas formas, tras haber escuchado a ambos príncipes de la Iglesia católica siento reconfirmarme en una teoría que tengo. A saber: una de las causas de que incluso el papa Juan Pablo II quisiera ocultar los casos de pederastia -protegiendo, al menos inicialmente, a su amigo Marcial Maciel- tiene que ver con la idea, muy inserta en toda la reflexión teológica tradicional católica, de que la castidad y la virginidad consagradas son estados de vida superiores al ejercicio de la sexualidad humana propio de los seglares.
Cierto que hay seglares que han sido canonizados por la Iglesia católica; incluso, matrimonios, como los muy castellanos san Isidro Labrador y santa María de la Cabeza, o como los padres de santa Teresa de Liseux. Sin embargo, la teología católica desde siempre ha afirmado lo que meramente apunto. Es algo que todavía el papa Juan Pablo II defiende, literalmente, en un número de su carta apostólica Mulieris Dignitatem, me parece recordar.
Desde esa superioridad de la castidad o virginidad consagradas sobre la sexualidad humana, vivida incluso en el matrimonio, es como habría que entender, me sigue pareciendo a mí, la secular benevolencia con la que desde la Iglesia católica se gestionó el asunto de las barraganas de los curas, episodio que se mantuvo durante siglos y siglos. Dicho en la lengua de Sancho Panza: por mantener una vocación religiosa o sacerdotal, bien podía valer sacrificar la dignidad de las personas (mujeres y menores, principalmente) a base de sexualidad no precisamente dignificante o liberadora.
Con todo, no estoy queriendo dar a entender que la Iglesia católica no valore el matrimonio cristiano o entre cristianos, no, en modo alguno; ya he reconocido que lo tiene en muy alta estima, en el grupo de los siete sacramentos, nada menos, pero sí que me parece que se ha dado -y aún quedan resabios de ello- una suerte de sobrevaloración del estado de vida religiosa profesa incluso al precio de ocultar prácticas sexuales lesivas de la dignidad humana. Expresado de nuevo en la lengua de Sancho Panza: “por el estado de vida religioso, por mantener, por salvar una vocación, algunas concesiones a la sexualidad humana cabía admitir”.
En definitiva: en los dos audios que he escuchado, sí que se advierte claramente una permanente confesión de amor y de fidelidad a la Iglesia por parte de ambos cardenales, al tiempo que el gran ausente se me hace que es el expresar el horror arrepentido por la indignidad de los abusos sexuales perpetrados por el corrupto Marcial Maciel contra jóvenes, mujeres y menores.
Buena tarde.