¿Por qué hay tanta gente empeñada en poner permanentemente en solfa o entredicho la enseñanza del Magisterio? ¿Para intentar purificarla o para intentar echarla abajo? ¿En nombre de una supuesta fidelidad al Evangelio o en nombre del libre pensamiento?
Uno de los más graves problemas de la Iglesia universal no es la cantidad de errores (supuestos o reales) de su Magisterio, sino el permanente clima de contestación intraeclesial y extraeclesial imperante. Dicho de otra manera: lo que lastra a la Iglesia son los cristianos tibios, como reconoció y “denunció” este sábado 20/4/2013 el papa Francisco en la homilía de una misa que celebró en el Vaticano. Los cristianos tibios, empeñados en construirse una fe (¿cristiana?) a su medida, más o menos a la carta.
Buen domingo.