El papa Francisco, que es jesuita, recomienda la confesión, y también el rezo del rosario, especialmente durante este mes de mayo y en familia. Se ha manifestado contrario al aborto, al matrimonio homosexual, a la cultura de la muerte, al relativismo, a la proliferación de los cristianos tibios o cristianos "satélite"... Es el Papa, argentino y jesuita, quien enseña todo esto, no yo cabreado.
Sin embargo, ahora que se anuncia que el propósito Adolfo Nicolás visita ya desde hoy domingo 5 de mayo España, la Compañía de Jesús en España, no puedo dejar de considerar que la mayoría de las movidas jesuitas que yo conozco son progres; algunas, radicalmente progres (guiños al aborto, guiños a la homosexualidad, guiños al oenegeísmo de corte progresista, guiños a toda suerte de heterodoxias, guiños al parejismo al margen del matrimonio, guiños a los matrimonios de corte neoburgués insensibles a la apertura generosa a la vida, el compromiso militante y la espiritualidad conyugal).
Pero bueno, igual en otros provincias jesuíticas del territorio español siguen abundando los magníficos testimonios de vida cristiana impulsados por la Compañía de Jesús: bendito sea Dios.
Postdata: y pensar que mi abuela María Cabrera tuvo 13 hijos; mi abuela materna Aurelia (mi madre porfía en que se llamaba Aurora), 4; mi madre, que Dios me mantenga en este mundo muchos años, 5 tuvo, más un aborto natural... Y considerar que la inmensa mayoría de las jóvenes católicas de nuestro tiempo, incluidas las enchufadas en trabajos eclesiales, no pasan de la parejita... Con lo cual se deduce que, o usan métodos anticonceptivos (práctica condenada por la propia "empresa" de la que comen), o no viven con un mínimo de radicalidad y de coherencia la doctrina de la iglesia sobre el matrimonio, o bien no usan de la sexualidad conyugal, o bien hacen un uso de los métodos naturales de manera anticonceptiva, práctica que también rechaza la Iglesia católica...
Aunque claro, aquellos de hace 50, 80 o 100 años eran otros tiempos; hoy día la mujer se ha incorporado al mercado del trabajo, a la vida social (lo cual es bueno, es un signo de los tiempos, en expresión del beato papa Juan XXIII), hecho que también significa que es muy complicado conciliar la vida familiar con la vida profesional. Pero el quid de la cuestión está en que el Magisterio sigue proponiendo como modélico y meritorio y santo todo esto: la apertura generosa a la vida, el compromiso militante y la espiritualidad conyugal; y resulta que ni la mayoría de los matrimonios cuyos miembros viven en lo profesional de la Iglesia (honrosas excepciones aparte, que siempre hay, bendito sea Dios) parecen tomarse en serio, en función de sus obras (¿o ya no vige aquello de que el árbol se conoce por sus frutos?), la doctrina magisterial sobre el matrimonio.
Qué pasada. Y entretanto yo, al tiempo que denuncio todo esto que, en palabras del forista Kaoshispano es señal de la demolición actual de la Iglesia, sigo puteado, ignorantado (Víctor Ramírez dixit), despreciado por la inmisericorde hipocresía eclesiástica, quiero decir, por ciertos eclesiásticos próceres y apoltronados de la Diócesis de Canarias (especialmente, ya sabemos, aunque no solo). O lo que es lo mismo: a mí ni agua, y a toda esa cohorte de pasotas del Magisterio, los mantiene en plantilla, con nómina, of course.
De modo que la perenne pregunta, la permanente tentación: siendo así las cosas en la Iglesia católica, habiendo sido un servidor tratado así, ¿para qué empeñarse en creer el Credo? Estoy convencido de que muchas otras personas, por mucho menos de lo que han perpetrado contra mí, ya habrían mandado a la Iglesia católica a hacer puñetas.
En fin...
En fin...
Luis Henríquez. 5 de mayo, 2013.
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