sábado, 4 de mayo de 2013

"Continúan las 'denuncias' del papa Francisco"



¡Pero papa Francisco!, si lo que más parece abundar en la Iglesia son los que desean hacer carrera (trepas de variada condición), los envidiosos (a mí mismo, "puteado" por ciertos eclesiásticos, me acusan de ser envidioso porque denuncio lo que denuncio), los celosos, los desencarnados, los advenedizos o arribistas, los mundanizantes, los antinatalistas, los meros enchufados que apenas arriesgan nada en el camino de la fe...


Y también parecen abundar los obispos que miran para otro lado, que pasan de ejercer de "episcopos", o que aman la buena vida muelle y aburguesada.


Y si esto es tremendamente abundante en la Iglesia, papa Franciso, como usted está denuciando un día sí y otro también, en alguna medida es por mi culpa, lo reconozco, o sea, por mi pecado personal, por mi mal testimonio cristiano, no lo niego; pero especialmente es así porque curas, obispos y hasta seglares con delicada responsabilidad eclesial así lo vienen consintiendo desde hace décadas, "pactando" con el mundo.


De modo que tenemos lo que nos merecemos: una Iglesia sosa, desangelada, una Iglesia de figurones y no de militantes, una Iglesia de gente "cauta" y no de valientes.


Postdata: papa Francisco -que nunca leerás este escrito, obvio, y si alguno de tus obispos lo leyera, se apresuraría a tratar de no darle ninguna publicidad-, yo soy un militante cristiano puteado por la Iglesia, quiero decir, por algunos eclesiásticos muy hipócritas de la Iglesia que pastoreas... Y últimamente te escucho advertirnos a los católicos, que somos a la vez tus hermanos e hijos tuyos en la fe católica, advertirnos sobre los peligros de no tomarnos en serio la fe, sobre los peligros de ser tibios...

Qué pena me da todo esto: yo quise en su momento no ser tibio y renuncié a todo, incluso a un trabajo, ingresé en el Seminario Diocesano de Canarias, quemé las naves, luego me salió mal la jugada y, aunque he pedido ayuda a autoridades de tu Iglesia, papa Francisco -aunque ya sé que la Iglesia es de todos-, solo he recibido ninguneo, indiferencia y desprecio.

Yo, ninguneo, indiferencia y desprecio; innúmeros trepas, figurones, antimilitantes, burócratas, mundanizantes, antinatalistas, arribistas y meros enchufados, viven en lo profesional de la Iglesia católica...

Por eso me cuesta creerte, papa Francisco, cuando predicas, tomándote muy en serio aquello de San Pablo: "Ay de mí si no evangelizara". Pero me cuesta creerte, lo confieso; y eso que me esfuerzo, y eso que creo que de verdad tú, santo padre Francisco, siervo de los siervos de Dios, amas a Jesucristo y a su Iglesia.

Perdón, santo padre, no me cuesta creerte, lo que me cuesta es creer que las cosas vayan a cambiar en la Iglesia. A mí algunos eclesiásticos miserablemente hipócritas, especialmente desde la Diócesis de Canarias, aunque no solo, me han ignorado, despreciado, humillado y puteado. Y lo que me parece aprehender en la vida de la Iglesia es que todo sigue igual: el criterio último y decisivo, el fundamental, el fundante, no parece ser la fe militante profesada, sino el enchufe de que se pueda disponer.

En fin: Dios quiera, papa Francisco, Dios a través de la acción de su Espíritu, que las cosas mejoren en esta Iglesia que tú ahora pastoreas, parece que con entusiasmo, con entusiasmo más de siervo de los siervos de Dios que de Sumo Pontífice, pero sigo siendo sincero, sincero hasta los huesos, en expresión tan cara a mi admirado César Vallejo: mantengo dudas sobre que las cosas vayan a cambiar radicalmente en la Iglesia católica.

Aunque ojalá me equivoque...

2 comentarios:

CHARO dijo...

Deseo un cambio radical para mi Iglesia, que sea auténtico testimonio de Cristo, quiera Dios que sea posible.Saludos

ayporquenosoycomodonquijote dijo...

Creer que ese cambio que dices tú misma, Charo, es posible, es similar a creer en la naturaleza divina de la Iglesia, quiero decir, en su origen.

Pero los hechos se imponen. Esto es, cualquier observador externo interesado analiza lo que el Evangelio y el Magisterio enseñan sobre esto y aquello, y lo compara con lo que el común de los fieles católicos hace, vive, y desde luego convendrá conmigo -y acaso contigo, seguro que con muchos analistas-, que cualquier parecido es mera coincidencia.

Sin duda, católicos auténticos nunca han faltado en 2.000 años de historia de la Iglesia universal; empero, hoy día parecen tan escasos, tan escondidos, y los obispos en general parecen tan pasivos, tan permisivos...

Yo me siento exhortado o impelido a creer en efecto en esta enseñanza de la Iglesia: el Espíritu Santo es Quien gobierna la Iglesia, es decir, es Quien la impulsa, abriendo vías de santidad, de testimonio evangelizador... Pero por otra parte abro los ojos, aguzo el oíso, toma conciencia de lo que ocurre en la sociedad occidental sobre todo, y no puedo llevarme a engaño, al menos por honestidad para conmigo mismo: la iglesia católica en España, por no irnos más lejos, es patética por incoherente, mundana e hipócrita.

Siempre a mi juicio, claro. La mía no es Palabra de Dios.

Saludos. Buen domingo, día del Señor.