Leonardo Boff:
Está muy bien lo que dices (o gran parte de lo que dices), y tus buenos deseos para la reforma de la Iglesia, y tus esperanzas puestas en el papa Francisco, latinoamericano como tú, también están muy bien. Eres un hombre sabio, erudito, y curtido ya en mil luchas y batallas, no pocas de las cuales han tenido a los pobres como protagonistas, quiero decir, su liberación, la defensa de sus derechos.
Pero a veces me da la impresión (¿o es sospecha?) de que intentas meter en tus esquemas al nuevo Papa. Y yo pregunto: tus esquemas vitales o existenciales, ideológicos y sobre todo teológicos y cristológicos actuales, ¿son católicos?, ¿están en comunión con la fe de la Iglesia que ahora pastorea el papa Francisco?
Bergoglio, como nuevo obispo de Roma, desde la sencillez de sus gestos pastorales y su catequesis que se entiende más que la de Benedicto XVI porque exhibe menor altura teológica -pero ambas son católicas, obvio-, recomienda a los católicos que nos confesemos. Un exobispo episcopaliano como el intelectual y profesor escocés Richard Holloway (ya no es obispo, ni siquiera es cristiano, no cree ya que Jesús fuera Cristo, el Hijo del Dios vivo, cree que la Iglesia universal -y lo mismo de todas las iglesias- es un invento humano, considera que la confesión es una manera de mantener el control sobre la gente ejercido, ese control, por una casta sacerdotal intermediaria entre lo divino y lo humano, etcétera) descree del sacramento de la confesión o reconciliación (en una línea similar a la sostenida al respecto por ese genial filósofo y penetrante psicólogo que se llamó F. Nietzsche); sin embargo, el papa Francisco no, en varias ocasiones ha confesado que cree en su razón de ser, en su eficacia, e incluso nos exhorta a los católicos a que acudamos a él con frecuencia. Naturalmente, paso de meterme en tu conciencia, en si te confiesas o no actualmente, pero sospecho que estás más cerca de la postura liberal postcristiana de alguien como Richard Holloway que de la postura católica del papa Francisco; ergo, no termino de entender qué pretendes como nuevas reformas para la Iglesia católica.
Al menos hasta la fecha, ni dos meses que lleva como Papa, el argentino Jorge Mario Bergoglio no ha negado nada sustancial del llamado depósito de la fe; en tu trayectoria como teólogo heterodoxo, tú sí. Es decir, no niego tu derecho a hacerlo, a haberlo hecho, allá tú (y de algunos libros tuyos que me he leído, he aprendido cosas muy valiosas; gracias, hermano mayor en la fe), a buscar la verdad con tus luces y talentos, pero el caso es el que es, el que ha sido. De modo que entonces, ¿en qué quedamos?
El papa Francisco está en contra del aborto. ¿Tú? El papa Francisco (es decir, al menos lo que sabemos de él como cardenal Bergoglio) está en contra del llamado matrimonio homosexual, al que no dudó en calificar de “obra de Satanás”. ¿Tú? En alguna de sus catequesis de los miércoles, ya ha afirmado que cree en la estructura jerárquica de la Iglesia católica (en la cual creía también el papa Juan XXIII), de la cual es él ahora su cabeza más visible. ¿Tú? Como contrario al aborto, el relativismo, el cáncer de los cristianos “tibios y satélites" (son palabras suyas las entrecomilladas, del papa Francisco), y como contrario al matrimonio homosexual, seguro que el papa Francisco cree en el ideal del matrimonio cristiano como iglesia doméstica, escuela de solidaridad, abierto generosamente a la vida (cosa que hoy día, como tantas veces reconozco en mis escritos, no vive casi nadie en la Iglesia católica, ni siquiera la inmensa mayoría de los seglares enchufados en trabajos eclesiales: escuela católica, facultades teológicas, profesorado docente de Religión para la escuela pública, Cáritas y otras movidas asistenciales confesionales, ¿porque son también cristianos "tibios y satélites" no pocos de ellos y ellas?…), a la solidaridad y a la espiritualidad. ¿Tú?
Y así podríamos seguir con una larga lista, pero es sábado por la mañana y he de ir a hacer la compra semanal. Con tu permiso... Saludos fraternos, hermano Leonardo. Que te siga yendo bien en la vida, que creo que te va bien, al menos en lo económico, en lo profesional-económico: das clases en facultades prestigiosas, publicas libros que te dan pasta (los que yo publico no me dan apenas nada y no son muy leídos), participas en congresos mundiales donde te aplauden, concedes entrevistas aquí y allá... Pero créeme que estoy cerca de ti cuando te quejas, muy de tarde en tarde, del mal trato que llegaste a recibir por parte de instancias eclesiásticas católicas y por parte de personas de carne y hueso con nombres y apellidos. Te comprendo bastante, porque si tú las recibiste como sacerdote franciscano que entonces eras, como teólogo que ya se iba abriendo un hueco en el panorama de la teología católica internacional (fuiste alumno y doctorado de Joseph Ratzibnger, nada menos, el futuro papa Benedicto XVI hoy emérito), yo, mucho más modesto y provinciano todo en mi vida, sé también de todos esos desprecios eclesiales. Tú, en el pleno y soberano ejercicio de tu libertad, te has ido alejando de la fidelidad ortodoxa y de la comunión visible con la fe de la Iglesia católica; yo, acaso idiota (para algunos amigos y conocidos, lo soy sin duda), sigo queriendo ser fiel a ella, a la Esposa de Cristo, al tiempo que me parece contemplar cómo se derrumba, quiero decir, cómo parece derrumbarse, venirse abajo por causa de tanto trepa, burócrata antimilitante, advenedizo, mediocre, antinatalista, figurón, mundanizante y mero enchufado que vive de ella, profesionalmente hablando, sin servirla como ella en teoría querría ser servida. Y todo esto sucediendo a la vez que el desprecio, el ninguneo y el puteo que ha venido sufriendo mi vida, como ya saben mis más fieles lectores (a los que aburro soberanamente con estas mis cuitas, lo sé; disculpas, una vez más, y ya van no sé cuántas), perpetrados contra mí por la hipocresía eclesiástica de la Iglesia que peregrina por España, especialmente por la que planta sus tiendas en la Diócesis de Canarias.
Reitero mis saludos, Leonardo Boff. Tengo entendido que vives en tu Brasil natal en una casa profundamente ecológica, en consonancia con tu ideario ecologista actual (toda llena de plantas, aves exóticas...), con tu compañera de vida, acaso con algunos hijos de ella y nietos suyos que son también tuyos. Qué envidia. En una casa así dialogar amigablemente escuchando la música telúrica y mística del gran Milton Nascimento, paisano tuyo (uno de mis músicos populares favoritos, a mí que me seduce completamente la música brasileña, la MPB), debe ser, uff, madre mía. La voz de Milton sigue siendo uno de los sonidos humanos más bellos que ha parido en las últimas décadas la Madre Tierra, en expresión laudatoria hacia esa incomparable voz venida del obispo y poeta Pedro Casaldáliga. Obispo y poeta que también dice de Milton: "Canta Milton; es imposible que las estrellas no parpadeen".