domingo, 13 de mayo de 2018

sergio méndez

La pena es que con tanta insistencia en las bondades y excelencias de la familia cristiana, cat’olica y apost’olica, se desmerece el testimonio de tantos otros “modelos” de familia que, perogrullesco casi es decirlo, tambi’en son leg’itimos, generosos, altruistas, empeñados en la solidaridad… Sin embargo, por defender la raz’on de ser de todos los modelos posibles que se consideren v’alidos, no debe caerse en el extremo, me parece, de acabar negando el pan y la sal a la familia cristiana. Verbigracia: seis meses estuve en los kikos, hace de ello por lo menos veinte años, o m’as,siendo yo muy joven, y no progres’e porque me parecieron desde un principio muy espiritualistas desencarnados, muy conservadores en lo social, en un tiempo en el que yo andaba m’as bien “prendado” por un movimiento cristiano de promoci’on de militantes. Sin embargo, desde aquel entonces hasta hoy he conocido a mujeres j’ovenes madres, las menos, de cinco o seis hijos, y las he conocido felices, realizadas, m’as all’a o m’as ac’a de los sufrimientos inevitables de la humana existencia.
Algo similar con el aborto. Con los Evangelios en la conciencia, el Magisterio, las grandes corrientes de espiritualidad, la experiencia de los santos, los escritos apost’olicos del cristianismo en sus or’igenes (la “Didaj’e”, por ejemplo) y la ciencia misma, es casi imposible que alg’un d’ia la Iglesia, por la voz autorizada de su pastor m’aximo, esto es, el Papa, admita la pr’actica del aborto. Ahora bien, la cuesti’on no es tanto de conciencia cristiana sobre el aborto, cuanto de “di’alogo” con la sociedad civil. Dicho con otras palabras: el aborto provocado carece de cualquier fundamento posible, desde la moral cat’olica, s’olo que como vivimos en un Estado laico, aconfesional…

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