domingo, 13 de mayo de 2018

doramas romero del camino
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En Atrio, en Redes Cristianas, en prácticamente todos los escenarios y foros donde se hace patente la mentalidad del progresismo eclesial católico, se defiende el aborto, el divorcio, la contracepción, la rebeldía hacia los pastores de la Iglesia, el matrimonio homosexual, etcétera. También se suele utilizar la figura de obispos mártires como Óscar Romero -en todo un hombre fidelísimo a la Iglesia, como Dom Hélder Cámara, entre otros citables-, a base de politizarla mucho, descaradamente, para oponerla a obispos supuestamente conservadores, en este caso, el obispo de Roma, el recién beatificado Juan Pablo II.

En verdad, ni entro ni salgo en si la beatificación de Juan Pablo II ha sido muy rápida o no.Tampoco me interesa ocuparme ahora de si el papa polaco consintió con los casos de pederastia en la Iglesia católica. Sin embargo, lo que me sigue pareciendo torticero es el uso que se hace en los medios del progresismo eclesial católico de realidades como el Concilio Vaticano II, sin citar ni un solo testo de éste que demuestre, pongamos, que Benedicto XVI es, como le suele acusar la progresía católica, con J.J. Tamayo a la cabeza, un reaccionario, un integrista, un autoritario y resto de improperios que se le suelen lanzar. Por supuesto, me figuro que alguien libremente puede opinar que el papa Benedicto XVI es integrista, reaccionario y hasta autoritario y poco aficionado a la música rock, pero pretender que es o sea todo eso porque se aparta de la doctrina del Vaticano II es falso de toda falsedad. Benedicto XVI es pecador, obvio, y como pecador que es y como falible y limitado, puede equivocarse y se equivova. También como Papa. Pero con los textos del Concilio en la mano y sobre todo en la mente, en la conciencia, él está mucho más cerca del Concilio Vaticano II que sus detractores que se empeñan en la coartada de esgrimir la fidelidad a ese Concilio sin citar ni un solo texto del mismo, no descontextualizado, para apoyar sus críticas y exigencias de reforma.

Ciertamente, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y ahora Benedicto XVI son personalidades distintas, cada una con sus particulariddes, con sus filias y fobias, con sus acentos y hasta con sus olvidos, defectos y pecados. Pero entre ellos la comunión doctrinal es prácticamente sin fisuras. Como lo fue la de Óscar Romero con respecto a la Tradición y el Magisterio. Por lo tanto, ¿a qué viene esa permanente campaña de hostigamiento al Papa, a base de proclamar desatinos como “Óscar Romero sí, el santo del Pueblo, Juan Pablo II no, el santo del Opus y de los sectores católicos más conservadores”?

ATRIO

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