domingo, 13 de mayo de 2018


“Dice el teólogo Juan José Tamayo...”

 

 

 

Mi trayectoria cristiana militante ha coincidido, innúmeras veces, en frentes de lucha común con no pocos cristianos progres (en su mayoría, católicos o que se dicen católicos); sin embargo, afirmaciones como unas recientes de Juan José Tamayo a propósito del inicio de las Jornadas de Teología de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, de la que es secretario el teólogo palentino, me parecen increíblemente difíciles de asimilar incluso por parte de católicos con conciencia crítica, con conciencia social, y que se siguen considerando militantes de la izquierda.

 

Me explico. Podemos los católicos rezar a Dios por el Papa, pedir al Espíritu que lo ilumine en su delicada labor de pastor de la Iglesia universal; incluso, es lícito, me parece, desear que el Santo Padre sea más "siervo de los siervos de Dios" que "gobernador monárquico de la Iglesia universal" -cosa que un Francisco de Asís, por ejemplo, que se arrodillaba ante los obispos, también quería-. Hasta es legítimo, me parece, pedir que se revise si debe seguir siendo Jefe de Estado y si debe tolerar que se le llame con esos títulos en principio tan poco evangélicos de “santo padre, santidad, santísimo padre”... Pero de ahí a afirmar, como hace Tamayo, que "el papado es la institución fundamentalista por naturaleza".  Al tiempo que lanza la piedra, como suele ser habitual en él, dejando caer que vendrían a ser fundamentalistas todos los católicos deseosos de ser fieles al Papa... "Qué fuerte", que dirían nuestros adolescentes. El teólogo palentino, también profesor de la Universidad civil Carlos III, ¿hace tiempo que se pasa tres pueblos? Muchos en la Iglesia católica sospechan y hasta están convencidos de que sí; por la parte que me toca, me merece el máximo respeto su persona, aunque no dejan de desconcertarme algunas de sus posiciones ideológicas.

 

Pero prosigamos. El Magisterio -incluido el beato Juan XXIII- condena la contracepción; los teólogos y teólogas de la Asociación Juan XXIII, no; por no hablar de muchas de las católicas feministas, no pocas de las cuales viven, en lo profesional, gracias a la Iglesia católica (técnicas de Cáritas y demás). Siendo así, ¿quién sirve al diálogo eclesial en la pluralidad, ciertamente, pero con vocación en pro de la unidad de la Iglesia universal, siguiendo la invitación del papa Pío XII, pongamos, que exhortaba a que hubiera una libre discusión en el seno de la Iglesia en materias “opinables”?

 

El Magisterio -incluido, inequívocamente, Juan XXIII- condena el aborto, el divorcio, la posibilidad del acceso de la mujer al ministerio ordenado, la ideología de género, la eutanasia, la permanente convocatoria a la desobediencia más o menos disidente a los pastores de la Iglesia... Los católicos progres de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII y demás convocados en torno a ésta, no,en absoluto. De modo que siendo así las cosas, ¿quién honra aquí la memoria y sobre todo la herencia espiritual y teológica del llamado "Papa bueno"?

 

En su delicioso libro Orar, compendio de su pensamiento espiritual (editado en España por Planeta), el beato Juan XXIII, el "Papa bueno", exhorta a los católicos a ser obedientes a la Iglesia, Madre y Maestra. Los que se autoconsideran herederos espirituales del "Papa bueno", justo apelan a todo lo contrario, a una permanente actitud de disidencia eclesial, apelando constantemente al espíritu del Concilio y pasándose al tiempo la letra, de ese mismo Concilio, por el forro. Extraño fenómeno, como poco, toda vez que esta Iglesia católica, sin duda está atestada de incoherencias, hipocresías e imperfecciones, pero de ahí a zaherirla permanentemente, como por sistema, como “por encargo” -sospechan no pocos analistas, “por encargo” proveniente de fuerzas laicistas enemigas de la Iglesia-.

 

En ese mismo libro, Juan XXIII exhorta a los matrimonios a vivir las bondades y noblezas del matrimonio cristiano, iglesia doméstica, escuela de solidaridad abierta generosamente a la vida (rechazo implícito y explícito de la contracepción) y a la espiritualidad en comunión con la Iglesia. Como buen hijo de campesinos, en la Italia profunda, el papa Roncalli debía tener muy claros cuáles eran los principios o fundamentos axiales de la vida. Empero, en los congresos de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, se habla elogiosamente de la contracepción, de la posibilidad del aborto, de los "nuevos modelos de familia" incluidos los formados por personas homosexuales, del feminismo de género -quien conozca el magisterio de Juan XXIII o haya leído un librito como Orar, convendrá conmigo en que no tienen nada que ver con el feminismo de género, radicalmente incrustado en el seno de la Iglesia-, de que la Iglesia  fundada por Cristo “no subsiste” únicamente en la Iglesia católica, de la aceptación del divorcio, de desobediencia sistemática a los obispos, de relativismo teológico...

 

Acabo. Puede que los congresos de Teología promovidos por la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII sean absolutamente verdaderos, audaces, militantes, críticos, revolucionarios, proféticos y hasta clarividentes. A decir verdad, el modelo de Iglesia “horizontalista, laical, fraterno, igualitario y desclericalizado” lo comparto plenamente, sólo que la insistencia en proclamar la disidencia o heterodoxia con respecto a verdades axiales del “depósito de la fe”... Comoquiera que vengan a ser, tengo dificultades en aprehender que en efecto son católicos y que buscan la unidad de la fe católica desde el aprecio a la herencia espiritual y teológica de Juan XXIII -porque ya conocemos que lo que Juan XXIII alentó y predicó y dejó escrito, no coincide prácticamente en nada con lo que en tales congresos se defiende bajo el paraguas protector del papa Roncalli-. Puede que sean cualquier otra cosa, no afirmo que mala, puede que excelente -en verdad, quien estas líneas escribe sabe pocas cosas; muchas perplejidades, pocas certezas, y más en vista de esta Iglesia que tenemos en España, donde el espíritu funcionarial o burocrático parece estar ganando la batalla al espíritu o talante militante-, pero sí que no parecen expresar el “sentir de la Iglesia cum Petro et sub Petro”, algo muy querido por el papa Juan XXIII, de quien se siguen reivindicando herederos espirituales.

 

 

Septiembre, 2011. Islas Canarias. Luis Alberto Henríquez Lorenzo.

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