lunes, 14 de mayo de 2018

Paul Ricoeur, quien usted cita -o tú citas-,José María Castillo, era cristiano, de confesión protestante, de modo qu habría que preguntarse por el alcance de la tolerancia defendida como una virtud cívica, aparte de evangélica.
Con todo, el nudo gordiano vuelve a ser el mismo que quise poner de manifiesto en los dos comentarios que acabo de escribir para otro escrito tuyo, hermano mayor en la fe y teólogo José María Castillo, a saber, hasta dónde me cabe apelar a la tolerancia con relación a las ideas del otro cuando nos metemos en contenidos y asuntos de fe.
Yo, por ejemplo, nunca he comulgado de rodilas, salvo acaso en mi Primera Comunión, y casi nunca recibo la comunión en la boca, slvo en las liturgias que celebra la pequeña comunidad de monjes benedictinos que visito con frecuencia. Con esto quiero señalar que, pese a que los católicos más integristas suelen poner el grito en el cielo con rspecto a lo que ellos llaman "formas indignas de recibir al Señor en la comunión", el que yo y mucha otra gente prefiera poner las manos para recibir lacomunión me parece que sí es un asunto de tolerancia, una práctica opinable en la Iglesia católica, dentro de lo que es la disciplina de los sacramentos -al menos de momento, toquemos madera-. Pero la propia Iglesia, por boca de sus pastores, y por medio de la enseñanza del Vaticano II, ya que tanto se acude al mismo, prtende enseñarnos que hay cuestiones que no son tan objeto de libre opinión ni de "tolerancia" dentro de la Iglesia..

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