domingo, 13 de mayo de 2018


“Un par de preguntas a los colectivos feministas”

 

 

A raíz de la reciente manifestación (primeros días del corriente mes de marzo, 2010) de diversos colectivos feministas españoles, bajo la petición de que la ONU acabe por expulsar al Vaticano de su seno, estoy segurísimo de que no pocas católicas que se consideran feministas y progresistas van a estar de acuerdo con esa reivindicación feminista patria que pretende conminar a la ONU misma, a que se libre del influjo de la voz autorizada de la Iglesia. Y también estoy seguro de poder afirmar que lo pretenden para que así, libres todos y sobre todo todas de la "fundamentalista y antidemocrática injerencia" de la Iglesia en los asuntos internacionales de la ONU, esta organización encuentre vía libre para legislar a favor del aborto, la contracepción, el imposible matrimonio homosexual, los programas de esterilización masiva de la mujer puestos en circulación principalmente en el Tercer Mundo, so pretexto o bajo capa de educación sexual, derechos reproductivos de la mujer...

     Vamos, que pretenden apagar la voz de la Iglesia, que sería para ellas, como buenas feministas que son, algo así como un piojo molesto, una mosca cojonera que constantemente ha de recordar lo fundamental que deben seguir siendo valores, hoy tan conculcados en Occidente, como el respeto a la vida humana, desde el momento de la concepción al de la muerte natural, la maternidad –casi siempre considerada por los movimientos feministas, salvo raras excepciones, como una carga patriarcal opresora de la mujer-, la familia constituida por la unión amorosa, estable, protegida social y jurídicamente, fiel y fecunda, entre hombre y mujer, etcétera.



 

     Con todo, entendiendo como entiendo que ese es justamente el propósito de las organizaciones feministas, o de muchas de ellas al menos, siempre con las excepciones de rigor confirmantes de la regla, lo que no termino de entender y encuadrar en su justa medida es el conjunto de simpatías progres, también presente y hasta ya común en muchas sensibilidades feministas, hacia el Islam; conjunto de simpatías y guiños de ojo que suele asimismo ser proporcional al desprecio que experimentan hacia el cristianismo.

     Y no lo entiendo porque la mujer musulmana por regla general es muy religiosa y a menudo piadosa, partícipe de un intenso sentido del pudor, muy fiel a su religión, está mucho menos secularizada-paganizada que la mujer occidental media, cree en la familia, vía ley islámica, y en los hijos: suelen tener, de promedio, muchos más hijos que las mujeres occidentales; y más aún si las mujeres occidentales se declaran feministas –a su vez, por lo común, incluso aunque se declaren católicas feministas, muy desafectas hacia las mujeres católicas pertenecientes a los grupos católicos considerados más conservadores, pues estas sí tienen mucha más apertura a la maternidad-, pues para muchas de estas la maternidad sigue siendo, como queda ya apuntado líneas más arriba, una carga patriarcal y todo eso típico de la ideología feminista excluyente.

02/03/10 11:23 AM

 

LUIS ALBERTO HENRIQUEZ LORENZO. Marzo, 2010. Gran Canaria, Islas Canarias.

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