domingo, 13 de mayo de 2018

doramas romero del camino


La expresión “pérdida del sentido del misterio” en la vivencia sacramental católica es una expresión clásica de la reflexión eclesiológica oficial de la Iglesia. Considero que el Magisterio la haría suya; de hecho, me parece que está muy en línea con el Magisterio. Yo que escribo este comentario, al contrario, me creo, que la mayoría de los que opinan en Atrio, no soy contrario al Magisterio.

Reconozco esto que acabo de decir no para amonestar a los que no lo son, a los que no desean en su vivencia espiritual, católica o lo que fuere, esa fidelidad; confieso lo que confieso para informar de cuál es mi perspectiva, mis puntos de arranque.

Sin embargo, aunque deseoso de esa fidelidad tengo ojos, oídos, entendimeinto y voluntad propia. De manera que mi experiencia personal me informa de lo siguiente: la Iglesia por iniciativa de sus pastores tendrá sin duda motivos muy loables y ciertos para proponer la llamada misa tridentina; no obstante, mi comprobación personal me informa de lo siguiente: al menos hasta la fecha en que escribo esta reflexión y según el limitado alcance de mi comprobación personal, los fieles devotos de esa forma litúrgica “extraordinaria” me han parecido personas de mentalidad muy conservadora, muy de derechas.

Lo que acabo de señalar podría no tener mayor importancia, salvo, tal vez, lo siguiente: cuando digo personas “de derechas, personas conservadoras”, me refiero a personas que, pongamos, aparcan cerca de la iglesia en que se va a celebrar la misa según la liturgia preconciliar en latín, Audis, Mercedes, BMV, imponentes todoterrenos… Algunos de esos fieles, me consta, además viven en espléndidos chalés en zonas residenciales.

De suyo, la llamada liturgia tridentina no es de derechas ni de izquierdas, sino que pertenece al depósito de la fe de la Iglesia católica. Empero, es un hecho yo diría que incuestionable o casi que es defendida sobre todo por fieles católicos de mentalidad tradicionalista, de derechas o conservadora. Lo cual tampoco tendría por qué constituir por sí solo una especie de “delito”, pues podría ser que la no defensa de ese forma litúrgica que ahora se pretende impulsar en la Iglesia católica sea una omisión por la que habría que pedir cuentas a los sectores del progresismo católico. Digo, es un suponer esto último afirmado.

Por lo demás, aunque también conozco a personas izquierdistas que se mueven en cochazos (BMW, Audis…), es muchísimo menos frecuente encontrar esos signos de ostentación y otros similares en personas de mentalidad progresista, izquierdista, solidaria.

Por lo tanto, dejando a un lado el rico tesoro espirutual-sacramental de esa forma litúrgica extraordinaria, debo seguir reconociendo que yo me acercaría a ella desde los “prejuicios” que he tratado de señalar. Los prejuicios que se derivan de la circunstancia de que alguien, esto es, yo mismo, siga percibiendo como lo percibe cuál es el espacio social que hasta el momento se muestra como principal receptor de ese rito litúrgico. Un espacio conformado por hijos e hijas de Dios y, por ende, hermanos nuestros todos en la fe cristiana profesada, sin duda, y a Dios gracias por ello, sólo que por su mentalidad, por su escaso sentido militante, incluso por su conservadurismo social…

Pues eso.


ATRIO 

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