domingo, 13 de mayo de 2018

luis alberto henríquez lorenzo

Hace unos días falleció, a los 74 años, la excepcional intérprete de música folklórica o popular argentina Mercedes Sosa. Era una figura de talla universal, unánimemente aplaudida y reconocida, aunque en gran medida “odiada y perseguida” por muchos enemigos de la libertad,la justicia y de los derechos humanos.
En el último tramo de su vida, sobre todo a raíz de la superación de una gran depresión que sumió a la buena de Mercedes en unas tinieblas que le impedían cantar y la invitaban constantemente sólo a dormir, Mercedes Sosa (llamada “La Negra” y “La voz de América”) fue acercándose a Dios, al Dios de sus padres, tan presente en no pocos miembros de sus familias (tíos curas y tías monjas…). Al Dios que nos manifiesta Jesucristo.
Pues bien, como era del todo previsible las crónicas que se le hicieron en su momento, ya digo que hace apenas unos días, desde una página web llevada por comunistas ortodoxos, marxistas-leninistas, ni siquiera señalan esa crucial circunstancia en la trayectoria vital de la irrepetible intérprete argentina. Al más puro mestilo marxistizoide negador del pan y la sal a la religión, pasan por alto algo tan decisivo.
Y es que el marxismo es, desde la perspectiva de la fenomenología del hecho religioso, completamente miope para reconocer y apreciar el fenómeno religioso como hecho humanizador. Ahí, para demostrarlo, contamos con montañas de ejemplos.
Desde esa página web mantenida por marxistas más o menos ortodoxos, ni que decir habría que los juicios vertidos hacia la Iglesia en realidad son siempre y por sistema, contra la Iglesia; sin fundamento filosófico ni histórico, sin mesura, sin capacidad de diálogo y de respeto, con permanente acritud y ganas de hacer daño, los comunistas que opinan en esa web lanzan toda clase de insultos contra la religión en general y la Iglesia católica en particular, al tiempo que silencian (ni media palabra han sido lo suficientemente honestos para pronunciar al respecto) que en menos de cien años de trágica existencia, el comunismo ha ocasionado, en los distintos regímenes en que ha tratado de manifestarse o instalarse y a menudo bajo la ignominia de las formas más cruentas y atroces de represión, ha ocasionado, decíamos, más de cien millones de muertos: torturados finalmente asesinados, ajusticiados sin juicio alguno, represaliados con total saña hasta la muerte…
Todo son críticas a la Iglesia (santa y pecadora, quién en serio va a negar que esto es así), pero nada de pedir disculpas por los propios daños ocasionados a la humanidad por el comunismo, que son inmensamente más cruentos, despiados, deshumanizantes, sanguinarios y asesinos que los que haya podido ocasionar la bimilenaria historia de la Iglesia (Las Cruadas, la Inquisición…).
Si así funcionan los últimos comunistas mohicanos que nos van quedando, imaginémonos por un momento cómo van a tratar el tema del aborto, cómo de hecho lo tratan; es decir, qué es para ellos la sexualidad humana, qué debe ser la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Para tales comunistas fanáticos, toda restricción al aborto es un atentado contra los derechos de la mujer; todo intento de normativizar las conductas sexuales, un acto represivo. (Qué curioso: Lenin decía a sus adoctrinados y demás correligionarios que un buen luchador marxista no debía tener problemas sexuales, pues la lucha militante debía ocupar todo el tiempo; sus bisnietos y tataranietos actuales, sí son más apasionados por el sexo, señal de que son también mucho más burguesotes y meros vividores que en realidad ya no luchan por cambiar la sociedad.)
Hasta aquí este breve apunte.
LUIS ALBERTO HENRÍQUEZ LORENZO



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