sábado, 12 de mayo de 2018

Comentario de agustín romero
Una gran cantidad de confesionarios permanentemente vacíos; sacerdotes que, sin entrar a juzgarlos, prácticamente nunca se sientan a confesar a los fieles; misas en las que, por lo general, el sacerdote oficiante jamás de los jamases advierte que el acercarse a recibir la Comunión no debe constituir una especie de derecho adquirido así como así sin más exigencia que la de no haber cometido pecados de los llamados muy gruesos (no matar, no violar, no robar...)...

Con lo anterior pretendo señalar que muy a menudo la más que obvia crisis por la que atraviesa el sacramento de la penitencia, no es culpa exclusiva de la poca formación catequética o doctrinal de los fieles laicos todos, ni siquiera de su poca conciencia de pecado, sino que es consecuencia directa del desinterés de muchos curas, que no predican con el ejemplo. Máxime teniendo en cuenta que la doctrina de la Iglesia no ha cambiado al respecto, de manera que sigue exhortando a que sin una confesión frecuente no se debe comulgar frecuentemente.

Es un secreto a voces que millones de fieles católicos pasan de tales exhortaciones, como de muchas más, y nada sustancial se hace al respecto. Y cuando digo nada, quiero decir nada.
28/02/10 7:14 PM

Comentario de agustín romero
Es más, conozco varios casos de fieles católicos que, a mi entender sin haber llevado tampoco una vida muy ejemplar como creyentes discípulos de Cristo -aunque sabido es que solo Dios juzga-, además han permanecido comulgando con alta frecuencia durante años, incluso lustros, sin confesar. De modo que pregunto, y ojalá se me pueda contestar por aquí, ¿qué sentido pueden tener y sobre todo haber tenido todas esas comuniones? ¿Construyen espiritualmente a la persona o, prolongando la exhortación de san Pablo en 1 Cor 11, 28-29, más bien están cavando su propia ruina espiritual...?

Insisto en que por mi propia experiencia personal, quiero asegurar que me parece que la praxis de la Iglesia en muchas ocasiones es flagrantemente contradictoria, equívoca: el Magisterio sigue siendo clarísimo a la hora de exhortar a una conversión permanente, que pasa, entre otras prácticas y actitudes que el fiel católico debe asumir, por la confesión frecuente; empero, el día a día nos informa, muy a las claras según se encargan de cantar los hechos, que luego no se es consecuente con la doctrina de la Iglesia.

De modo que lo que abundan son los fieles católicos que como ven que la cosa es laxa, pues se comportan como laxos, como tibios; tan tibios, que puesto que son tibios desconocen las palabras del autor sagrado: "A los tibios vomitará Dios de su boca".
28/02/10 7:26 PM

Completamente diáfano su decálogo, D. Guillermo Juan Morado. Pero permítame: tan diáfano es que, sin duda, me temo que para muchos espíritus católicos acostumbrados a lo laxo, el relativismo, la escasa formación catequética o doctrinal, la tibieza, el mundanismo o secularismo -y qué sé yo qué más-, sus palabras en forma de decálogo, perfectamente consonantes con el Magisterio, y éste con la Tradición, y la Tradición con la Palabra fulgurante y viva del Evangelio, van a caer en grandes capas de esa especie de desierto espiritual en el que, desconcertantemente, también parece haberse convertido la Iglesia; esto es, no pocos sectores de la Iglesia: católicos a título personal, comunidades enteras, tendencias...

Pero bueno, Cristo no pronosticó nunca que el camino fuera fácil.

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