La carta de D. Demetrio, obispo de Córdoba, me parece tan nítidamente católica que no sé si me asombra o no me asombra que arremetan contra ella y contra su autor.
Es una serie de aspectos esenciales de la fe de la Iglesia católica lo que expone el obispo católico. La verdad que es, la expone el obispo. Entonces, ¿por qué se le ataca? algunos incluso, con términos hirientes, despectivos.
Con todo, ya he tenido ocasión de reconocer aquí mismo en Atrio -afirmación mía que levantó más de una ampolla, pero ya estoy acostumbrado-, que si hay algo que no me cuadra de todo este asunto es el porqué si está tan claro para algunos obispos, como en este caso parece estarlo para monseñor Demetrio Fernández, la actuación de la Iglesia católica (su día a día) luego está tan llena de aparentes incoherencias: feministas lesbianas que viven en pareja y que trabajan para la Iglesia católica; educadores, profesores y demás docentes que no predican con el testimonio de matrimonios solidarios, espirituales y generosamente abiertos a la vida (hoy casi ninguna pareja de bautizados tiene más de dos hijos, “teólogos” y “teólogas” incluidos; ergo, lo más probable -excepciones aparte que solo Dios conoce y juzga-es que no le hagan mucho caso a lo que enseñó Juan Pablo II, aunque lo expliquen en clase, ni a lo que acaba de decir en su artículo D. Demetrio); curas que nunca jamás hablan de estos temas…
Desconcertante la vida de la Iglesia católica. Como poco.