El obispo de Córdoba, D. Demetrio Fernández, ha condenado recientemente la ideología de género… en consonancia con la doctrina del sucesor de Pedro. Esto es, rechazo del femenismo de género, de la práctica activa de la homosexualidad, y en general descalificación de las movidas de los colectivos LGTB.
Sin embargo, yo mismo conozco el caso de una pareja de lesbianas (en cierta diócesis española) que confiesan que son católicas, viven maritalmente juntas y, además, profesionalmente trabajan para la Iglesia católica; puede que hasta presuman de ello, ufanas, sobre todo en este tiempo de crisis en que al menos yo, encima, no conozco a ningún militante de la HOAC actual que esté en el paro (habrá muchos, sin duda, pertenecientes a esa organización y a otras obreras, pero yo de entre los que conozco, a ninguno). La HOAC ha dado militantes santos, y aún hoy día cuenta entre sus fieles con católicos excepcionales, sin duda, solo que apunto ese dato que yo conozco, nada más.
De modo que a todos los que conozco que han pasado por esa organización… Con decir que algunos de esos llevan “chupando” de la teta de la política desde hace 30 años o más. Y luego sí, mucha solidaridad con los pobres, mucho bla bla bla pero… la nómina a fin de mes no les falla desde hace la tira. (Naturalmente, por denunciar esto ya conozco perfectamente las consecuencias: más ninguneo, más desprecio, más indiferencia, más difamación contra mi persona, incluso en sectores católicos…)
Pero a lo que íbamos: monseñor Demetrio Fernández (me cuesta tratar de esta forma a los obispos, no crean que no, pues considero que durante muchos siglos los jerarcas o pastores de la Iglesia han abusado del clericalismo, el autoritarismo, la jerarcocracia), ¿no dicen ustedes que ideología de género no, que lesbianismo no? Pues entonces, ¿en qué quedamos?
El cardenal Rouco en Madrid, en la Fiesta de la Familia, predica el ideal de familia cristiana (solidaridad, fidelidad, espiritualidad conyugal, generosa apertura a la vida, estabilidad, apoyo mutuo, santificación mutua de los esposos…), en tanto sigue siendo “esperpéntico” el espectáculo de tantos y tantas “colocados a dedo” por los obispos y resto de responsables eclesiales (escuela católica, profesorado docente de Religión católica en la escuela pública, centros asistenciales diversos, facultades de Teología…) , quienes -esos y esas colocados a dedo a menudo- se pasan por el forro la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio cristiano.
Ergo, distinguidos monseñores Rouco y Demetrio, ¿en qué quedamos? Yo ya sé en lo que voy a quedar, desde hace tiempo además: seré más difamado -incluso por algunos que presumen de teólogos y de teólogas-, ignorado, boicoteado, preterido y ninguneado, ignorantado, que diría nuestro Víctor Ramírez, en referencia al coloniamismo que de la Metrópili ha sufrido históricamente Canarias. Pero la Iglesia universal que ustedes pastorean… ¿en qué quedamos?