Pepe Blanco:
Algunas de las acusaciones que viertes contra la Iglesia católica son falsas; otras, medias verdades, que ya se sabe que a menudo se convierten en grandes mentiras. Como lo del IBI: cierto que la Iglesia católica está exenta de pagarlo… al igual que docenas y docenas de organizaciones muy diversas que funcionan, al menos en la teoría, sin ánimo de lucro y por el bien común. Como lo de que la Iglesia católica solo ha estado de parte de los ricos y pudientes de la sociedad; falso también, pues a menudo ha estado con los pobres, ha compartido su suerte con ellos y ellas pobres y marginados. Esto es tan obvio que no merece la pena ni pormenorizarlo, acaso también porque no hay peor ciego que el que no quiere ver…
Antonio Duato: no es ser fundamentalista tratar de ser fiel a la doctrina de la Iglesia católica. Parece mentira que una persona tan versada en mil batallas dialécticas, teólogo de cierta producción teológica, y sobre todo coordinador de Atrio y editor de Iglesia viva, pretenda pasar ese juicio grueso por verdadero. Lo que dices no es cierto. Pero sobre todo no lo entiendo: si en este portal se exponen las razones del ateo, del agnóstico, de la feminista, del homosexual, del budista y aun las del librepensador -y tan amigos al final todos y todas-, ¿por qué aparecen tantas dificultades y pegas a la hora de exponer las del católico que siente, en lo profundo de su corazón, en el altar sagrado de su conciencia, que ha de tratar de ser fiel al Magisterio?
Medito aquí y ahora una afirmación de Guillermo Rovirosa: “No se puede ser un auténtico apóstol de Cristo sin un gran amor por la Iglesia”. La del fundador de la HOAC no es palabra de Dios, ciertamente, ni es palabra de un idiota desinformado que no supiera en su tiempo de los errores e injusticias y pecados institucionales y hasta maldades, si se quiere, perpetrados por la Iglesia católica a lo largo de su historia, sino el testimonio de un converso agradecido.
Pepe Blanco: todo este jaleo ha vuelto a comenzar, me quiero figurar, porque a mí se me ocurrió quejarme, en otro post de Atrio casi simultáneo a este, simultáneo en el tiempo, que usted había sido ofensivo conmigo en una breve nota de dos líneas. Y de paso aproveché para alinearme una vez más con la doctrina de la Iglesia católica sobre la homosexualidad, alineación o fidelidad que el propio Antonio Duato luego me echa en cara. En ningún momento he acusado a nadie, ni injuriado a nadie, no he juzgado la conducta de nadie.
Ni la Iglesia. Porque esta distingue muy bien entre lo que es materia grave (y tan materia grave es pecar contra la castidad dos hombres juntos como una mujer con un hombre fuera del matrimonio, etcétera) y lo que es el juicio sobre la intencionalidad-culpabilidad de las personas que, o tienen relaciones homosexuales, o las tienen heterosexuales, o roban, o mienten en materias muy graves y perjudiales para la sociedad, o lo que quiera que sea que atente contra la moral católica y el mensaje liberador cristiano, etcétera.
Antonio Duato: mis observaciones sobre la homosexualidad parten de algunas lecturas relativamente recientes. Una de ellas, de una obra de Richard Cohen, exgay norteamericano y actualmente casado, padre de tres hijos, cristiano protestante, psicoterapeuta. Si libro se titula Comprender y sanar la homosexualidad. Cohen, que como he adelantado fue homosexual activo durante lustros, utiliza precisamente esos calificativos que reproduzco yo; él más profusamente en su ensayo que yo, obviamente, y con más rigor).
Nota: como el moderador de Atrio igual decide no publicar este mi comentario, ya me he adelantado yo a su propia papelera de reciclaje. Lo publique o no, le estoy agradecido; él lo sabe.
¡Y más música, que alegra los sentidos, la vida toda! En esta ocasión, una de las estrellas de la música negra que prefiero, de entre las muchas que refulgen en mi cielo particular y cuya sola enumeración, por ende, ocuparía varias páginas de una posible lista. Les dejo con una canción magnífica de Stevie Wonder.