lunes, 7 de julio de 2014

"La Cruz no es un lugar dispuesto para estar cómodos"

"La cruz no es lugar dispuesto para estar cómodos"

Guillermo Rovirosa


Pareciera una cruel pesadilla tanta mundanización eclesial católica. Lo que ya confesara el emérito Benedicto XVI, recién elegido Papa en el 2005: "Cuánta suciedad hay en la Iglesia". Y tanta razón tenía que hubo de suceder lo ya sabido: lo descomunal de esa suciedad o podredumbre propició su renuncia papal.

Es el Inicuo que se ha colado a saco en la Iglesia. Como temió el hamletiano Pablo VI: "Oh Dios bendito, tras la apertura de puertas y ventanas del Concilio Vaticano II, el humo de Santanás ha penetrado en la Iglesia".

Abiertas esas puertas y ventanas eclesiales, según legítimos deseos evangelizadores, teológicos y sobre todo pastorales de "aggionarmiento" del papa san Juan XXIII, entró en la Iglesia demasiado humo viciado, demasiado hedor mundano, demasiado aire contaminado...

Y ahora estamos pagando las consecuencias.

¿Que no? Un testimonio. No hace mucho le comenté a un cura joven de mi entorno, conocido mío, mi estupor ante la labor de una periodista española que se llama Samanta Villar. Esta chica hace reportajes para un canal de televisión española consistentes en convivencias en situaciones "límite" (grupos de mineros bolivianos, muy pobres, por ejemplo), o "provocativas", como meterse en la perniciosa y diabólica industria del porno.idem supra

Pues bien, cuál no fue mi estupor al escuchar de labios de ese cura no una justificación de ese envilecido y envilecedor mundo que es el porno, no, hasta ahí podíamos llegar, pero sí un fatal buenismo consistente en no decir más que un "Ay pero esos pobres que se dedican a ese mundo, son infelices, son hijos e hijas de Dios que son infelices, buscan en esa industria tapar carencias..."

Buenismo pastoral con el sello inequívoco del "espíritu del Concilio" ajeno a la letra del Concilio. Qué pasada. Claro que los pornógrafos y las pornógrafas son hijos e hijas de Dios (o criaturas, para ser teológicamente más exactos), y que Dios perdona hasta el más atroz de los pecados: de hecho, en una muy benemérita página que se llama Religión en libertad, he conocido el testimonio de personas que estuvieron metidas en la industria del porno, y empero celebran gozosas el encuentro con Cristo que sana las heridas que les provocó ese degradante mundo. A condición todo ello, es cierto, de que la persona interesada en ser perdonada por Dios desee de verdad cambiar de vida, arrepentirse de sus pecados... Y esto desde luego no aparece en lo que hace días alcancé a ver en uno de esos programas de Samanta Villar: los pornógrafos y pornógrafas entrevistados (me niego a llamar actor o actriz a esos profesionales, que el cine me parece algo muy serio, entiéndaseme) mostraron sobre todo vileza, inmoralidad radical: el Demonio les ha hecho un buen trabajo.

Y esto es lo que hay que denunciar, creo, con caridad y piedad, pero llamando a las cosas por su nombre, sin caer en buenismos pastorales ni en la ingenuidad, como ese cura conocido mío, de no tomar plena conciencia de que hoy día lo que hay en el mundo entero es una lucha encarnizada entre las fuerzas de la Luz (Cristo) y las tinieblas (Satanás y todas sus seducciones, industria del porno incluida, pues no en balde esa forma degradada de la sexualidad es hija del Demonio).

Buen domingo.


13 de octubre, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social

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