jueves, 29 de mayo de 2014

"La tribulación eclesial por la Gran Apostasía"

Pues si el papa Francisco -sigo para esta nota al vaticanólogo italiano Sandro Magister- dice asumir como doctrina propia suya como Papa, y sobre todo o delicadamente como doctrina de la Iglesia, la contenida en la Humanae Vitae de Pablo VI, ¿por qué sigue la Iglesia atestada de trepas, figurones, enchufados, antimilitantes, mundanizantes, arribistas, feministas proabortistas y antinatalistas que, a tenor del escaso número de hijos que traen a este mundo, se pasan por el forro la doctrina de la Humanae Vitae?idem supra


Papa Francisco, su homónimo de la Diócesis de Canarias ha pasado de mí como del agua sucia, de mí que soy militante, personalista comunitario; de mí, sí, que creo en la familia cristiana abierta a la vida; en comunión, así pues, con la Humanae Vitae de Pablo VI: Montini, sí, como sabemos, el otro gran Papa del Concilio quien, para los grupos integristas, es también un antipapa: de Juan XXIII hasta el actual papa Francisco, todos son herejes, y por ende, antipapas... 



De mí, santo padre Francisco, siervo de los siervos de Dios, que he tratado de vivir radicalmente la solidaridad, la espiritualidad…Convicciones en las que manifiestan no creer (según sus hechos, sus obras, no juzgo sus conciencias) la inmensa mayoría de los seglares que, como tecnoburócratas, trabajan para la Iglesia: escuela católica, profesorado docente de Religión católica en la escuela pública, facultades teológicas, centros culturales confesionales…¿Cómo entender esto, santo padre Francisco?

Para mí es dolorosamente clara la causa con que entenderlo o como entenderlo: la Iglesia está mundanizada a tope, a lo bestia, y el Demonio (el Maligno, el Inicuo, el Malo, Satanás…) ha entrado a saco en ella. Y vivimos en la Iglesia la Gran Apostasía ya profetizada en las Sagradas Escrituras. Apostasía en la Iglesia, esto es, nuestra traición (la mía también, si usted quiere, Santo Padre, póngala en primer lugar: primero tendría que mirar la viga en mi ojo y luego la paja en los ojos ajenos) a la Verdad de Cristo, a la que solemos suplantar por la mentira de Satanás.


De modo que por esta farsa que se ha ido montando en la Iglesia de la que tú eres la cabeza más visible, santo padre Francisco, tu homónimo de la Diócesis de Canarias ha pasado de mí. Que tus entrañas son duras, “majete” ; majete cantaban los de Celtas Cortos hace años... Y lo mismo cabría decir de tu vicario general, el ínclito Hipólita Cabrera... Eclesiásticos reconvertidos en burócratas.


En fin, papa Francisco, su “solidaridad” de pastor de la Iglesia con la Humanae Vitae de Pablo VI, cuya doctrina casi nadie vive hoy, se toma en serio, ni de los que (salvo honrosas excepciones) viven en lo profesional de la Iglesia católica. Y entretanto a mí, su homónimo Cases Andreu, santo padre Francisco, ni recibirme ha querido, ni escucharme, nada: “Ahí te pudras, iluso”, habrá pensado de mí.

Desde luego, todo muy enternecedor, coherente y militante” en esta Iglesia, ciertamente. En esta Iglesia que sufre la más tétrica de las mundanizaciones, por sufrir la Gran Apostasía: la Verdad de Cristo suplantada por la mentira del Maligno.


Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social. 30 de mayo, 2014: Día de Canarias, comunidad autónoma empobrecida, con altísimos niveles de paro general y especialmente de paro juvenil. Y comunidad autónoma secularizada a tope, mundanizada, descristianizada, en parte por una lectura equivocada del Concilio Vaticano II: no soy sedevacantista, acepto el Concilio, y todos los anteriores, pero Satanás ha entrado a saco en esta Iglesia, santo padre Francisco.


O sea -como ya he señalado en esta nota-, tiempos de dramática Apostasía en esta Iglesia: la Esposa de Cristo asechada por el Maligno. Que es la razón que explica que su homónimo y hermano en el episcopado haya pasado de mí desde la Diócesis de Canarias. Y como él, el resto de los eclesiales a cuyas puertas he venido tocando desde hace ya casi 10 años.


Y para colmo luego se quejan de que los templos e iglesias estén permanentemente vacíos, desoladoramente vacíos, y de que los jóvenes casi todos hayan hecho mutis por el forro de la participación en la vida de la Iglesia. 

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