Hablando de corrupción, una palabra (unas palabritas) sobre la radical secularización-mundanización que se vive en la Iglesia católica. Si quieren ahorrarse el leer esta breve nota reflexiva mía, acudan a los archivos sonoros de una cierta web que no diré, y busquen el post correspondiente a una charla que hace unos días impartió en una sala sociocultural y reivindicativa alternativa altermundista (y etcétera) un sacerdote canario secularizado cuyo nombre omitiré: por mis escritos, que se quieren fieles al Evangelio, la Tradición y el Magisterio -que se quieren, o sea, que no siempre será así, no lo lograré siempre-, sé que me detestan en tantos ambientes, intraeclesiales y extraeclesiales.
Activista más o menos social el no susodicho y teólogo simpatizante de la Teología de la Liberación, como no facilitaré dato alguno sobre el lugar de impartición de esa charla, ni diré nada sobre esa web que sé que existe, pueden leer o no leer esta reflexión mía..
Allende la buena o mala voluntad del teólogo o exteólogo católico, allende algunos aciertos en su análisis, allende el curro que se pegara preparando la conferencia, charla o comunicación, ya el hecho solo de que diera en el espacio en que la dio esa lección suya magistral y que en la hora casi de su intervención no mencionara ni una sola vez la noción de pecado, ni la noción de gracia, ni mentara la acción del Espíritu de Dios, ni hablara de sacramentos, ni de fidelidad al Magisterio y a la Tradición, ni del vacío de Dios imperante en nuestro tiempo, ni de la radical mundanización de la Iglesia, ni de los nubarrones postconciliares que amenazan el buen clima al interior de la Iglesia…
El local en que mostró sus encendidas simpatías hacia el papa Francisco -ni que decir que simpatías en una línea descaradamente progreeclesial que el papa Francisco tampoco haría suya- lo gestionan marxistas, más o menos ortodoxos u heterodoxos, o sea, comunistas, esto es, progres partidarios de la dictadura de los hermanos Castro en Cuba, y de la dictadura encubierta de Nicolás Maduro en Venezuela, y empero el conferenciante no dijo ni pío sobre esto: de haber dicho algo, habría firmado su no comparecencia nunca más a ese recinto.
Los que gestionan esa sala o espacio cultural o como se llame son materialistas ateos, proabortistas, secularistas radicales, defensores de los nuevos modelos de familia contrarios a la familia cristiana, partidarios del ateísmo, defensores de revoluciones y guerrillas marxistas… Y el bueno del teólogo católico o excatólico invitado a conferenciar no dijo ni una sola palabra, en su disertación sobre cristianismo: algo así como “Cristianismo e Iglesia de los pobres” se intitula su fraudulenta y engañosa acometida por reavivar nostalgias postconciliares ya fenecidas y anticatólicas…
El señor charlista (otro demoledor teologueta como la copa de un pino canario) hasta tuvo la desfachatez de mentar varias veces al papa Pablo VI, sin por supuesto mentar que el próximo beato Pablo VI es el autor de la encíclica Humanae Vitae, documento magisterial que hoy día se pasa por el forro casi todo quisque en la Iglesia católica, profesores de facultades teológicas incluidos, como lo fue en su momento el mismísimo invitado a conferenciar, doctor en Teología del Pueblo. Pero claro, ¿cómo iba a mentar el nombre de esa “funesta y contrarrevolucionaria” encíclica del Papa Montini, nada menos que en el seno o marco del local en el que conferenciaba? ¡Lo habrían linchado ahí mismo! Y sobre todo, de haber vertebrado un discurso verdaderamente católico (auténticamente fiel al Evangelio, la Tradición y el Magisterio), ni lo habrían invitado adonde lo invitaron, y de haber sido invitado a la misma y hubiera él optado por ofrecer un discurso plenamente católico y no un discurso adulterado, primera y última vez en ese ámbito cultural.
Y claro, esto último como que no mola: mejor estar a bien con los defensores del laicismo anticristiano, aunque sea ocultando la verdad de Cristo. Mejor estar a bien con los ateos, marxistas, mundanizantes y enemigos de la Iglesia hablando mucho de actitudes de acompañamiento y más acompañamiento en los procesos de los procesos personales, aunque sea al precio de tardar años en siquiera ofrecer a Cristo. Mejor esto, decía, que hablar de pecado, de la vida sacramental y de la gracia, de los males del ateísmo, del crimen del aborto, de la crisis de la familia, del vacío de Dios imperante en la actualidad, de la descristianización de la sociedad, de la mundanización terrible de la Iglesia, de la presencia del Maligno en el mundo y en la Iglesia misma...
En fin, que quien no se consuela es porque no quiere, o no sabe. Decir esto que digo es el precio que hay que pagar por tratar de ser fiel al Maestro: "Como a mí me han perseguido, a ustedes los perseguirán". Y el añadido de que a mí nunca me iban a llamar de un espacio cultural del tipo del no citado, para posibles conferencias de mi menda.
16 de octubre, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.
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