"Cuide el Ordinario del lugar que los profesores que se destinan a la enseñanza de la religión en las escuelas, incluso en las no católicas, destaquen por su recta doctrina, por el testimonio de su vida cristiana y por su aptitud pedagógica"...
Disculpen, pero con estas caracteristicas de los que conozco, y haciendo un esfuerzo para no pasarme, ninguno sirve. Es más, algunos sacerdotes los que menos sirven, es más algunos obispos se verían negros, nunca mejor dicho, para pasar el corte, sobre todo en aptitud pedagógica, porque el testimonio de vida da que desear y no quiero entrar, en cuanto a doctrina hasta un ateo se la sabe y mejor que muchos de nosotros. Saludos.
Lo anterior pertenece a un forista, su opinión vertida en una web católica de las que frecuento. La copio tal cual, solo uso la cursiva para englobar todo el texto. Sobre el que hay que meditar lo suyo: la realidad actual de la Iglesia es tan hipócrita, incoherente, nepotista, mundana, miserable y políticamente correcta que si no fuera increíblemente dramática, daría risa.
Y aun a mí incluso me gustara reírme, poderme descojonar de la risa, pues es tanto el daño moral que han causado a mi vida eclesiásticos de la talla de monseñor Cases Andreu, actual titular de la Diócesis de Canarias, o Hipólito Cabrera, adlátere episcopal que ejerce de vicario general... ¿Serán también apóstatas estos sujetos, víctimas y a la vez victimarios de la Gran Apostasía que asola la Iglesia? No me extrañaría nada, si bien a mí más me debe doler y preocupar el comprobar cómo me cuesta perdonar las ofensas que tales sujetos han causado a mi vida.
Es decir, es obvio que tales sujetos a mí ni me perdonan ni me aprecian nada, pero yo no logro desmarcarme de esa ruindad de ellos para conmigo, en aras del perdón que nos ofrece y a la vez pide Cristo Jesús: perdona, hermano, para que Padre Dios te perdone a ti... Dicho de otra manera: ambos eclesiásticos (y muchos otros) no son más que unos burocratizados eclesiales, lo más probable, pero mi actitud de no perdonarlos sería una pendejada aún mayor, y por ende me haría a mí aún más mediocre católico, si cabe, de lo que ya soy.
(Aparte, que esta es otra, mi espíritu ácrata, que ese es otro asunto, ya digo -visceralmente antimonárquico-: si ya de por sí me cuesta tratar con respeto reverencial a obispos y demás, a eclesiásticos que tanto dejan que desear me cuesta aún mucho más. Y esta es una de las razones, para muchos poco importante, de que me cueste tanto entrar en sintonía con las huestes de los integristas católicos, cismáticas o no, pues sabido es que para los integristas...).
Comoquiera que sea la cosa, por desgracia no logro pagar tanto desprecio que me han causado tales sujetos eclesiásticos haciendo nulo aprecio de sus vidas, obras y milagros, toda vez que ellos sí han usado conmigo el más mezquino e inmisericorde de los no hacer aprecio... Y eso que ya sé que han pasado de mí porque para eso la Iglesia está mundanizada, o sea, está siendo víctima de las asechanzas de Satanás, que ha entrado a saco en ella; o lo que viene a ser lo mismo, sufre la Gran Apostasía.
Y aun a mí incluso me gustara reírme, poderme descojonar de la risa, pues es tanto el daño moral que han causado a mi vida eclesiásticos de la talla de monseñor Cases Andreu, actual titular de la Diócesis de Canarias, o Hipólito Cabrera, adlátere episcopal que ejerce de vicario general... ¿Serán también apóstatas estos sujetos, víctimas y a la vez victimarios de la Gran Apostasía que asola la Iglesia? No me extrañaría nada, si bien a mí más me debe doler y preocupar el comprobar cómo me cuesta perdonar las ofensas que tales sujetos han causado a mi vida.
Es decir, es obvio que tales sujetos a mí ni me perdonan ni me aprecian nada, pero yo no logro desmarcarme de esa ruindad de ellos para conmigo, en aras del perdón que nos ofrece y a la vez pide Cristo Jesús: perdona, hermano, para que Padre Dios te perdone a ti... Dicho de otra manera: ambos eclesiásticos (y muchos otros) no son más que unos burocratizados eclesiales, lo más probable, pero mi actitud de no perdonarlos sería una pendejada aún mayor, y por ende me haría a mí aún más mediocre católico, si cabe, de lo que ya soy.
(Aparte, que esta es otra, mi espíritu ácrata, que ese es otro asunto, ya digo -visceralmente antimonárquico-: si ya de por sí me cuesta tratar con respeto reverencial a obispos y demás, a eclesiásticos que tanto dejan que desear me cuesta aún mucho más. Y esta es una de las razones, para muchos poco importante, de que me cueste tanto entrar en sintonía con las huestes de los integristas católicos, cismáticas o no, pues sabido es que para los integristas...).
Comoquiera que sea la cosa, por desgracia no logro pagar tanto desprecio que me han causado tales sujetos eclesiásticos haciendo nulo aprecio de sus vidas, obras y milagros, toda vez que ellos sí han usado conmigo el más mezquino e inmisericorde de los no hacer aprecio... Y eso que ya sé que han pasado de mí porque para eso la Iglesia está mundanizada, o sea, está siendo víctima de las asechanzas de Satanás, que ha entrado a saco en ella; o lo que viene a ser lo mismo, sufre la Gran Apostasía.
La Gran Apostasía (ni que aclarar que de la fe), sí, que asola la Iglesia en la actualidad, y que también sería provocadora de risas y de descojono si no fuese particularmente dramático el asunto. La Gran Apostasía, sí: mi espíritu es ácrata, voto en blanco o no voto, o voto por partidos de izquierda católica respetuosos con los principios no negociables de Benedicto XVI, y resulta que el vicario Hipólito Cabrera (sujeto inmensamente menos culto que yo) no se ha dignado ni recibirme, ni escucharme, y lo que hace es mantener contratados en la Iglesia a votantes del PSOE y del Partido Popular, con nómina, sí, a miembros del Partido Popular, por ejemplo, que es un nido de corrupción a lo bestia...
En fin, paso: es inútil hasta quejarse.
En fin, paso: es inútil hasta quejarse.
Impotencia, amigo lector: la mundanización de la Iglesia (o sea, la certeza de que el Maligno ha entrado a saco en ella, y lo está mangoneando casi todo) alcanza niveles de mero asco ya. Y por esto mismo de esa gran apostasía asoladora de la Iglesia, amable lector, a ti mismo te habrán sorprendido muchas movidas y muchos comportamientos del clero católico: claro, igual Fulanito o Menganito, que son curas o hasta obispos, ya no tienen fe en Cristo ni en su Iglesia, la han perdido.
Sí, lo que estás pensando, amable lector: como si se tratara de un cáncer con metástasis generalizada. Así parece la Iglesia.
Sí, lo que estás pensando, amable lector: como si se tratara de un cáncer con metástasis generalizada. Así parece la Iglesia.
5 de junio, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario