Sin embargo por más que se esfuerce por ser mediático, el santo padre Francisco no va a lograr que cesan los -a mi juicio- a menudo furibundos ataques y críticas que recibe, por parte sobre todo de católicos muy en la extrema derecha eclesial, sedevacantistas, lefebvrianos y filolefebrianos, principalmente, que no le perdonan una. Haga lo que haga.
Como que consideran que es hereje, antipapa, apóstata incluso, amén de socio de no recuerdo qué equipo de fútbol (bromas aparte, o permitidas), amigo de deicidas (los judíos, se entiende), de los musulmanes, de ateos (no le perdonan que tenga buen concepto de José Mújica, actual presidente de Uruguay: asqueroso comunista, proabortista, laicista, partidario del matrimonio entre personas homosexuales, exterrorista tupamaro…) y de sodomitas, que es como a veces son denominadas las personas homosexuales, en algunos sectores...
Haga lo que haga, presida lo que presida, piense lo que piense, proponga lo que proponga, para algunos católicos en su sentir y en su obrar el papa Francisco es una desgracia sin parangón posible, cuya única solución, se entiende que para el bien de la Iglesia, pasa, por o que el propio Papa renuncie y se retire adonde quiera, lo más lejos del Vaticano mejor, o se muera, o sea, que Dios se lo lleve pronto.
En fin, es lo que algunas voces católicas sostienen. Normalmente situadas en la llamada ala derecha de la Iglesia, aunque también se escuchan voces críticas contra el papa Francisco provenientes de sectores sociales e ideológicos más escorados hacia la izquierda.
De modo que el asunto es para mí complejo, se las trae. Porque lo que sí me parece tener claro, frente a todo tipo de especulaciones y asechanzas sedevacantistas, es que Francisco es el Papa. Y también me parece tener claro que el papa Francisco a veces es ambiguo, como equívoco en su predicación; como si más que católico fuera ecuménico, por ejemplo, e incluso a veces más que ecuménico fuera (hablara) interreligioso.
Y claro, yo mismo me quedo perplejo más de una vez y de dos y de tres, por lo que dice a algunas predicaciones, proposiciones, exhortaciones, finuras intelectuales (más bien no finuras sino populismos y como gustos plebeyos), actitudes, acentos y hasta condenas del papa Francisco: la destitución del obispo paraguayo Rogelio Livieres, la posible remoción -de esta se habla en algunos mentideros- del cardenal Leo Burke, el desatino comisarial contra los Franciscanos de la Inmaculada...
Pero como a la vez me siento o considero peor discípulo de Jesucristo que el papa Francisco, no me nace ser categórico en mis valoraciones y juicios sobre el actual sucesor de Pedro. Con lo cual, yo normalmente obro así con él: lo sigo, lo escucho, lo leo; y cuando me parece que algo chirría en el mensaje papal, trato de suplirlo yo mismo con mis cortas luces teológicas, con mis capacidades, contrastando lo que el Papa enseña en tal o cual aspecto de la doctrina de la fe con lo que yo creo saber que enseña la Tradición de la Iglesia y todo el Magisterio.
Esto puede que no guste ni convenza a muchos, esta forma de proceder mía, puesto que el oficio del Vicario de Cristo es confirmar en la fe (católica) a sus hermanos: "Pedro, confirma en la fe a tus hermanos"... Puede que el papa Francisco deje mucho que desear como sucesor de Pedro, según pretenden mostrar (denunciar) muchas de las críticas que recibe, principalmente de los sectores más tradicionalistas católicos. Pero tampoco logro ser categórico al respecto: puede que sí o puede que no, el papa Francisco es trigo y cizaña, sombra y luz, pecado y virtud... Y yo, hijo de la Iglesia, deseo creer con la Iglesia, santa y pecadora y semper reformanda, cum Petro et sub Petro: podrá irnos mal en la vida, ser, a los ojos del mundo, unos fracasados; sin embargo, lo que que en última instancia importa, lo único que realmente importa al final del camino de la vida es lograr la salvación. Salvación eterna que, fuera de la Iglesia, es mucho más difícil lograrla que dentro de la Iglesia, a condición de que nuestra pertenencia a la misma sea sincera, militante, conversa.
Y siento no poder exprimir más el limón de mis ideas sobre este particular.
9 de octubre, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.