El papa Francisco lo ha dicho esta mañana en la homilía de la misa diaria en Santa Marta: “Algunos utilizan la Iglesia para medrar”, advierte el Papa.
Lo advierte el papa Francisco. E incluso establece una tipología: habría, según el Papa, tres tipos de medradores eclesiales. Ya, vale, cierto, pero…
Pero veamos a cuál de estos tres tipos de arribistas o medradores eclesiales que señala el Papa pertenecen las feministas proabortistas y partidarias del lesbianismo que he conocido como “profesionales” de la Iglesia (sanidad, docencia, asuntos sociales…). ¿Quién las colocó ahí? He conocido al menos, que yo recuerde, así a bote pronto, a doce mujeres jóvenes claramente identificadas, de manera muy activa además, con esa ideología laicista.
¿Y a cuál de los tres tipos de medradores que establece el papa Francisco pertenecen los educadores católicos que, en vez de ser militantes o evangelizadores enamorados de Jesucristo y de su Iglesia, en fidelidad al Evangelio, la Tradición y el Magisterio, no pasan de burócratas antimilitantes y más bien políticamente correctos?
Y algunos miembros del PSOE que he conocido encima pluriempleados y docentes de Religión católica en la escuela pública, ¿a qué grupo de medradores pertenecen, según la tipología de arribistas o medradores que ha establecido el propio papa Francisco?
A este respecto -y volviendo a cansar con mis cuitas a todo el que me lea, lo siento-, he de volver a recordar que yo, o no voto, o voto por algún que otro partido de izquierdas católico fiel a los principios no negociables de Benedicto XVI, y empero he sido ignorado, machacado, despreciado y ninguneado hasta por obispos, santo padre Francisco, o sea, por hermanos suyos en el episcopado, que son precisamente, a pesar de sus palabras homiléticas de esta mañana, los que toleran a todos esos arribistas y trepadores o medradores que usted mismo lamenta, Santo Padre. Solo que algo es evidente: si están ahí es porque los pastores toleran todo esto.
Reparemos en los resultados de las últimas elecciones al Parlamento Europeo. A tenor de los muy escuálidos resultados electores (apenas un puñado de miles de votos) logrados por los dos únicos partidos que presentaron programas políticos respetuosos con los principios no negociables del papa emérito Benedicto XVI (recordemos algunos: no al aborto, no a la legalización-promoción del matrimonio homosexual...), la mayoría del voto católico no fue a ninguno de esos dos partidos, uno situado en la derecha ideológica y el otro en la izquierda (por el que yo voté).
Pues bien: ni con estas he merecido un trato justo, misericordioso, comprensivo por parte de eclesiásticos de la magnitud de un monseñor como Cases Andreu, por ejemplo, santo padre Francisco, ni tampoco, ni que decirlo habría casi, del resto de adláteres suyos tipo Hipólito Cabrera, de entre otros eclesiásticos por el estilo.
Alucinante: a mí ni agua, a mí que procuro, pecador y falible que me sé, me reconozco, ser coherente hasta con mi voto, y resulta que imparten docencia en la escuela católica, formando parte del profesorado docente de Religión católica para la escuela pública, etcétera, militantes del Partido Popular o del PSOE que por supuesto ni saben o no contestan sobre lo que significa e implica ser militante cristiano en fidelidad, crítica y creativa pero fidelidad, al Evangelio, el Magisterio y la Tradición.
Prosigamos. Y toda la riada de católicos tibios, supertibios, desencarnados y políticamente correctos que pululan por la Iglesia, ¿a qué grupo de medradores pertenecen? Y sobre todo, ¿quiénes son los responsables de que estén ahí, algunos incluso enseñando en facultades teológicas? Para mí no miren: tengo y tendré innúmeros defectos, debilidades y pecados, pero en vez de medrador eclesial he sido, prácticamente desde siempre, un ninguneado-puteado precisamente por eclesiásticos que sí han fomentado ese deporte de altura que es el trepaje eclesial.
Pero bueno, siempre nos quedará París, quiero decir, el cine; no, perdón, también el cine pero sobre todo la Promesa de Cristo. Porque continúan los aires pútridos de la Gran Apostasía, en la sociedad y en la Iglesia: Iglesia mundanizada a tope, asechada por el Maligno, y pastoreada por eclesiásticos entre los cuales no escasean los apóstatas.
Por eso monseñor Cases Andreu y el reverendo Hipólito Cabrera, entre otros eclesiásticos de cuyos nombres prefiero no acordarme, han pasado de mí, santo padre Francisco. Por la Gran Apostasía eclesial. ¡ Pero ay de los pastores hipócritas, tibios y apóstatas el Día del Juicio!
Por eso monseñor Cases Andreu y el reverendo Hipólito Cabrera, entre otros eclesiásticos de cuyos nombres prefiero no acordarme, han pasado de mí, santo padre Francisco. Por la Gran Apostasía eclesial. ¡ Pero ay de los pastores hipócritas, tibios y apóstatas el Día del Juicio!
9 de junio, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, docente, escritor, bloguero, militante social.
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