Considerando que en todo el orbe católico este pasado miércoles 13 de febrero fue Miércoles de Ceniza ("pistoletazo" de inicio de la Cuaresma), y que empero en casi todos los pueblos de Canarias se sigue celebrando la fiesta de Carnavales, querría compartir este brevísimo comentario: ¿Es el desenfadado don Carnal contra la severa doña Cuaresma?
Creo abrigar este profundo convencimiento: si la vida se pone al servicio de la fiesta, es no poco probable que la vida acabe deshumanizada; ergo, la fiesta es la para la vida, para celebrar la vida.
La fiesta al servicio de la vida. Así, durante siglos y más siglos, lo ha entendido la sabiduría popular: romerías, ofrendas, verbenas, bailes típicos, descamisadas, trillas, taifas... (El teólogo canario Felipe Bermúdez desarrolla magníficamente todo esto que yo solamente apunto, en su obra Fiesta canaria -una interpretación teológica-.)
Cierto que prácticamente debe haber muy pocas personas que puedan presumir -si es que de ello se puede presumir, lo cual no viene al caso ahora- de no haberse nunca echado fuera del plato, como suele decirse. Pero lo dicho: hoy día, a la altura de mis años, de mi experiencia, solo desde esa certeza de que la fiesta está al servicio de la vida ("de la vida en abundancia" que quiere ofrecernos Dios, según nos manifiesta el evangelista Juan) puedo entender el deseo de F. Nietzsche: "Solo creería en un Dios que supiera bailar".
Febrero, 2013. Doramas de Luis.
Febrero, 2013. Doramas de Luis.
3 comentarios:
la iglesia tiende a ser muy rígida (algunas cosas son bien extrañas), por lo tanto cuando hay fiesta nos desordenamos!!!
en todo caso, insisto, no creo en aquél dios castigador, severo y estructurado, sino más bien en uno amoroso, compasivo y con una fuerte tendencia al perdón.
Cierto. De hecho, aunque la escatología como disciplina de la teología es compleja -pues siempre será verdad que sabremos mucho menos de esas realidades-, hay consenso en la exégesis moderna en afirmar que los pasajes "infernalistas" (los que en Los Evangelios hablan del castigo eterno y de las penas que esta comporta) son "prepascuales", por tanto, más próximos a una mentalidad judaizante; los textos "postpascuales", por su parte (Col 1,20; Ef1, 10; 1Tim2, 4)más bien insisten en la misericordia entrañable de Dios, y en la firme voluntad salvífica de Dios.
Con todo, como sostiene nada menos que H. U von Balthasar, la posibilidad de la "condenación" eterna no puede sino ser real, solo que cabe confiar en que el infierno esté vacío.
Saludos hasta Chile.
Es decir, el proyecto salvífico de Cristo es universal: expresa la voluntad de que todas las personas sean salvas (cfr. 1 Tim 2, 4).
El Dios cristiano no es un Juez severo e implacable deseoso de condenar al hombre (varón o mujer) descarriado; es un Dios misericordioso, "lento a la ira y rico en piedad", como de Él se afirma en el Antiguo Testamento. Un Dios compasivo y misericordioso, como queda expresado en la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-32).
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