16/11/12 10:55 AM
P. Jorge González Guadalix:
Muy simpático tu artículo, con estupendas gotas de fino humor, como esa de que lo "más morito que tengo es mi segundo apellido". Chapó.
Con todo, por desgracia (me temo que más bien por desgracia), en la Iglesia católica no sé si aumentan, esto no lo sé bien, pero desde luego sí que parecen seguir siendo abundantes los que, acaso fieles ni fríos ni calientes (y ya conocemos lo que el Apocalipsis de Juan pone en boca del Señor referido a los tibios en la fe: "A los tibios vomitaré de mi boca..."), están empero siempre prestos a endilgarle a uno el socorrido: "Bah, te pasas, eres un fundamentalista"...
Porque resulta que te lo sueltan cuando notan que intentas tomar como voz autorizada o vinculante lo que el Magisterio enseña sobre la justicia social (olvidada Doctrina Social de la Iglesia...), el matrimonio, la sexualidad, el aborto, la eutanasia...
No pareciera sino que hoy día se va imponiendo la religión "a la carta": Fulano y Mengana eligen de la doctrina de la fe de la Iglesia universal, esto o aquello en función de criterios ni siquiera siempre legítimamente sinceros, honestos, y sí interesados, de mera conveniencia.
Como que en la actualidad, es un secreto a voces que la Iglesia católica, más que comunidad que es familia de familias empeñada en la promoción de militantes o evangelizadores fieles a Cristo y al Magisterio, se comporta a menudo como apetitosa plataforma institucional promotora, o siquiera toleradora, de toda clase de arribistas a los que las exigencias del bautismo parecen importar menos que eso que he dicho: el escalar posiciones en la Iglesia de manera interesada, individualista y profesionalmente interesada.
Así que en definitiva, qué cruz de cada día comporta luchar contra ese muy anodino "Bah, eso lo dices porque eres un integrista, un fundamentalista".
Mecachis.
Luis A. Henríquez L.
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