Ahora que escucho Discópolis, uno de mis programas favoritos de RNE Radio 3, agradezco a su presentador, el erudito musical José Miguel López (alrededor de 30 años lleva en antena ese programa), que en este capítulo 21 de hoy martes 5 de febrero dedicado al rock sinfónico y progresivo (o sea, programa 21, emitidos todos uno detrás de otro), haya serenado mi espíritu con cortes o piezas correspondientes a tres grupos de rock sinfónico: los suecos de Opeth, los noruegos de White Willow, los italosuizos de Zenit. Magníficas las piezas elegidas. Son grupos de la última hornada en la escena del rock progresivo y sinfónico internacional, que es algo más, por lo que se ve (por lo que se puede escuchar), que Pink Floyd, Genesis, Yes, King Crinson, Emerson, Lake & Palmer, Trafic, Supertramp... por más que estos nombrados, y algunos más, sean hoy día estimados como ya clásicos de este estilo de rock tan admirado por mí.
Con mi espíritu sereno, sin embargo no puedo evitar pensar una vez más en la manera como algunos responsables eclesiásticos diocesanos canariensis me han jodido la vida. Sé que ya resulto pesado y muy pero que muy molesto con esta cantinela devenida mantra de suplicio, pero...
Pero es que en la Iglesia católica se las siguen gastando de una manera que... Que resulta que a mí, que llevo 25 años cultivando una espiritualidad de conversión o militante empeñada en la fidelidad al Magisterio (no sin debilidades, tentaciones y noches oscuras del alma y sin ganas de "mandarlo todo a la porra pues para qué, me pregunto a menudo": miles de horas gastadas en cursillos, manifestaciones, reuniones, lecturas formativas, asambleas, plenos, viajes, carteladas, ahorros...), ni me han contestado, cada vez que les he pedido ayuda, por causa de las tremendas dificultades económicas por que aún atravieso (en su origen, provocadas por el gesto entre idealista, imprudente y generoso de autoexcluirme de las listas de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, tras mi ingreso en el Seminario Dioicesano Canariensis), en tanto tienen la Iglesia católica abarrotada de profesionales que, por lo común, y salvo honrosas excepciones que solo Dios conoce en verdad, viven una fe mortecina, antimilitante, desencarnada...
No es que esté planteando que yo sea un dechado de virtudes y de carismas; jamás he pretendido tal aureola, pero sí exponer que la diferencia principal entre esos muchos y muchas es que yo sigo siendo un militante cristiano fiel al Magisterio pero puteado por la propia Iglesia, en tanto ellos y ellas (salvo esas honrosas excepciones cuyo número y cuya calidad son asunto de Dios) no suelen pasar de burócratas antimilitantes enchufados en sus respectivos trabajos por la propia Iglesia (facultades teológicas, escuela católica, profesorado docente de Religión católica en la escuela pública, organizaciones asistenciales católicas...).
En definitiva: me parece una injusticia tan mayúscula la que han perpetrado contra mí (de la que doy detallada cuenta en mi libro ¿La Iglesia católica? Sí; algunas consideraciones, por favor -Madrid, Vitruvio y Nostrum, noviembre, 2011-, del que ultimo una segunda edición ampliada y corregida), que siento deseos de considerar que es que simplemente es ya algo diabólico lo que está pasando en esta Iglesia católica.
El mundo al revés: yo que, a pesar de todos los pesares soy militante cristiano, resulto puteado, ignorantado, que diría nuestro Víctor Ramírez, por la propia Iglesia, mientras miles y miles de seglares que ni predican con el testimonio de matrimonios cristianos militantes abiertos a la vida (a ver en qué diócesis española abundan las familias jóvenes con 3, 4, 5, 8, 10, 12 hijos...), se ganan la vida gracias a la Iglesia católica... Qué hipócrita y deleznable esperpento.
En fin, vuelvo a anhelar serenar mi espíritu, antes de subir a almorzar, ahora con Cuando los elefantes sueñan con la música, de Carlos Galilea, también en Radio 3. Suena la voz del genial Caetano Veloso...
Febrero, 2013. Luis A. Henríquez L.
En fin, vuelvo a anhelar serenar mi espíritu, antes de subir a almorzar, ahora con Cuando los elefantes sueñan con la música, de Carlos Galilea, también en Radio 3. Suena la voz del genial Caetano Veloso...
Febrero, 2013. Luis A. Henríquez L.
5 comentarios:
Entiendo que estés resentido ante la injusticia que han hecho contigo y este sentimiento de "rabia" te va a durar mucho tiempo, no es que quiera desanimarte pero te hablo desde mi propia experiencia ante una gravísima injusticia contra mí por personas muy allegadas y de las que menos esperaba que me la hicieran......y todavía me dura ese sentimiento de rabia e impotencia y eso que ya han pasado unos cuantos años; claro que todas las personas somos distintas y quizá a tí se te pase pronto.Saludos
Gracias por tu visita al blog de josefa. Siento que estés decepcionado y algo enfadado con personas que debieran ser los primeros en dar ejemplo . Pero en todas las instituciones hay gente que no deberían estar. Pasa de ellas y sigue al lado de Jesús, él si que nunca nos decepciona.
Espero tú nueva visita al blog de josefa.
Charo, Josefa:
Una posible definición de "resentido" sería: se dice del que se siente maltratado, por la sociedad o por la suerte (en mi caso, por la Iglesia católica), y siente hostilidad hacia los que considera más afortunados.
Solo parcialmente me identifico con esa definición, solo parcialmente. Que me han jodido los muy hipócritas diocesanos canariensis, es algo que ya sé que, a ellos mismos, por ser tan obvio y cierto les jode que yo les recuerde. Son así de mediocres y de hipócritas.
La consecuencia de todo ello no es la que dice la acepción de "resentido" que he leído, sino la repulsión que me producen tales hipócritas.
Naturalmente, si me vinieran con el "cuento" de que debo perdonar como Cristo perdonó y bla bla bla -que no vendrán, ni vendrían, claro, por mera soberbia-, no les voy a creer ni media.
(Ojo, digo "cuento" no por considerar que el perdón de las ofensas cristiano es un cuento, sino porque es en efecto un "vulgar teatro" lo que muchos eclesiásticos hipócritas están haciendo hoy por hoy en la Iglesia católica, obispos incluidos.)
Gracias por las visitas.
Así que de "resentido" poco, me parece. Sí me considero un puteado, un machacado, un "ignorantado" (Víctor Ramírez dixit) por la propia Iglesia católica.
Soy militante cristiano desde hace 25 años; he demostrado por activa y por pasiva y de todas las maneras que deseo ser fiel al Magisterio; creo en la familia cristiana militante abierta a la vida (considero que una de las razones de no haberme podido casar: en España es muy improbable encontrar hoy día a chicas jóvenes dispuestas a construir una familia cristiana como la Iglesia exhorta a formar: espiritual, solidaria, abierta con generosidad a la vida...); atesoro cierta formación intelectual interdisciplinar (considero que superior a la de la gran mayoría de los seglares que conozco que en lo profesional viven gracias a la Iglesia católica), y encima renuncié a mi trabajo, por generosidad, por imprudencia, por idealismo, autoexcluyéndome de las listas de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, con motivo de mi ingreso en el Seminario Diocesano Canariensis... Y empero no he recibido más que desprecio por parte de las autoridades eclesiales de la Diócesis Canariensis cuando les he podido una ayuda por favor, toda vez que abandoné el Seminario Diocesano sin un céntimo, sin trabajo, sin poder volver a las listas de las que previamente me había autoexcluido.
Todo lo anterior lo detallo en mi libro "¿La Iglesia católica? Sí; algunas consideraciones, por favor" (Madrid, Vitruvio y Nostrum, noviembre, 2011). Ensayo que, ni que decirlo, no ha merecido más que más desprecio y ninguneo por parte de prácticamente todas las movidas e instancias diocesanas.
Por lo tanto, habiendo sufrido este auténtico maltrato y atraco, ¿cómo no sentirse "estafado" por el propio aparato eclesial?
Ciertamente, es un asunto que va más allá de la necesidad de perdonar. Quiero decir que no voy a llevarle la contraria a Cristo con su exhortación a que perdonemos nuestras ofensas, y a que recemos incluso por los que nos persiguen; aunque me cuesta vivir esas exigencias del Evangelio, no las niego, me las tendría que aplicar, sin que ello signifique que vaya a tener que dejar de considerar que es justamente la hipocresía eclesiástica la que me ha jodido bien.
No sé si me entiende con lo que pretendo afirmar: perdonar, lo que se dice perdonar, no pretendo pasarlo por alto, he de tratar de hacerlo, aunque me cueste, y me cuesta mucho hacerlo, lo confieso; pero perdonar no significa, al menos para mí, dejar de criticar lo que juzgo injusto: la hipocresía eclesiástica, con todo su aparato de intereses mundanos y nepotistas, me ha jodido a tope.
Nada más.
Como conclusión: habiendo sufrido tamaña canallada (clericanallada) por parte de ciertas autoridades diocesanas canariensis...
Habiendo sufrido la gran putada que he sufrido, comprenderán que agradezca permanentemente a cuantas personas e instituciones se han querido hacer eco, por mínimo que este haya sido, de mi libro, de mi causa, de mi voz. A las gentes de la Tertulia Pedro Marcelino Quintana, de Arucas, a Marcelo Betancor y la organización Acadehu, a Alejandro de Fez Laso y su blog kaoshispano, al músico ingeniense Blas Sánchez y su círculo musical-poético, al Ayuntamiento de Firgas, a la periodista radiofónica de Abc Punto Radio Dulce María Facundo, al veterano David Hachuel y su emblemático magazin radiofónico "Antena Abierta", a la teldense Susi Arencibia y sus veladas poéticas en San Gregorio, Telde, a algunos responsables de las Ferias del Libro de Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife, al escritor, editor y activista social herreño (editor de Ediciones Idea-Aguere) Anghel Morales, a los responsables del Círculo Mercantil, al Club de Prensa Canaria, a la Casa-Museo Colón...
Disculpas a los que se sientan preteridos de esta lista. Porque sin duda, durante todo este tiempo algunas personas "a título personal" (incluso personas de iglesia, eclesiásticos incluso) se han querido sensibilizar y solidarizar con no poco de lo que planteo en mi libro.
A todos y todas, gracias.
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