Estamos en lo de siempre: la valoración que nos merece la trayectoria vital y la obra intelectual de un hombre de la talla de José Gómez Caffarena, recién fallecido a la edad de 88 años, depende de nuestra perspectiva eclesiológica, de nuestra mayor o menor sintonía con la doctrina del Magisterio, de nuestras simpatías o antipatías hacia las corrientes del secularismo moderno…
Seguro que el también jesuita Jorge Loring (autor de esa obra monumental varias veces editada, ampliada y corregida y al parecer éxito de ventas titulada Para salvarte, especie de "catecismo popular" al alcance de todo fiel interesado, ya sea en su versión hombre o en su versión mujer), situado en las antípodas teológicas, eclesiológicas y aun ideológicas del jesuita Goméz Caffarena, tendrá una visión muy distinta de su compañero de orden recién fallecido. De hecho, una vez más un conocido bloguero situado justo en el extremo eclesial opuesto a este blog (me refiero a Atrio), ni corto ni perezoso llega a afirmar con respecto al religioso y profesor Gómez Caffarena: “No se pierde nada con su muerte, su pensamiento es irrelevante”.
No es cierto: el pensamiento teológico y filosófico de José Gómez Caffarena no es nada irrelevante. A ver: no soy en modo alguno un experto en la obra del jesuita recién fallecido, pero sí que he leído capítulos y fragmentos de un cierto número de sus obras, sobre todo, aunque no solo, para las asignaturas filosóficas de los estudios de Teología. Y desde luego, ya sea por elemental sentimiento de justicia a su enorme talla intelectual querría confesar que siempre, ante la lectura de sus obras, la impresión que tuve fue la de estar ante un pensador de muy altos vuelos, capaz de entrar en diálogo con los grandes de la filosofía europea de los últimos siglos.
No reconocer al menos lo anterior so pretexto de que Gómez Caffarena era una especie de hereje, de incurable y dañino heterodoxo que perjudicó a la Iglesia universal, me parece injusto.
Me parece -puedo estar equivocado-.