Ramón Echarren Isturiz también se llamó Llámame Ramón y Tutéame. Tres nombres para un mismo monseñor atípico, sui géneris.
Viniendo de un obispo tal deseo de pasar por uno más (recuérdese aquello del gran san Agustín de Hipona: "Con ustedes soy cristiano, para ustedes soy el obispo"), a mi juicio está bien. ¿O no lo está en absoluto?, ¿es una mera y solemne estupidez, un capricho de hombre de Iglesia empeñado en hacer daño a la Esposa de Cristo? Que es lo que le echaron en cara en vida al bueno de monseñor Echarren algunas voces católicas altamente conservadoras, tradicionales, muy de derechas.
Pero para mí en principio está bien la propuesta de Llámame Ramón, Tutéame. Ya sea para amenguar-amortiguar tantos siglos de abuso clerical, de autoritarismo, de desprecio a los seglares por parte de la jerarquía: católicos de primera; católicos de segunda; católicos que deciden; católicos que obedecen; católicos que están en la cúspide de la pirámide y a los que hay que obedecer reverencialmente; católicos que están en la base...
Lo que estoy afirmando escandaliza a muchos católicos tradicionalistas, celosísimos de la Tradición. Los cuales no dudarán en atacarme (ya lo han hecho algunos): "Fuera de la Iglesia, vete de la Iglesia, rojo de mierda, enemigo de la Iglesia, progre de ideas masónicas, izquierdista justificador del aborto". Pero a mí nunca me escandalizó el singular empeño de D. Ramón Echarren. Nunca. Singular, excepcional, minoritario, ciertamente, pues los obispos, salvo rarísimas excepciones confirmantes de la regla, no desean ser Llámame Demetrio, Llámame Antonio, Llámame Juan Antonio, Llámame Ignacio...
Fue monseñor Echarren lo que suele considerarse un obispo "de izquierdas", pero no progre al uso. Muy buen pastor para los progresistas eclesiales; pésimo obispo para los más tradicionalistas o de derechas... Para mí fue, según lo sentí, un buen discípulo de Cristo y, como pastor, un hombre fiel hijo de la Iglesia, pero con la libertad crítica y creativa propia de un hombre de Dios. Que se sabe mimado por el Padre.
Y hombre de tremenda conciencia social, por más que una vez yo mismo, tuteándolo, como él quería (mozalbete casi imberbe yo), ni corto ni perezoso le dije que algunos de tus argumentos, Ramón, me parecen posibilistas, poco militantes, poco radicales.
Lo recuerdo muy amigo de ese titán de la solidaridad, maestro de militantes obreros pobres él mismo, que se llamó Julián Gómez del Castillo.
Descansa en paz, monseñor Echarren. Y ruega por nosotros, que hemos sido diocesanos tuyos. Y que hemos aprendido de tu testimonio de hombre empático, simpático, pecador, falible, temperamental, inconformista, afable, modesto, sencillo (a pesar de los cigarrillos carísimos que te fumabas), más allá de tu aparente estado de malas pulgas y de tener siempre la leche en el fuego.
15 de septiembre, 2015: Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.
15 de septiembre, 2015: Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario