El sacerdote y político en activo Miguel D'Escoto, al igual que sus admirados Fidel Castro y Raúl Castro -a los que “idolatra”-, dará cuentas a Dios cuando le llegue la hora. Y en esas cuentas que habrán de dar a Dios, solo el mismísimo Dios, que es el Juez (de la Historia, escrita adrede con mayúscula) sabrá descubrir, ponderar en sus respectivas vidas, aspectos nobles, valores, aciertos, decisiones generosas y auténticas… De acuerdo.
Pero ciertamente, lo que acaba de decir sobre Fidel Castro el sacerdote nicaragüense, hasta ayer mismo, como quien dice, suspendido a divinis por san Juan Pablo II, a causa de su implicación en el Gobierno sandinista nicaragüense (y de paso, en toda aquella historia de la Iglesia del Pueblo según la Teología de la Liberación entendida en en claves marxistas), es una majadería, una indecencia, una mentira muy graciosa si no fuera porque es trágica: Cuba, de sueño revolucionario nada, mas de dramática pesadilla transrevolucionaria marxista, mucho.
13 de agosto, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.
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