Entonces con tu venia, santo padre Francisco, esto es, de acuerdo a tus propias palabras pronunciadas en la homilía de ayer por la mañana (5 de junio, 2013) en la Casa de Santa Marta, me voy a permitir señalar que la propia Iglesia que tú pastoreas, santo padre, siervo de los siervos de Dios, ha ocasionado y ocasiona un indecible sufrimiento a muchas personas.
Por ejemplo, con la tan traída como llevada pederastia, hoy combatida por la Iglesia, ciertamente (bendito sea Dios, o gracias a Dios), con usted a la cabeza, querido Papa ("tolerancia cero", etcétera), pero en otros tiempos no muy lejanos, encubierta por los propios eclesiásticos...
Y también ocasiona la Iglesia mucho sufrimiento a las personas porque no pocos eclesiásticos de la Iglesia son inmisericordes a menudo, o lo que es lo mismo, insensibles al dolor ajeno, nepotistas casi siempre, y serviles a intereses partidistas o de clan o terrenales que no casan con las exigencias y propuestas del Evangelio y el Magisterio.
Por esto que denuncio, santo padre, considero que mucha gente ha acabado harta de la Iglesia. Y yo que estas líneas escribo, santo padre Francisco, precisamente a la luz de su predicación diaria matutina, no he acabado harto de la Iglesia, no, por más que algunos amigos por ello mismo, por este no acabar yo harto luego del desengaño por los palos recibidos, ya me califican de idiota, de tonto del capirote. No he acabado harto de la iglesia, querido papa Francisco, siervo de los siervos de Dios, pero sí que he acabado no poco desengañado ante tanta hipocresía eclesial, ante tanto nepotismo, ante tanto servilismo a intereses terrenales, partidistas o de clan, ante tanta distancia entre lo que el Evangelio y el Magisterio enseñan y lo que el cura y hasta el obispo de turno acaban decidiendo que se haga...
Como los más fieles y "sufridos" lectores de este mi blog conocen, y como conocen algunos míos e íntimos, aunque por supuesto sé o reconozco que usted nunca va a conocer esta circunstancia de mi vida, a mí la Iglesia que peregrina por España, pero especialmente por la Diócesis de Canarias, me ha jodido mucho y bien que me ha jodido. Y por esa jodienda misma que ha perpetrado contra mí, ahora mismo aquí y ahora a la luz de sus palabras, papa Francisco, no termino de aprehender por qué no he acabado también yo harto y asqueado de esta Iglesia.
Harto y asqueado de una Iglesia que no ha querido valorar en absoluto el que yo renunciara voluntariamente a un trabajo cuando ingresé en el Seminario Diocesano de Canarias, hace ya 12 años, como tampoco ha querido valorar en absoluto mi trayectoria militante de 25 años en organizaciones apostólicas y solidarias, ni tampoco una cierta cultura interdisciplinar que he ido atesorando (filosofía, literatura, teología, personalismo comunitario, arte, cine, música, anarquismo, movimientos sociales, historia de la Iglesia...), y ni siquiera el hecho de que sigo creyendo en el matrimonio cristiano militante, o sea, solidario, espiritual, y generosamente abierto a la vida.
Y habiendo pasado de mí todas y cada una de las autoridades eclesiásticas a las que he venido pidiendo ayuda en los últimos nueve años de mi vida, papa Francisco, al tiempo que presto atención a sus exhortaciones, a su enseñanza toda, sigo observando cómo la misma Iglesia que ha pasado olímpicamente de mí y que incluso me ha difamado mucho y que me ha cerrado todas las puertas, sigue apostando por promocionar a trepas, burócratas, figurones, antinatalistas, mundanizantes, antimilitantes, arribistas y meros enchufados que muy poco o nada arriesgan en el camino de la fe...
De modo que toda esta situación eclesial que yo mismo o propio creo haber sufrido en carne viva, querido santo padre Francisco, es la que a menudo me hace considerar que cómo es posible que en efecto yo no haya acabado harto, asqueado y hasta enemistado de la Iglesia. Un misterio, desde luego...
jueves 06 junio 2013, 11:30
Luis Henríquez, 6 de junio, 2013.
7 comentarios:
Lo importante es que sigas fiel a nuestro Santo Padre y a la Iglesia de Jesucristo.Saludos
Muchos han sido los errores cometidos por la Iglesia a lo largo de la historia y peor aún es que muchos de esos actos cometidos se han escudado en el nombre propio de Dios o justificados en la inspiración de su Espíritu... los corajes que ha de pasar Nuestro Señor... Su gracia y misericordia es lo que no te permite desistir y dar la espalda. Hay pocos muy pocos buenos, humildes y santos consagrados, militantes y fieles que sostienen la ira de Dios y finalmente los que somos pecadores que caemos y por su amor somos levantados a quienes el ha de mostrarnos su Bondad Paternal, pues todos pecadores en mayor o menor medida conformamos la Iglesia... Si Iglesia.
Muy lúcida tu aportación, como siempre, GABRIELA. Venturosa entrada de año 2014. Un abrazo.
Tengo un amigo, Gabriela, que no duda en afirmar que abundan los apóstatas en el seno de la IGLESIA CATÓLICA, especialmente en las cúpulas eclesiales, atestadas de hipócritas, de auténticos sepulcros blanqueados.
Yo, habiendo visto lo qye creo haber visto y habiendo sufrido el desprecio que creo haber sufrido sufrido perpetrado contra mí por algunos de tales miserables hipócritas, NO LO DUDO.
Pero también me siento interpelado, en todo el centro de mi condición de hombre muy imperfecto, falible y por ende pecador, me siento interpelado por las palabras de Jesús de Nazaret: "No juzgues, para que no seas juzgado, porque con la misma vara con que midas serás medido..." O "recen por sus enemigos, por quienes los odian y hacen mal contra ustedes..."
Porque con CRISTO JESÚS, Gabriela, a pesar de la miseria actual de la IGLESIA CATÓLICA, no hay medias tintas.
Ya lo creo Cristo es plenitud. Y la Iglesia es Santa porque Él es santo y es pecadora por condición humana de quienes la formamos (en todos los niveles y jerarquía). Y por muy pecadores que seamos o que tan grandes sean las faltas, siempre será más grande su Santidad y su Amor. Dice un dicho que lo que se ve no se juzga y cunado se sufre en carne propia a causa del pecado de otros no hay mas opción que el perdón y aunque duela agradecer a Dios la oportunidad de ser copartícipes de lo que Él vivió (que no hay punto de comparación), se muy bien por propia experiencia lo doloroso que es el proceso del perdón y que ello no implica el estar cerca o la aceptación de quien se ha perdonado, más bien hablamos de alejar de nuestra mente y corazón aquellos sentimiento y pensamientos que nos dañan y en su caso hablando personas nocivas poner distancia, orar para que encuentren el camino etc. Que la paz y el amor de Dios envuelvan tu vida y tu ser...
Gabriela: para mí la dificultad es doble: la primera, que en efecto perdonar es muy difícil, al menos para mí; y la segunda, tragar con el mal trago de que a menudo no pocos eclesiásticos -los muy miserables- empeñados en exigir a los demás que perdonen, son, ellos mismos, LOS PRIMEROS QUE TE MACHACAN.
Saludos.
Por eso la IGLESIA ESTÁ PODRIDA, Gabriela,;y no solo por mi mal testimonio, por mis pecados personales -nunca he negado mi condición de pecador-, sino principalmente por la HIPOCRESÍA ECLESIÁSTICA.
Y lo peor es que mucha gente sabe perfectamente que es así, y por ende pasa de la Iglesia. Dando el caso de que no pocos que dice "servirla", me temo que la "sirven" para defender su trabajo, su chiringuito, su parcela de poder...
Yo me cansé ya de pedir ayuda a esos hipócritas. Algunos de los cuales aparecen en fotografías que reproduzco en este artículo: ya ves, yo doy la cara, esos mediocres me pagan con el desprecio y con exigirme encima que les perdone, cuando los que me han humillado son ellos, ¿no te das cuenta del "juego"?
Saludos, y siempre agradecido.
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