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lunes, 19 de agosto de 2019

"Tan imperfecto como Matteo Salvini pero..."




Por más que produzca consternación y asombro a estas alturas de la película, lo que sigue es un extracto de lo que piensan de Matteo Salvini los católicos progres (no faltan las voces que los tildan sin ambages de seudocatólicos) de un portal de Internet de cuyo nombre no me quiero acordar. Estos diletantes, a la vez que cierran filas en torno a toda la hez anticatólica que pulule por esos mundos de Dios, califican sin ningún reparo, pudor y sin ningún fundamento de «extrema derecha, neofascismo, neofranquismo» a todo lo que les suene a pensamiento católico patriota e identitario, o a todo lo que según su alucinado, falsario o infundado argumentario en favor de un supuesto espíritu del Concilio Vaticano II, vaya en contra de este. Es el fragmento que sigue:


¿Qué hace Salvini con una cruz como collar al cuello? ¿Qué hace ese infame y mediocre politicastro enarbolando el Evangelio en sus mítines? Denunciemos su hipocresía, y que lo denuncie la propia Iglesia desde el púlpito, tan dada a veces a soflamas menos justas y más interesadas. “Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me acogisteis”, que empiecen todos los que dicen defender los valores cristianos de Europa por esta frase del Evangelio. Que todos los conservadores sean consecuentes con sus propios postulados y que conserven de verdad lo mejor de nuestra tradición europea: el predominio del bien común y la inclusión del otro como uno más de nosotros.


Causantes directos del vaciamiento de los templos católicos por causa o mediación de sus propuestas de ultramundanización de la doctrina de la fe ("a fin de que la Iglesia se amolde al mundo y no al revés, el mundo iluminado a la luz del Evangelio"), los ultraprogres pululan por la Iglesia y sobre todo por el extrarradio y las fronteras de la misma acaso porque los obispos no se deciden a llamarlos por su nombre: herejes, moscas cojoneras, enemigos del Magisterio… Obispos, ciertamente, que no ejercen, salvo honrosas excepciones cuya calidad y número solo Dios conoce, de pastores celosos en proteger a las gentes sencillas del tóxico influjo de toda esa caterva de herejes y ultraheterodoxos. 


Pero de casi nada cabe extrañarse hoy día: la Iglesia católica atraviesa la peor crisis sufrida en su bimilenaria historia, una crisis que amenaza con hundir la Barca de Pedro, que hace aguas por todas partes (las expresiones son de Benedicto XVI), desgobernada y dejada de la mano de Dios por tantos pastores sumidos en la apostasía, el mundanismo, la masonería, el servilismo a los intereses y postulados del sorosiano Nuevo Orden Mundial...  


Y no parecen tener además ni la más mínima vergüenza y yo diría que tampoco tienen sentido del ridículo estos progreeclesiales. O sencillamente es que son unos retorcidos y malintencionados. Ya es que da asco y repelús el acercarse siquiera a sus postulados babosos, demagógicos, ultrasecularistas, mundanos y anticristianos. 


Estos tipos y tipas dizque católicos que se permiten recomendar el voto para PSOE, Podemos, Equo, Izquierda Unida, Nueva Canarias y resto de grupúsculos de la izquierda más ferozmente anticatólica, atea e históricamente genocida, ¿cómo tienen la poca vergüenza de exponer en público y en sus publicaciones ese pensamiento sobre Matteo Salvini? Resultado de imagen de mateo    salvini


A decir verdad, el político italiano (sí, dicho sin ninguna vergüenza, sin ningún ánimo de canonizar al personaje, y por más que las horas actuales de Salvini no sean acaso las mejores en su carrera política luego de haber perdido sus responsabilidades como vicepresidente del Gobierno y Ministro del Interior de la República italiana) tendrá sin duda mil defectos personales de todo tipo, mil y una limitaciones de toda índole, y habrá cometido errores de bulto y, por cierto, nunca se insistirá lo suficiente en que ni siquiera los partidos tradicionalmente considerados católicos integristas (los de la máxima alianza posible entre el trono y el altar), encarnan en plenitud el Evangelio, solo que como adalid o impulsor de los valores de la tradición cristiana, que son la base de la cultura occidental que precisamente Europa ha exportado al mundo, Matteo Salvini queda convertido en amigo (o llámese aliado, colaborador, simpatizante, allegado...) de los que sueñan y luchan por el concepto de Reinado Social de Cristo, Realeza de Cristo: verbigracia, toda la obra literaria del  sacerdote argentino Leonardo Castellani (1899/1981) consiste en un titánico y no poco genial esfuerzo por alumbrar las mejores condiciones para el advenimiento de ese Reinado Social de Cristo, que precisamente partidos como los mentados (PSOE, Equo, Izquierda Unida, Nueva Canarias, Pacma, Podemos, Ciudadanos...) se encargan de negar, combatir, conculcar.


Y todo esto afirmado por más que estos tocapelotas progreeclesiales (aunque algunos den clase en facultades teológicas de la Iglesia, presidan revistas supuestamente católicas, o hasta hayan sido ordenados, desde luego exhiben un pensamiento que ya no es católico, tipo José María Castillo y otros progresaurios por el estilo) a las primeras de cambio lo llamen a uno también «facha, fascista, ultracatólico, retrógrado, preconciliar»…


Y perras para el cine, añadiría yo, so farsantes, termitas demoledoras de la única Iglesia de Cristo, ultrasecularistas y demagogos.





27 de agosto (22 de septiembre, 2019), 2019. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

martes, 20 de agosto de 2013

"¿Por qué un sí incondicional al papa Francisco frente a un sí condicional a Berty Russell? (XLIII)"


movimientos apostólicos, relativismo, crisis de fe y de credibilidad eclesial, mundanización eclesial, hipocresía, nepotismo...


Bendito sea Dios. Sin embargo, de la entrevista que se le hace al cura Gonzalo Espina, coordinador de la citada ADSIS, me parece entrever los signos del "cáncer" que asola la Iglesia: mucho bla bla bla con el mundo, con la modernidad, con la cultura, y de paso mucho olvidarse del Evangelio, del Magisterio, de la Tradición...


Y así le va a la Iglesia: catolicismo descafeinado, progres enchufados por todas partes, jóvenes antinatalistas que hasta enseñan en la escuela católica... o están en ADSIS, que seguro que también.


Y siendo la debacle eclesial católica tan así, ¿para qué tanta loa al papa Francisco? 


Papa Francisco, como siervo de los siervos de Dios que eres, llévanos a Cristo a través de María, en fidelidad al Magisterio.



lunes, 5 de agosto de 2013

"Por el kaos a Xristo (X)"


Por mi parte, desde el temor y el temblor y desde la perplejidad que incluye la falta de certeza plena sobre lo que afirmaré, sostengo que el Concilio Vaticano II interpretado en su integridad, esto es, como un concilio no rupturista de la Tradición sino como actualizador de esa Tradición viva de la Iglesia sancionada por el Magisterio, no es el culpable de la evidente debacle actual de la Iglesia católica.

Culpable puedo ser yo, en la medida en que soy falible y pecador necesitado de la gracia y de la misericordia de Dios, pero sobre todo culpables son todos los secularistas que se han apropiado de la Iglesia. Culpables son todas las órdenes religiosas que, por "dialogar con el mundo", dan amparo a secularistas y promotores de la moral más contraria al Evangelio y la Tradición. Culpables son especialmente todos los seglares que en lo profesional viven gracias a la Iglesia, y luego retuercen su doctrina según les convenga.

O lo que es lo mismo: un Concilio Vaticano II bien asimilado, en letra y espíritu, como acontecimiento eclesial en "mermenéutica de la continuidad" no rupturista con la Tradición, no justificaría en modo alguno la actual proliferación eclesial de pelotas, trepas, arribistas, mediocres, mundanizantes, antinatalistas (muchos de estos, "enchufados" en la escuela católica, en facultades teológicas, en centros confesionales...), burócratas, antimilitantes, figurones y meros enchufados que muy poco o nada arriesgan en el camino de la fe.

Tanto que se habla de que "el Vaticano II está aún por estrenar", y resulta que la Iglesia como casa "sin barrer". Es lo que hay: pareciera que las fuerzas mundanas han sepultado la sal del Evangelio y la razón misma de ser de la Iglesia.


Pero no: la salud "salvífica" de la Iglesia (sacramento de salvación para la humanidad) es garante por sí misma de la autenticidad de la Iglesia. O dicho de otro modo: si la Iglesia en efecto queda definitivamente destrozada-vencida por los poderes de este mundo, entonces es que la promesa de Jesús Esposo a sus primeros discípulos (esto es, a la Iglesia misma naciente y Esposa), de estar con ellos en el Espíritu hasta el final de los tiempos, se demostraría gran mentira. Y creemos que no.

"El arte de vivir, la vida que se siente (XII)"


Tradición, Magisterio, fidelidad, heterodoxia, contestaciónSospecho que la Iglesia católica está atestada de gente así: entre burócratas, más o menos acomodados y antimilitantes, y progres más o menos contrarips al sentir del Magisterio, anda el juego.

Pero yo no soy sedevacantista ni seguidor de Lefebvre, de modo que para mí el Magisterio tiene como garante máximo al papa Francisco. Mi voluntad, así pues, "cum Petro et sub Petro".


Aunque me duele la Iglesia, y no la entiendo a menudo, y la sufro, porque ella misma me ha puteado-ninguneado a mí: curas laicistas y jesuitas laicistas ya he escrito públicamente que prefieren dar cancha, altavoz y prestar oídos, digo en plataformas confesionales católicas o de inspiración cristiana, a ultrafeministas, a ultralaicistas, a ateos, a promotores de las movidas LGTB, en tanto a quien estas líneas escribe, al parecer tenido por "fundamentalista y fanático, mal hijo de su madre, o sea, de la Iglesia", le cierran todas las puertas.


Casi que no hay familias cristianas en verdad abiertas con generosidad a la vida, ni entre el profesorado docente de Religión católica en la escuela pública, ni en las facultades teológicas, ni en la escuela católica, ni en los centros culturales confesionales católicos... De modo que ya ni creo que sirva de algo denunciar todo esto, "bloguer", de algo que no sea el exponerse uno al peligro de más lluvias torrenciales de rechazos y condenas: "cátaro, fanático, resentido, enemigo de la Iglesia, odiador, envidioso, purista..."

Es lo que abunda. Solo que siempre será verdad aquello tan paulino: "Donde abundó el pecado, sobrabundó la gracia". Para mantener la esperanza al menos. La esperanza contra toda evidencia y contra toda desesperanza.

La esperanza a pesar de que las autoridades de la Iglesia a mí no me parece que hagan nada por ir poniendo de patitas en la puta calle, tan inhóspita, a tanto trepa, burócrata, antimilitante, enchufado, antinatalista, progre y figurón...

Pero nada: creo que es más posible el ganarse la vida poniendo un ganado de cabras o plantando ajos y cebollas, que el esperar que las cosas vayan a cambiar en la Iglesia católica en el sentido en que estamos diciendo. En la Iglesia católica, sí, donde no hay ninguna incompatibilidad, parece, entre ser antinatalista y dar clases en una facultad teológica; de hecho, están aborrotadas de sujetos y sujetas así, y no se hace nada por cambiar nada. Y si te quejas, cataplún: fundamentalista, fanático, intransigente, purista, soberbio, despechado, resentido, odiador, difamador, cátaro...

Me quedo con Mike Oldfield, música acuática, étnica, celta y folky, en esta tarde calurosa de verano. La emoción que me produce esta música es más "real" que la esperanza de que un cambio drástico y radical se dé en la Iglesia católica.