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Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, quiero decir, considerando la expectativas que entre los sectores del catolicismo progresista viene suscitando la elección del jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio como papa Francisco, en Religión Digital, como de costumbre, escribí esta nota sobre la Teología de la Liberación: en distintos medios de información religiosa, especialmente centrados en el día a día de la Iglesia católica, se habla bastante últimamente de tal corriente teológica, que recientemente ha cumplido sus 40 primeros años de existencia, cuyo inicio es de consenso situarlo a raíz de la publicación de una obra teológica del actualmente dominico peruano P. Gustavo Gutiérrez,
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Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, quiero decir, considerando la expectativas que entre los sectores del catolicismo progresista viene suscitando la elección del jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio como papa Francisco, en Religión Digital, como de costumbre, escribí esta nota sobre la Teología de la Liberación: en distintos medios de información religiosa, especialmente centrados en el día a día de la Iglesia católica, se habla bastante últimamente de tal corriente teológica, que recientemente ha cumplido sus 40 primeros años de existencia, cuyo inicio es de consenso situarlo a raíz de la publicación de una obra teológica del actualmente dominico peruano P. Gustavo Gutiérrez,
Ciertamente -escribía yo en esa nota-, no hay una única Teología de la Liberación; nunca la ha habido: tantas hay, o casi, como autores (teólogos, pero también filósofos y sociólogos, como Enrique Dussell) han desarrollado esta corriente teológica "altermundista". De manera que por ello mismo las hay más ortodoxas y menos.
Creo que es por ahí por donde van los "tiros" (obviamente, las matizaciones, los acentos sobre todo el corpus doctrinal de tal corriente teológica) del prefecto Mühler. Y es por donde podría ir la "aprobación" del papa Francisco a esa teología, que conformó, indudablemente, la inspiración de Puebla y de Medellín, y aun, acaso en menor medida, la más reciente de Aparecida.
Pero claro que lo mejor de la Teología de la Liberación es nítidamente evangélico, y por ende católico. Nos bastaría para ello con considerar la vida y obra de obispos "liberacionistas" de la talla de Leónidas Proaño (Ecuador) o de Dom Hélder Cámara (Brasil), y por supuesto la de Óscar Romero (El Salvador): San Romero de América...
Otra cosa es, obviamente, toda la carga de marxismo incompatible con la visión cristiana de la realidad, del hombre, del mundo y de Dios. En lo cual el debate doctrinal, lleno de encuentros y desencuentros (de luces y sombras, responsabilidades y culpas, etcétera), ha estado siempre abierto en la Iglesia universal, entre la voz del Magisterio, siempre autorizada y vinculante (lugar teológico fundante de la fe), y los teólogos cultivadores y partidarios de la Teología de la Liberación. Todo ello en diálogo creativo con las comunidades de base, que han sido por derecho propio el principal referente eclesial y sociológico de esa corriente teológica.
Luis Henríquez. 26 de junio, 2013.