martes, 29 de enero de 2013

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XIII)"


Ah por cierto, que se me olvidaba: cuando hago referencia a la fidelidad al Magisterio, Ana Rodrigo, suele ser para manifestar mi estupor ante el para mí muy obvio hecho (esa constatación la hago a través de varios cauces) de que lo más probable es que en España solamente un puñado de miles de católicos, o de varios centenares de miles, manifiestan con hechos, con obras, con confesiones escritas, que desean ser fieles a ese Magisterio.
Naturalmente, no pretendo juzgar a nadie, pero yo creo que hasta muchos que presumen de ser muy de derechas, conservadores y ortodoxamente católicos, no son tan fieles a ese Magisterio como suelen dar a entender.
Para mí estos son los hechos o datos evidentes. Sobre los que alguien como Javier Renobales ha expresado en Atrio: “Los católicos en su inmensa mayoría pasan de la doctrina moral del Magisterio. Y hacen bien, porque esta doctrina es retrógrada, absurda, inhumana”. Mientras que yo, que no soy de esa opinión, lo que me planteo es “¿cómo es posible?”, “¿para qué lo es?”, “¿qué sentido tiene que sea así?”, “¿tiene que ser así?”
Los obispos católicos deben ser conscientes de que solamente un puñado de miles de familias católicas en España son realmente fieles a la exigente doctrina moral de la Iglesia sobre la familia y la fertilidad. Ahí están los hechos, a la vista de todos. Hechos que a mí me dejan anonadado. Y lo expreso. Con el resultado de que hay personas que se quejan, se molestan y, o me acusan (”fanático, fundamentalista, cátaro ” y todo lo demás), o hasta, algunos, ya lo han hecho hasta en mi cara: espetarme que soy todo eso malo…
Pero yo insisto: ahí están los hechos, que valen más que mil palabras. Los hechos cantan, no pueden negarse. De modo que más que pretender adoctrinar en Atrio -no soy tan ingenuo como para pretender eso-, encuentro que es un buen espacio de libertad para expresar perplejidades


Quinda: el cierre a mi reflexión lo pone Peter Gabriel. Con respecto a Genesis, la banda que impulsó en el último tercio de la década de los sesenta del pasado siglo XX, con un puñado de músicos que eran aún estudiantes adolescentes de Bachillerato, creo que es la banda que andaba buscando para colocar en el quinto puesto de las grandes bandas de rock de todos los tiempos, detrás de The Beatles, Pink Floyd, The Rolling Stones y Led Zepelin (las enumero según mis gustos particulares). Nótese que la coloco por delante de Yes, Supertramp, King Crinson, Emerson, Lake & Palmer o los mismísimos U2, bandas que me encantan.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (XI)"


Ana Rodrigo, buenos días, buen sábado:

No sé si conoces esta anécdota que se cuenta de ese gran teólogo reformado de tradición calvinista que se llamó Karl Barth. (Nótese que se trata del, acaso, más cualificado teólogo protestante de todo el siglo XX, tradición cristiana que, entre otras razones por centrarse en la exclusividad de la Palabra, la Sagrada Escritura, la sola fe, la sola gracia, etcétera, ha producido teólogos y teólogas extraordinarios, cuyos frutos alcanzaron el propio Vaticano II, pues no en balde, al menos en alguna medida el amor de los hermanos cristianos protestantes estuvo en la mente de algunos padres conciliares de ese gran acontecimiento para la Iglesia universal que fue el Concilio.)
Resulta que frecuentemente en algunas de sus conferencias, una suerte de fan incondicional solía preguntarle al sabio teólogo algo así como: “Y usted, como creyente cristiano, Dr. Barth”, ¿qué opina de tal o cual asunto?... Era insistente el señor; y tal vez, algo pesado, impertinente. Porque el caso es que un día el teólogo suizo le espetó, ya me he figurado que acaso molesto por tanta insistencia: “No olvide usted que tanto insiste en destacar mi condición de creyente cristiano que, detrás de esa fe, se agazapa la pertinaz duda del ateo”.
D. Miguel de Unamuno, que también fue un sabio, aunque por imperativos generacionales no pudiera conocer la obra de Karl Barth, ni obviamente esa anécdota, sí que se especializó en la permanente especulación existencial sobre la duda y la fe religiosa, sobre la sed de infinito y lo imperioso del dato empírico de la razón, sobre la lucha titánica entre la finitud y la sed de eternidad…
Salvando las abismales distancias entre ambos ilustres pensadores citados y yo, me siento bastante como ellos. Y creo que es por eso por lo que entro en Atrio; vamos, una de las razones de que siga entrando.
Por otra parte, Ana Rodrigo, gracias por recordarme el hecho o dato de que la inmensa mayoría de los foristas de Atrio en realidad ya están de vuelta de todo eso de fidelidad al Magisterio y resto de fidelidades eclesiales afines; mi recorrido existencial y de fe, empero, no ha sido exactamente ese. Entonces será el respeto recíproco lo exigible.
Y aun dos últimas consideraciones sobre el post de Juan José Tamayo Acosta. La primera es que en efecto la Iglesia católica, por boca de sus jerarcas podría implicarse más, de manera más radicalmente evangélica por profética, en la denuncia de las injusticias estructurales; por ejemplo, en las que está ocasionando en España la cruelísima crisis económica que sigue golpeando a los más débiles, a las economías más en precario. Hasta el extremo de que casi hago mía una afirmación o tesis que suele esgrimir el ateo Pepe Sala: “Es falso eso de que la Iglesia ayuda a los pobres, porque en mi experiencia puedo mostrar que es justamente lo contrario”. Es decir, yo creo que no es del todo cierto eso de que “la Iglesia católica no ayude solidariamente a los necesitados”, sí que ayuda, y no raramente de manera heroica, ejemplar, santa. Sin embargo, a menudo también pasa de ayudar: por hipócrita (quiero decir por la como secular hipocresía eclesiástica), por rendida a los intereses mundanos, por burocrática y no militante, la Iglesia universal, siempre santa y pecadora, no ayuda como debiera. Y ahí sí le doy la razón, parcialmente, a Pepe Sala.
La segunda consideración, que no hice en mi comentario anterior al mismo hilo de este post, para evitar sembrar polémica (es lo que consideré en su momento), es que hay algo que me chirría del hecho de que Juan José Tamayo haya elegido precisamente un texto de san Juan Crisóstomo para criticar la incoherente actuación antievangélica de tantos pastores de la Iglesia católica en España. Sospecho que lo que me chirría es que haya elegido un fragmento de los escritos de un Padre de la Iglesia universal. Porque sabido es que a ese grupo de selectos de los Santos Padres de la Iglesia solo se accede a través de la santidad de vida y la total ortodoxia del pensamiento teológico propio, más el fiel amor incondicional a la Iglesia. Por eso justamente, las reticencias sobre si considerar o no propiamente a un sabio y genial teólogo como Orígenes, de obra teológica algo “heterodoxa” al parecer, perteneciente con “pleno derecho o no” a ese grupo de selectos elegidos que son los Santos Padres de la Iglesia.
Nada más. Buen día.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia(X)"





“Desobedecer por fidelidad” titula su post Ovidio Fuentes. Conque por fidelidad…

Por fidelidad a Dios es lo que, según mis cortas entendederas me transmiten, nos plantea Ovidio Fuentes. Y a Dios nadie lo ha visto, solo el Hijo; y yo añadiría, también el Espíritu Santo, solo que la tercera persona de la Trinidad nunca se encarnó en este mundo (tampoco tenemos constancia de que en otros mundos, planetas y aun galaxias se haya encarnado, bajando del Cielo al Cosmos creado). Ni los obispos de Roma, gobernadores de la Iglesia universal, han visto a Dios, aunque hablen en su nombre y digan ser sus representantes. De acuerdo.

Así las cosas, si mal no entiendo a Ovidio Fuentes en este post de Atrio que vuelve a ocuparnos para la controversia, me lanzo a afirmar que los cristianos podemos desobedecer… por fidelidad a Dios. Pero ¿a qué Dios? Pues al que nos manifiesta el único ser humano que, según la fe de los cristianos (ni que aclarar que no compartida por budistas, musulmanes, ateos, agnósticos, etcétera), ha visto a Dios, puesto que es también Dios: humano y Dios, Dios y hombre verdadero, unigénito del Padre, nacido antes de todos los siglos, Dios de Dios, luz de luz…

Un pasito más entonces. Y si doy un pasito más, me digo: por fidelidad al Dios que nos manifiesta Jesús el Cristo, el Papa es en efecto el sucesor de Pedro (según ha señalado Santiago Hernández, hasta el eximio teólogo reformado Oscar Cullman, observador e incluso conferenciante durante el Concilio Vaticano II, reconoce este dato), nombrado a propósito por Jesús para que desempeñara el ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (según tengo entendido, no es cierto que esa perícopa de Mateo sea espuria, o sea, un añadido “posterior” a la redacción del evangelio mateano, puesta ahí para cimentar el naciente primado de la sede  de Roma, frente a las otras iglesias que nacían).

Otro pasito más. Por fidelidad al Dios que nos manifiesta Jesús, siendo este perfecto hombre y Dios verdadero, creo conocer que los predilectos de ese Dios son los pobres, los marginados, los enfermos, los desgraciados, los tristes, los parados, las prostitutas… “Predilectos” no significa que Dios desprecie a los ricos, pues en el corazón misericordioso de Dios cabemos todas las personas. Solo que como los predilectos del Dios que nos manifiesta Jesús son las personas marcadas por todas esas desgracias y circunstancias adversas que he señalado, heme aquí ante un nuevo caso de esa desobediencia por fidelidad a Dios de la que, siempre desde la perspectiva de no haber entendido mal al autor del post, nos habla Ovidio Fuentes.

A saber: por fidelidad a ese Dios de Jesucristo puedo en efecto poner en solfa circunstancias del papado que a mí me parece chocan con la idea de Dios que nos transmite Jesús. El hecho del poder terrenal que secularmente han protagonizado los papas, por ejemplo, y por extensión la Iglesia toda. O el hecho mismo de ser el Papa, Jefe de Estado, del Vaticano (no parece tener nada que ver eso con la noción que de Dios nos transmite Jesús). Y un largo etcétera de contrastes.
De manera que de ser así como me parece entender el post de Ovidio Fuentes, bienvenido sea.


Guinda: hablando de fidelidades más cotidianas, más mundanas, pero desde luego cojonudas, una vez más me despido hasta otra nueva ocasión, con una pieza de los estupendos argentinos de Les Luthiers.

Loado sea el hermano humor (personificado: el Hermano Humor).

lunes, 28 de enero de 2013

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (IX)"


  1. "Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (IX)"


    En la actualidad eclesial católica, todo posible mérito (o carisma) intelectual, académico, cultural, espiritual o militante cristiano es nada, a menudo, si no "caes bien", si no eres "políticamente correcto", si no eres moderado (o sea, tibio), si no eres templagaitas (o sea, amigacho del posibilismo politiquero y componendas parecidas)...

    Anoche las abundantes setas me desvelaron a eso de las 5 de la madrugada. Los excesos se pagan. Y la Iglesia católica está pagando los suyos, sus "excesos" de pactar con lo que traiciona la fidelidad al Evangelio. Por lo demás, denunciar esto es doloroso, porque te conduce al ostracismo eclesial: todo el aparato hipócrita institucional, con sus monseñores a la cabeza, y todas sus trapisondas de nepotismo a granel, te pisoteará sin piedad.
  2. Siempre tendremos que estar receptivos y agradecidos a la acción del Espíritu de Dios, que por cierto sopla libre y donde quiere (no raramente fuera de los límites visibles de la Iglesia católica), pero no lo es menos que las contradicciones de la Iglesia universal (principalmente provocadas por la hipocresía eclesiástica y las permanentes traiciones al Evangelio), en este momento histórico, alcanzan una gravedad pavorosa.

    Todos somos pecadores, yo el primero, pero la hipocresía eclesiástica ya es meramente nauseabunda.

    En fin: en este tiempo de amarga crisis de fe, miremos al Crucificado, que es también el Resucitado, y ·"a pie de página" de Cristo salvífico, contemplemos el ejemplo de tantos creyentes que en toda época y desde toda condición o estado de vida han testimoniado la fuerza de la fe cristiana.


    Guinda:

    Como en otras ocasiones en este mismo blog, bendito sea el hermano humor. Riámonos con los geniales argentinos Les Luthiers.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (VIII)"


Por lo que me parece entender de tu post, Antonio Duato, se trata de que desde las más altas instancias de la Iglesia católica (digo algunas de ellas: el Vaticano, con el Papa a la cabeza, el actual titular de la Diócesis de Valencia…), lo que se fomenta es la devoción espiritualista desencarnada, acaso fórmulas que desembocan en el clericalismo, el centralismo del poder de Roma…

Nada nuevo bajo el sol en la Iglesia universal. O lo que es lo mismo: mi experiencia personal me informa de que el borreguismo, el espiritualismo desencarnado (esto es, la espiritualidad sin obras, sin acción, sin compromiso existencial o militante) y hasta la falta del más elemental de los conocimientos acerca del Evangelio y de la Iglesia universal, abundan en la Iglesia católica hoy día.

Claro que siempre sobreabundará la gracia, y el ulterior o consiguiente buen testimonio cristiano de tanta gente buena de la Iglesia universal. Pero ello no quita lo anterior denunciado.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia(VII)"


Luis González Morán:
Es cierto que afirmo eso que usted reproduce; es más, pienso que me faltó añadir más datos reveladores del enorme nivel de la decadencia que asola a la Iglesia católica en la actualidad, sin ir más lejos en España, para no enredarse uno con la presencia o realidad de la Iglesia universal en otros países allende nuestras fronteras. Sin embargo, en ese mismo comentario del que usted entresaca esa afirmación mía, concluyo con la certeza también muy personal mía de que en 20 siglos de historia de la Iglesia católica, nunca han faltado estupendos testimonios de vida de fe, en todos los estados de vida cristiana, en todos los países y lugares del orbe católico.
Para alegrar la vida, recomendaría muchos enlaces, docenas y docenas de ellos: desde las películas de los irrepetibles Hermanos Marx, hasta el humor ácido e irreverente de los argentinos Les Luthier, pasando por los tres grandes cómicos del cine mudo, que para mí serán para siempre Charlie Chaplin, Buster Keaton y Harold Lloyd, pasando por… Pasando por lo que cada uno quiera, quién va a poner puertas al campo, ¿acaso las autoridades de la Iglesia católica? No deberían, ¡que Dios es también humor!

Loado sea el hermano humor.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia(VI)"


Luis González Morán, un último apunte:

A pesar de mis críticas a la Iglesia católica -o acaso gracias a ella, cualquiera sabe-, la breve reflexión siguiente expresa lo que de profundis creo. Desde luego, si en la Iglesia universal abundasen creyentes no de la altura creyente de mi vida -que seguro es escasa, a mi pesar-, sino de la de la santa a la que me refiero yo mismo en un breve apunte que enseguida reproduciré, inicialmente pensado para un blog amigo…
Pero no, a pesar de luminosos testimonios como el de la joven italiana a la que me referiré en un momento, la Iglesia católica en la actualidad sobreabunda en toda clase de mediocridades, pactos con lo peor del mundo, entendimientos con los poderosos… Todas actuaciones de algunos de sus hijos e hijas que contradicen abiertamente el Evangelio, como parece querer poner de manifiesto Antonio Duato en el post que nos convoca a este hilo.

Es el que sigue:



Santa Gema Galgani, colosal santa italiana que murió con apenas 25 años, fue la primera santa canonizada del siglo XX.


Según lo que cuentan sus hagiógrafos, es imposible no estremecerse al conocer su vida. Lo que pasó esta chica: un auténtico calvario de desgracias familiares, orfandades, pruebas y tentaciones del Maligno, enfermedades, incomprensiones, estrecheces económicas…

En vida, fue estigmatizada, esto es, recibió, en las palmas de sus manos, la gracia de los estigmas de la Pasión de Cristo. Como el P. Pío, también italiano, entre otras personas del siglo XX de intensa espiritualidad crística (también estigmatizada, la mística alemana Teresa Neuman).

Recuerdo un retrato de la santa en la alcoba de mi abuela materna. Y puede que en otras alcobas de tías abuelas y otras viejas que ya no están en este mundo…


Creo que porque la sociedad en Occidente se ha ido descristianizando, desmisterizando, desacralizando, la Iglesia universal está sufriendo la crisis de fe, de identidad y de credibilidad que está sufriendo en la actualidad.

De manera que lo que acabo de escribir es también parte esencial de lo que creo, junto con algunas críticas que con alguna frecuencia me permito hacer públicas en un portal como Atrio. Siempre, me creo, desde la perspectiva y desde la experiencia de considerar que Jesús el Señor, el Cristo, vino al mundo a sanar enfermos, a acoger a pecadores, a prostitutas y publicanos, a enfermos y locos, a hambrientos y desquiciados.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (V)"


Por mera casualidad me meto en este post en el que en su momento participé, y me doy cuenta del incidente que señalan los últimos comentarios.

No pensaba opinar sobre el particular, pero creo que es de agradecidos salir a la palestra, ya que al menos Antonio Duato no censura normalmente mis comentarios en Atrio, con independencia de que el común de los foristas esté o no de acuerdo con mis opiniones.

Luis Alberto Pizarro, tocayo por partida doble: creo que te has equivocado con ese comentario en que mencionas la condición del señor Duato como sacerdote católico secularizado. Eso es asunto de él y de los suyos. Y además no implica necesariamente que la persona que toma en su vida una decisión como esa pase a ser mala gente; muy al contrario, a mí me parece haber conocido a curas secularizados, y monjas y religiosos diversos también secularizados, que reputaría como excelentes personas. Y a la vez, creo haber conocido a sacerdotes en principio muy ortodoxamente fieles a su vocación presbiteral, y monjas muy monjas, que vamos, no me gustaría tener cerca de mí.

Otra cosa son las ideas; sobre estas, sí cabe dialogar. Y que me lo digan a mí: no es que presuma de ello, pero aseguro que aquí mismo en Atrio he protagonizado algunas buenas agarradas. De lo cual trato de aprender-aplicarme principalmente esta lección: he de tratar de ser más instrumento de paz y concordia que de agresión y desafío. Obviamente, sé que apunto muy alto: no raramente, más que instrumento de paz y de concordia habré sido y aun seré, motivo de agresión, malestar, crispación; bueno, mientras no lo sea de escándalo…

Discrepo a menudo de las ideas expuestas en Atrio. Pero al menos les agradezco esto que diré -de lo cual no pueden presumir otros portales que se tienen por muy católicos, quizá porque al estar convencidos de que poseen la verdad y son a la vez elegidos-poseídos por ella, rechazan a los que nos apartamos, siquiera un poco, de esa verdad creída y defendida a pie juntillas-: salvo algún que otro caso que yo mismo le he “criticado” a Antonio Duato, en Atrio no me censuran; más bien trato de censurarme yo mismo, autocensurarme cuando creo que lo que voy a decir no pega ni con cola en un portal como este.
Nada más.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (IV)"


Antonio Duato:
Hasta donde alcanzan mis conocimientos (siempre mejorables, ampliables, etcétera), creo en lo siguiente: más allá de lógicas diferencias personales responsables y a la vez capaces de colocar el acento de la fe en tal o cual aspecto de la misma, no hay diferencias doctrinales relevantes (ni cristológicas, ni eclesiológicas, ni pastorales, ni de ninguna índole digna de tenerse en cuenta) entre el magisterio de los papas del siglo XX y de lo que llevamos de este XXI. Si hay algunas de peso, afectantes a la doctrina católica, rogaría que algún forista de Atrio las dijese, por favor, pues el asunto creo que lo merece, sobre todo esto, y yo así podría quedar más informado.
De manera que entonces no me cuadra eso de “relativizar el papado” que propones en tu post. Porque qué papado habría que relativizar así las cosas, ¿acaso el último de Pablo VI, de la Humanae Vitae en adelante, y me supongo que todo el de Juan Pablo II y todo el de Benedicto XVI y tal vez no el brevísimo de Juan Pablo I? 

Bueno: tal vez lo que planteas es que Juan XXIII sí supo relativizar el papado, puede que en alguna línea similar a la que tú sugieres, y empero el último Pablo VI y sobre todo Juan Pablo II y Benedicto XVI no han continuado la línea de Juan XXIII sino que han propuesto a la Iglesia universal la línea de la restauración, el conservadurismo teológico, eclesiológico y pastoral.
En fin, adonde me parece haber llegado otras veces con estas cuestiones: claro que sé apreciar diferencias de talante y de sensibilidad entre Juan XXIII y Benedicto XVI, como entre Pablo VI y Juan Pablo II, pero todo eso de “relativizar el papado”, pues no sé qué alcance pretende tener, la verdad. Obtuso que es uno, quizá.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia (III)"


Javier Renobales:
Leo tus encendidas diatribas contra la Iglesia universal, y lo que casi siempre me producen es la impresión -o quizá sospecha, pudiera ser- de que lo que pretendes es desmantelar la Iglesia (relativizarla, desautorizarla, deslegitimarla...), porque es una estructura de poder, de manipulación de las conciencias, de falsedad, de alienación, de clasismo, de desigualdad, de autoritarismo…
Y a mí me parece que en efecto la iglesia católica, en sus dos mil años de historia, en excesivo número de ocasiones ha sido todo eso que tú señalas, y más. Pero no siempre ha sido así, ni ha sido solo eso, o solo así; por razones que desconozco, obvias lo bueno, lo justo, lo noble, lo bello, lo humanizador y hasta lo santo que la Iglesia católica ha realizado y promovido. ¿Que hay obispos malos y aun malísimos por hipócritas, pasotas, autoritarios y hasta mediocres? Sí, cierto; pero también existió uno llamado Hélder Cámara (cierto que “comía como un pajarito”: mis ojos lo vieron), y otro que se llamó Oscar Romero (ambos en proceso de beatificación)… E incluso otros han existido y existen de nombres no tan celebrados como los dos citados, pero sin duda buenos pastores.
En la actualidad, la Iglesia católica atraviesa una de las peores crisis de su bimilenaria historia. Crisis de fe, de credibilidad, de escasez de auténticos testimonios militantes. Aun así, sin embargo, no faltan, también en nuestros días, testimonios de entrega y de testimonio santo, no raramente hasta el martirio.
¿Que apena, desconcierta, indigna y desanima tanto ejemplo de hipocresía, incoherencia y como sistemáticas traiciones al Evangelio que se dan en el seno de la Iglesia católica, un día sí y otro también? Sí, y mil veces sí; pero también, al tiempo que ocurre todo lo anterior, que afea el rostro de la Iglesia universal, suceden testimonios extraordinarios de fidelidad a Cristo y a su Iglesia, como el que protagonizó hace exactamente un año una joven andaluza que murió con apenas 31 años. Por negarse a que la trataran de un tumor durante su embarazo, se llamaba Bárbara Castro García. Yo mismo escribí un artículo-crónica sobre el caso, publicado en blogs de Internet y, recientemente, reproducido en el último número de la revista Acontecimiento.





La Iglesia católica está muy mal porque muchos de sus hijos e hijas -yo entre ellos, claro, soy mediocre y pecador- no se toman en serio la fe, desde las exigencias del bautismo. Demasiada mediocridad, aburguesamiento, relativismo, espiritualismo desencarnado y secularismo (en el peor de los sentidos del término) arrasan en la Iglesia. El Papa conoce todo esto, le duele la Iglesia a Benedicto XVI, lo ha denunciado por escrito y en sus catequesis. Y empero, yo creo apreciar que muy a menudo no pocos obispos católicos como que miran para otro lado…
Salud y paz.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la Propia Iglesia (II)"


Javier Renobales:

Óscar Romero fue un obispo católico plenamente en comunión doctrinal con la Iglesia católica. Lo cual no impidió, ciertamente, que en el ejercicio heroico y santo de su ministerio pastoral sucedieran conflictos, tensiones, malos entendidos e incomprensiones con otros obispos, o con la mismísima Santa Sede. Como en todas las familias -y la Iglesia universal se puede decir que es una gran familia de familias-, los conflictos y las tensiones siempre se dan. Lo mismo podría decirse de Dom Hélder Cámara. Tú en cambio, en el ejercicio de tu libertad te manifiestas como excatóilico anticatólico, y ni siquiera como cristiano. No me parece mal que sea así, es decir, no lo discuto, es tu libertad, tu decisión; y encima, de todo lo que dices en Atrio, aprendo bastante, aunque tú puedas suponer que no. Y de tus críticas a la Iglesia católica, también, pues la Iglesia, siempre santa y pecadora…

La esencia del matrimonio cristiano es el amor. Siempre ha sido así, aunque durante siglos por circunstancias e impedimentos muy diversos (sociales, culturales, incluso en parte propiamente eclesiales…) no se viera con la nitidez con que se ve hoy día. El matrimonio cristiano es una alianza de amor entre un hombre y una mujer, es iglesia doméstica, escuela de solidaridad abierta a la vida, si bien, como lo nuclear o esencial del matrimonio es el amor, también hay matrimonio cristiano aunque no se tengan hijos biológicos, siempre que no haya una intención excluyente y premeditada de no ternerlos.

En ningún caso he acusado directamente a Pepe Blanco de pecador y mucho menos de enfermo por su condición homosexual. Me he limitado a señalar que su breve apunte de dos líneas dirigido a mí es hiriente. Y en mi réplica, he señalado que la homosexualidad activa, o ejercicio de la homosexualidad, es pecado, esto es, materia de pecado. No he entrado a valorar las actitudes, responsabilidades o culpabilidades de nadie, que no es asunto mío eso, sino de la persona en particular con su conciencia y con Dios.

No he mentado para nada el aspecto de la enfermedad referido a la homosexualidad. Pero ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, quiero decir, por este asunto, añado que en efecto la conducta homosexual me parece en cierta medida un trastorno, un desequilibrio conductual, un desajuste. Esto no significa en modo alguno arremeter contra la persona del homosexual, que tiene plena digneidad (según la antropología zubiriana es el concepto) por su condición de persona, hecha a imagen y semejanza del Creador (véase al respecto la enseñanza correspondiente del Génesis).

Por lo demás, Javier Renobales, aprecio en tus palabras algo así como una propuesta de reto, de quedar conmigo en persona para… Me parece el colmo: ¿Es que uno no se puede expresar libremente o qué?

Señor Pepe Blanco: a usted no lo he llamado pecador ni enfermo; no pretenda tomarme por bobo colándome esa; me he limitado a alinearme con la doctrina de la Iglesia al respecto de la homosexualidad, que usted practica (la homosexualidad activa, no la doctrina de la Iglesia católica al respecto). Nada más.
Buen día.


Postdata o guinda: este tema, plenamente de rock sinfónico, es tan folkie: tiene un aire medieval que me sigue embelezando. "Incluso en los momentos de mayor tranquilidad, quietud", podríamos traducirlo al español. Aparece originalmente en el álbum que lleva el mismo título, Even In The Quietest Moments..." Supertramp ya había comenzado su esplendor, tras el magistral disco anterior Crime Of The Century, del año 1974. 

Pues eso: incluso en los momentos de mayor turbación o preocupación o hasta desgana, escuchemos esta invitación a la mayor de las quietudes o tranquilidades posibles a que nos invita Supertramp. No perdamos el horizonte de la esperanza. Hermosísima canción, interpretada en esta ocasión por Roger Hodgson, quien, junto con Rick Davies, lideró la estupenda banda británica. Una banda que, por supuesto que sin ser la mejor banda de rock progresivo de la historia de esa variante del rock, compuso música de altos vuelos, de altos quilates. Fueron bastante comerciales a partir del Breakfast in America, su sexto album, si bien siguieron ofreciendo grandes canciones en todos los posteriores y en el citado "desayuno en América", y, sobre todo, produjeron cinco primeros discos plenamente progresivos y sinfónicos.

"Fiel a la Iglesia católica, pese a todo: pese a mis tentaciones y pecados, pese a los de la propia Iglesia"





Pepe Blanco:

Algunas de las acusaciones que viertes contra la Iglesia católica son falsas; otras, medias verdades, que ya se sabe que a menudo se convierten en grandes mentiras. Como lo del IBI: cierto que la Iglesia católica está exenta de pagarlo… al igual que docenas y docenas de organizaciones muy diversas que funcionan, al menos en la teoría, sin ánimo de lucro y por el bien común. Como lo de que la Iglesia católica solo ha estado de parte de los ricos y pudientes de la sociedad; falso también, pues a menudo ha estado con los pobres, ha compartido su suerte con ellos y ellas pobres y marginados. Esto es tan obvio que no merece la pena ni pormenorizarlo, acaso también porque no hay peor ciego que el que no quiere ver…

Antonio Duato: no es ser fundamentalista tratar de ser fiel a la doctrina de la Iglesia católica. Parece mentira que una persona tan versada en mil batallas dialécticas, teólogo de cierta producción teológica, y sobre todo coordinador de Atrio y editor de Iglesia viva, pretenda pasar ese juicio grueso por verdadero. Lo que dices no es cierto. Pero sobre todo no lo entiendo: si en este portal se exponen las razones del ateo, del agnóstico, de la feminista, del homosexual, del budista y aun las del librepensador -y tan amigos al final todos y todas-, ¿por qué aparecen tantas dificultades y pegas a la hora de exponer las del católico que siente, en lo profundo de su corazón, en el altar sagrado de su conciencia, que ha de tratar de ser fiel al Magisterio?

Medito aquí y ahora una afirmación de Guillermo Rovirosa: “No se puede ser un auténtico apóstol de Cristo sin un gran amor por la Iglesia”. La del fundador de la HOAC no es palabra de Dios, ciertamente, ni es palabra de un idiota desinformado que no supiera en su tiempo de los errores e injusticias y pecados institucionales y hasta maldades, si se quiere, perpetrados por la Iglesia católica a lo largo de su historia, sino el testimonio de un converso agradecido.

Pepe Blanco: todo este jaleo ha vuelto a comenzar, me quiero figurar, porque a mí se me ocurrió quejarme, en otro post de Atrio casi simultáneo a este, simultáneo en el tiempo, que usted había sido ofensivo conmigo en una breve nota de dos líneas. Y de paso aproveché para alinearme una vez más con la doctrina de la Iglesia católica sobre la homosexualidad, alineación o fidelidad que el propio Antonio Duato luego me echa en cara. En ningún momento he acusado a nadie, ni injuriado a nadie, no he juzgado la conducta de nadie.

Ni la Iglesia. Porque esta distingue muy bien entre lo que es materia grave (y tan materia grave es pecar contra la castidad dos hombres juntos como una mujer con un hombre fuera del matrimonio, etcétera) y lo que es el juicio sobre la intencionalidad-culpabilidad de las personas que, o tienen relaciones homosexuales, o las tienen heterosexuales, o roban, o mienten en materias muy graves y perjudiales para la sociedad, o lo que quiera que sea que atente contra la moral católica y el mensaje liberador cristiano, etcétera.

Antonio Duato: mis observaciones sobre la homosexualidad parten de algunas lecturas relativamente recientes. Una de ellas, de una obra de Richard Cohen, exgay norteamericano y actualmente casado, padre de tres hijos, cristiano protestante, psicoterapeuta. Si libro se titula Comprender y sanar la homosexualidad. Cohen, que como he adelantado fue homosexual activo durante lustros, utiliza precisamente esos calificativos que reproduzco yo; él más profusamente en su ensayo que yo, obviamente, y con más rigor).


Nota: como el moderador de Atrio igual decide no publicar este mi comentario, ya me he adelantado yo a su propia papelera de reciclaje. Lo publique o no, le estoy agradecido; él lo sabe.

¡Y más música, que alegra los sentidos, la vida toda! En esta ocasión, una de las estrellas de la música negra que prefiero, de entre las muchas que refulgen en mi cielo particular y cuya sola enumeración, por ende, ocuparía varias páginas de una posible lista. Les dejo con una canción magnífica de Stevie Wonder.

"Sobre la encrucijada del voto católico"


Cojo el rábano por las hojas (permítaseme, please): la Iglesia católica, en todas partes del mundo, que para eso es universal, no recomienda votar a ningún partido político en concreto, solo que pide que los católicos a la hora de votar tengan muy en cuenta los llamados “cinco principios innegociables”: no al aborto, no a la eutanasia, no a la investigación genética, no al matrimonio homosexual, sí a la escuela católica subvencionada.

A ver: se pueden crear partidos políticos si un grupo de colegas, amigos o correligionarios se reúnen a propósito y así lo consideran, y supongamos que ese partido es confesional católico, solidario… Pero esos partidos no existen; perdón, sí existen, pero pertenecen casi 100% a una tradición de derechas (carlistas, falangistas, tradicionalistas, monárquicos…).

Así pues entonces, ¿tan innegociables son esos principios que en efecto exigen que un fiel católico no deba votar a partidos de izquierda, pongamos que socialdemócratas? Entonces, un fiel católico votante ¿está casi como obligado a votar por partidos de tradición de derechas? Claro que los obispos no dicen esto, pero es tan obvio que casi inevitablemente ha de ser así, que es de bobos no suponer que no puede ser sino así...

Dicho más a la manera llana de Sancho Panza: un fiel católico (hombre o mujer, naturalmente) decide ser fiel a esos cinco principios innegociables que pide la Iglesia universal, solo que por las razones que sea no quiere votar por ningún partido, minoritarios todo ellos hoy por hoy en España, perteneciente a la tradición de derechas. Entonces así las cosas, ¿qué hace?

Desde luego, los obispos católicos no son nada dados a recomendar la abstención, ni el voto en blanco; muy al contrario, lo que recomiendan -obviamente, de forma indirecta, sin decirlo al pan pan y al vino vino- es votar por partidos de derechas. Entre estos, el principal es el muy afectado por la corrupción Partido Popular, el cual ni siquiera es riguroso en el respeto a esos 5 principios innegociables para un católico. Y que tampoco, al menos de momento, está pudiendo o sabiendo sacarnos de la espantosa crisis que nos golpea y empobrece.

Vaya lío (en mi cabeza al menos).

Así que me quedo, y les dejo, con Serguei Rachmáninov (1873/1943). No puedo saber qué sería de la magistral Breve encuentro, intenso drama romántico de David Lean (para mí, como para el sociológico profesor de la ULPGC y cinéfilo confeso Diego Grimaldi, una de las cinco mejores películas inglesas de todos los tiempos), sin la música del Concierto para piano nº 2 en re menor, op. 18 del citado compositor de origen ruso. Ciertamente, su primer movimiento, moderato, me sigue pareciendo de un patetismo sublime.

"A pesar de las injusticias de este mundo (también presentes en la Iglesia universal), la alegría"


Leo esta serena reflexión sobre la vejez humana desde el invierno canario: esta mañana sabatina, la brisa del alisio llega algo más fría, es lo que toca por el mes en que estamos; empero, el cielo está inmaculadamente soleado y brilla el sol con ganas. La temperatura a esta hora, 17.8 c.

La vejez, ah la vejez… Como sugiere en forma de pregunta el autor, ¿por qué unas personas llegan a viejas y otras mueren en la flor de sus vidas? ¿Por qué unos hijos ven envejecer a sus padres, testigos dichosos de ese hecho pese a los malos tragos de la humana existencia, frente a otros tantos que quedan huérfanos a temprana edad? 

Y fuera de la consideración sobre la vejez humana, ¿por qué parecen triunfar en esta sociedad los tramposos, los superegoístas, los vanidosos, los materialistas solo centrados en sus cosas, en sus negocios, carentes de ideales que merezcan llamarse tales, y empero fracasan para el mundo los idealistas, los generosos, los que tratan de pasar por la vida haciendo el bien…?
En un mundo como este actual en que vivimos tan saturado de altas dosis -valga la redundancia- de individualismo, egoísmo o desamor, materialismo, nihilismo, consumismo, vacío de valores humanos y espirituales solidarios, pragmatismo, indiferencia social, pasotismo y vacío de Dios, desde la castidad y serenidad que dan los años ¿qué pueden decirnos los viejos, a los que no somos tan viejos e incluso jóvenes deseosos de seguir construyendo, pese al nihilismo blandengue y superficial y de amplias tragaderas-adormideras que lo invade todo, una ciudad secular más justa, fraterna, libre, solidaria, humana y reconciliada?
A menudo en Atrio -a cuyos responsables vuelvo a agradecer que al menos mis reflexiones aparezcan- me parece aprehender la impresión de que abundan más las personas (en calidad de foristas) deseosas de ser felices, que las personas deseosas de fidelidad a eso que se llama construir el Reino en fidelidad a la Iglesia católica. Lo cual me alegra -de ser así como supongo o conjeturo-, pues dado que para mí es una gran farsa o estafa, en muchas ocasiones (ciertamente, no en todas), eso de construir el Reino de Dios desde la fidelidad a la Iglesia universal -quiero decir que es una farsa o estafa programada desde instancias de la Iglesia católica-, creo preferir la sinceridad de los que, ni cortos ni perezosos confiesan: “Aquí en la vida, en nuestro paso por este mundo, estamos para tratar de ser felices, lo más felices que podamos; y de paso, que sean máximamente felices los que amamos”.
Hace tiempo que le doy vueltas a esa promesa de felicidad, frente a tanto hipócrita clerical que me ha tratado de joder la vida. Tales tipos no tienen ninguna autoridad moral para mí, aunque sean obispos; por ende, no consigo creerles cuando los escucho exhortar a la gente a que “busquen el Reino de Dios y todo lo demás se dará por añadidura”, toda vez que resulta muy palmariamente evidente que para esos tales importan mucho más las “añadiduras” (hipocresías, poder, buena vida, clericalismos varios…) que el Reino. Palabra que es así.
Buen sábado a todos.


Postdata:

Y ahora que he terminado de escribir la reflexión, ha subido a los 18.9 c. El sol brilla más. Y mi reflexión sobre la humana vejez y el hecho de ser sábado y el deporte que hoy que puedo practicaré y el que veré en la tele y la música que escucho y escucharé a lo largo del día y el cine que veré ya caída la tarde, o ya entrada la noche, y las papas que plantaré mañana domingo en jornada campestre con un grupo de amigos, más los cítricos y jaramagos que recogeremos al final de la jornada, me hacen sentir aún más feliz, reconciliado con la finitud, en expresión cara, creo, a alguien como Javier Renobales, o como Pepe Sala.

Hablando de reconciliación con la finitud: la siguiente pieza musical también me reconcilia con la finitud. Palabra. Les dejo con ella.

sábado, 26 de enero de 2013

"¿Aprendiendo a relativizar el papado?"


En esta controversia en Atrio ("Aprendiendo a relativizar el papado": Antonio Duato, 20-1-2013), los comentarios más lúcidos, atinados y por ende verdaderos me siguen pareciendo los de Santiago Hernández. Escribo "verdaderos" en el sentido de fidelidad a los hechos históricos, no a las particulares perspectivas, que han de ser necesariamente subjetivas, de quien interpreta esos hechos históricos.

Cierto que por ser sujetos, como personas que somos, que piensan (desde el cogito ergo sum cartesiano), y que viven por ser amadas, esto es, gracias a una vida dada por otras personas progenitoras, y así para ser amadas y amantes (cfr. Mi vocación es el amor, testamento espiritual de esa descomunal santa que se llamó Teresa de Lisieux), justamente desde el instante mismo de la concepción y el ulterior alumbramiento a la vida relacional (el soy amado, luego existo que pretende acuñar el filósofo personalista español Carlos Díaz, cuyo magisterio sigo agradeciendo tanto, presumo que sin excesivas ínfulas de grandeza por mi parte -o toquemos madera- y sin academicistas complejos de inferioridad; véase su tetralogía Soy amado, luego existo: Bilbao, Desclée de Brouwer, 1999), el mundo, entendido aquí como fenómeno, necesariamente lo entendemos desde la perspectiva de la subjetividad. Lo dijo en su momento y en algún lugar de su siempre sugerente obra José Bergamín: "El hombre es pura subjetividad, pues es sujeto, no objeto".


Sin embargo, una cierta o considerable objetividad es posible y aun deseable. Objetividad que implicaría un esfuerzo por aceptar, de manera desprejuiciada, los hechos y los fenómenos sociales de toda índole que el estudio de la Historia nos pone delante. Con un ejemplo: es una verdad histórica (objetiva) que la Iglesia universal, siempre santa y pecadora y por ende necesitada de permanente reforma, ha hecho mucho bien a la humanidad (educación, sanidad, primeros hospitales, solidaridad con los pobres y enfermos, misiones ad gentes, rescate de la cultura grecolatina clásica, defensa de la dignidad de las personas, inspiración de corrientes filosóficas humanizadoras…), a pesar de que también se ha equivocado mucho, porque está conformada por personas: pactos con los poderosos de este mundo, marginación-estigmatización de colectivos más o menos marginales u oprimidos (homosexuales, mujeres, obreros, indígenas…), manipulación de la conciencia de las masas, rechazo de la libertad de conciencia, oposición a la democracia…