martes, 20 de septiembre de 2016

¿Qué cosa es el integrismo?

El comentario precedente de Luis (a la sazón forista en Infovaticana) parece un poco irónico, mas si no es irónico acaso esté errado en su apreciación de que los lefebvristas afirman que "fuera de la Iglesia no hay salvación (extra ecclesiam nulla salus), toda vez que los sedevacantistas (¿la tendencia más ultra en la extremísima derecha, neofascista e integrista de cuantas quepan imaginar en la Iglesia?) afirman que precisamente los lefebvristas son herejes porque no creen en el dogma católico que afirma que ciertamente extra ecclesiam nulla salus: "fuera de la comunión con la Iglesia católica, no hay salvación". Empero, esta afirmación de san Cipriano de Cartago, Padre de la Iglesia del siglo III, no es propiamente un dogma, aunque sí pertenece a la doctrina nuclear eclesial.
 
 
Como los sedevacantistas rechazan en bloque el Vaticano II, los "antipapas" de ese falso concilio (para más señas, Conciliábulo de Satanás), se pudren en el Infierno, en compañía de la apóstata, herética y falsa profeta Madre Teresa de Calcuta. Pero ¡oh sorpresa!, también se pudre en el Infierno monseñor Marcel Lefebvre, igual haciéndole compañía a ese gran teólogo, grande por hereje, que fue Hans Urs von Balthasar, quien se abrevió en algún lugar de su abundante obra a afirmar que "creía en el infierno pero confiaba en que estuviera vacío". Afirman que el suizo Hans Urs von Balthasar fue un sabio que iba y venía con total familiaridad y autoridad de la teología a la filosofía y de esta a la literatura clásica, incluida la española de los Siglos de Oro: Calderón de la Barca, santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, fray Luis de Granada... Pero como fue un hereje, se acabó, no hay más que hablar sobre el teólogo suizo, uno de los impulsores de la Revista Católica Internacional Conmunio, juntamente con Joseph Ratzinger, Henry de Lubac, entre otros, todos por supuesto herejes modernistas enemigos de Cristo y de su Iglesia. Image result for sedevacantismo
 
 
Para el severo e implacable juicio de los sedevacantistas, el 100% de los que apoyan el encuentro interreligioso de Asís, con su presencia o con su aplauso, también tiene el infierno eterno ganado a pulso, por traidores a Cristo y a su verdadera Iglesia, que ya no está cum Petro et sub Petro, pues Roma ha perdido la fe y es apóstata (en este juicio coinciden con los lefebvristas), sino en un pequeño rebaño o remanente del Pueblo de Dios que tampoco coincide con el pequeño remante de ese Pueblo de Dios en que creen los católicos que sí aceptan el Concilio Vaticano II y que por extensión defienden que el Papa legítimo es Benedicto XVI y que por tanto Francisco es un falso papa o antipapa, usurpador del trono de Pedro, un falso profeta.
 
 
De manera que ante todo esto... Uno sabe poca teología -y no es falsa modestia-, pero en las bitácoras y sitios de Internet de los sedevacantistas y de los lefebvristas o lefebvrianos se encuentra uno con un tono de desprecio al otro, al prójimo que piensa, siente, sufre, cree distinto... Ni en las bitácoras de los dizque católicos progresistas o liberales, también llamados modernistas, es fácil encontrar insultos, ataques, críticas demoledoras, a tope feroces, despiadadas, y sumarísimas condenas como uno se encuentra en el común de esas páginas. Algunos llegan a afirmar no solo que Juan Pablo II fue un falso papa o antipapa, sino que ni siquiera fue católico por hereje, y habiendo sido un hereje, no fue ni católico, y sí un malvado enemigo de Jesucristo y de su Iglesia, y de María Santísima y de toda la corte celestial de santos y santas de Dios.
 
 
Por lo que a mí respecta, los sitios y bitácoras de Internet dizque progresistas o modernistas católicos, los juzgo tan heréticos (en este caso, sí que no dudo en emplear este término para referirme a los progreeclesiales: Juan José Tamayo, Juan Masiá, Teresa Forcades, Lucía Caram...) que a mí ni fu ni fa, pues ellos y ellas se autodescalifican, con sus permanentes y sistemáticas heterodoxias; los que sí me hacen replantearme mis convicciones católicas, mis fidelidades eclesiales, mi ser católico cum Petro et sub Petro, son los tradicionalistas católicos, digo especialmente los lefebvristas y sedevacantistas con su pretensión de ser los últimos mohicanos, quiero decir, los últimos católicos rigurosa e integralmente fieles a la bimilenaria doctrina de la Iglesia católica, solo que esta hasta el año 1958, en que muere el último papa para ellos legítimo (esto es, Pío XII) y pasa a ocupar la sede de Pedro el cardenal Roncalli, o sea, el falso papa o antipapa Juan XXIII, masón, gordinflón y comelón para más señas (y fumaba cigarros puros, creo, o se fumó alguno que otro). 
 
 
Conozco que en los ambientes sedevacantistas aún circula la llamada hipótesis Siri: el tradicionalista cardenal italiano Giuseppe Siri habría sido elegido papa con el nombre de Gregorio XVI en el cónclave de 1958 del que finalmente saldría elegido Roncalli (esto es, Juan XXIII), en principio un candidato como de consenso entre los progresistas y los tradicionalistas, además ya muy mayor, con lo cual su pontificado habría de ser de los considerados cortos. Frente al candidato del ala progresista, el arzobispo de Milán Montini (futuro Pablo VI), que contaba con el determinante inconveniente de no haber sido elevado a cardenal, el recién electo papa Siri con el nombre de Gregorio XVII habría sido finalmente obligado a renunciar, o bien porque los cardenales del este de Europa temían que, con la elección del susodicho cardenal italiano, se producirían graves disturbios y altercados y asesinatos incluso de clérigos tras el Telón de Acero, en plena época de la Guerra Fría, o bien porque lo consideraron muy joven (tenía entonces 52 años). Sin embargo, en mis andanzas por Facebook me he encontrado con sedevacantistas que desechan no solo la hipótesis Siri sino a Siri mismo, al que no dudan en calificar de "falso cardenal conciliar", o sea, aceptador al fin y a la postre del Vaticano II, a pesar de todas las reticencias hacia el mismo por parte de un cardenal ciertamente tradicionalista o conservador como Giuseppe Siri.


Pues esto, cito lo anterior, que puede parecer entre anecdótico y fuera de contexto, dado que a mí que soy católico conciliarista (acepto el Vaticano II con la sola salvedad, o mejor, perplejidad, de las dudas que me suscita permanentemente el papa Francisco, por su errático pontificado salpicado de heterodoxias, imprudencias, ambigüedades y oposiciones doctrinales al Magisterio), ¿qué tienen que decirme, para fortalecer mi fe católica y mi propia posición en la Iglesia, los lefebvristas y los sedevacantistas? ¿Qué pueden decirle unos y otros a una persona como yo que no sataniza el personalismo comunitario -todo lo contrario, me sigo nutriendo de esta corriente filosófica- y que, entre preferir los estados confesionales católicos y preferir las democracias liberales, parlamentarias, representativas o burguesas -de todas estas maneras se puede llamar-, en principio prefiere las democracias burguesas, por más que también entienda que las democracias liberales o representativas y el llamado Reinado de Cristo no hacen a menudo buenas migas?
 
 
Desde luego, más dubitaciones y perplejidades que echar en la alforja pensante de mi vida. Bendito sea Dios.
 
 
21 de septiembre, 2016. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.    

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