lunes, 22 de septiembre de 2014

"Lo que yo todavía considero y creo"

Lo único que yo añadiría al discurso del papa Francisco ante las autoridades máximas del Estado de Albania, en su visita a este pequeño y como escondido país europeo, tan castigado por el totalitarismo comunista como país satélite que orbitó en torno a la todopoderosa URSS, es un mayor énfasis en la especificidad y centralidad de Cristo en la Revelación de Dios, si no es mucho atrevimiento por mi parte el pasar por alguien que pareciera intentar enmendarle la plana nada menos que al sucesor de Pedro.
Porque Cristo es Dios, es el Emmanuel, la segunda persona de la Trinidad Santa. Y es desde ahí desde donde único se puede plantear el diálogo con los no creyentes, los ateos, los agnósticos, los librepensadores, los creyentes de otras religiones…idem supra
Si la Iglesia no proclamase el kerygma, en torno al cual se constituye la primitiva comunidad apostólica, se estaría traicionando a sí misma. Es decir: el discurso de Francisco ante las autoridades máximas del actual Gobierno albanés es bueno, pero también considero si Francisco no pudo haber puesto más énfasis cristológico en su discurso.
O igual sí lo ha puesto y yo no he sabido captarlo, toda vez que lo cierto es que el Papa ha pronunciado muy enérgicas y loables palabras de reconocimiento al tesoro martirial de la Iglesia católica que peregrina por Albania, masacrada durante la feroz dictadura comunista que sufrió este pequeño país. Y también ha aprovechado el santo padre Francisco para exhortar a la acción pastoral, eclesial y misionera capaz de seguir articulando una Iglesia en Albania al servicio de la nueva evangelización.
En la actualidad, desaparecido o muy al borde de su definitiva desaparición el comunismo como posibilidad real de gobierno, otro “fantasma” recorre Europa, el mundo entero: el fantasma del neopaganismo, también llamado laicismo, indiferencia religiosa, descristianización, con toda su altísima dosis o gama de valores (antivalores) egoístas, materialistas, consumistas, hedonistas, insolidarios… Y a ello también se ha querido referir el papa Francisco en algún momento de su viaje a Albania (escribo esta nota desde el 22 de septiembre del corriente 2014), por más que algunas de las voces católicas críticas y aun hipercríticas con Francisco aseguren que es que en el fondo el papa Bergoglio es un oportunista de ínfulas extrañas, perdón, masónicas: según su auditorio "sea así o de la otra forma", el maquiavélico papa Francisco articulará un discurso u otro, el que crea más ajustado a ese deseo peronista de querer quedar bien con su auditorio.

He leído una montaña de críticas al Santo Padre iguales o muy similares a estas que he dejado como caer yo mismo en el párrafo anterior. Estas críticas, casi siempre demoledoras y aun muy demoledoras, se encuentran, a solo un click, en páginas católicas sedevacantistas, muy tradicionalistas, integristas, lefebvrianas... Ahí quedan: por mi parte no dudo de la condición de pecador del Papa, ni dudo de que se equivoca con cierta frecuencia, pero de ahí a afirmar que vendría a funcionar el actual sucesor de Pedro como "un oportunista maquiavélico empeñado en destruir la Iglesia a raíz de pretender ponerlo todo patas arriba, a base de exhortar a que hagamos lío"...


22 de septiembre, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profresor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social. 

"El Papa conmovido en su viaje a Albania"

El papa Francisco, conmovido en su viaje a Albania, la patria chica de la universal Madre Teresa de Calcuta.

Siempre y fecundamente por lo que dice a la vida espiritual, los que sufren dramática y trágicamente por Cristo pueden servirnos de testimonio o modelo para perseverar en la fe, especialmente a todos los que somos mediocres discípulos de Cristo Jesús, en este tiempo de increencia, tibieza eclesial y neopaganismo.

A mi juicio o desde mi sensibilidad espiritual, no exageramos nada cuando afirmamos que el neopaganismo secularizante y descristianizador lo invade todo o casi todo hoy día. Hagan la prueba si no: vayan a cualquier centro cultural y social de esos llamados altermundistas (de izquierdas, solidarios, alternativos, etcétera), y atrévanse a alinearse, y díganlo con palabras que se escuchen, con la doctrina oficial de la Iglesia en lo tocante a la homosexualidad, el aborto, el feminismo de género, la anticoncepción, la familia cristiana…idem supra

No deseo acusar ni juzgar a nadie en particular, ni tampoco es mi intención pasar por alto todo lo bueno, noble, justo, positivo, loable y bello que tales lugares despliegan, solo que mi experiencia personal es la que es, al respecto, es así, no pretendo ofender a nadie, ni infravalorar el buen trabajo de los otros. Así que es contundente mi experiencia personal, meridianamente clara. Pero advierto que si hacen la prueba, es muy probable que vayan a obtener muchos boletos con que granjearse el ser señalados con el dedo acusador, con el sambenito de católico: "Ese es católico, pero de los que tratan de vivir su fe en comunión con la doctrina de la Iglesia, es decir, es de los que rechazan el aborto, el matrimonio entre personas homosexuales, el feminismo de género... O sea que es que es un católico retrógrado, ultracatólico".

Y hasta intelectuales hay que practican el darse pisto o pose de alinearse con el cristianismo, solo que de una manera que ni el mismísimo Gianni Vattimo aceptaría, me parece a mí. Es decir, en todo caso se trataría de una adhesión al mensaje cristiano que no implica identificación militante o conversa con la doctrina de la fe, con la dogmática católica. Con la gozosa pertenencia a la Iglesia, a esta Iglesia, que hace aguas por todas partes, cierto, que pareciera como hundirse por momentos sin remedio, pero que no acabará hundiéndose nunca, pues tiene la promesa de Cristo: "Y yo estaré con ustedes hasta la consumación de los tiempos..."


22 de septiembre, 2014. Luis Alberto Henríquez: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

"La clave de nuestra Espera"

Los cristianos seguimos siendo soldados derrotados de una guerra que, sin embargo, tenemos ganada, porque ya la ganó para toda la eternidad Aquel que nos salió al encuentro, Emmanuel o Dios con nosotros, y que murió en la Cruz. Para al tercer día resucitar.

Frente a la tibieza ("A los tibios vomitaré de mi boca", dice el Señor) de tanto católico aburguesado, de mentalidad funcionarial, arribista, interesada y políticamente correcta, el testimonio de tantos cristianos perseguidos y martirizados a lo largo y ancho de este mundo nuestro invadido por la inhumanidad de toda suerte o desgracia de injusticias, guerras, hambre, paro, esclavitud infantil, terrorismo, desigualdad, analfabetismo, miseria...idem supra

Sobre todo en Occidente, el mundo ha vuelto o dado la espalda a Dios: vivir como si Dios no existiera... Y en la Iglesia, cada día que pasa parece más evidente la dramática realidad de la Apostasía...


17 de septiembre, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, escritor, educador, bloguero, militante social.

martes, 16 de septiembre de 2014

"Luz entre las tinieblas"










De una bitácora alojada en Infovaticana, me ha gustado este comentario firmado por Javier. Lo reproduzco casi tal cual; únicamente, añadiré algunas correcciones ortográficas o de distribución de los párrafos que acaso puedan ser pertinentes. Ignoro todo de Javier, salvo que debe ser ciudadano argentino, y que ha vertido su opinión en un blog titulado Wanderer, a mi juicio muy bueno, de una gran altura intelectual. Muy crítico con el papa Francisco, al que empero considera legítimo sucesor de Pedro: esto es, no estaríamos en ningún caso ante sede vacante y sí ante sede chabacana. Es el que sigue: 

Javier dijo...


¿Es correcto enfocar el problema en Bergoglio?. 

Porque fuera de los lectores de este blog, todos los católicos están muy contentos con Francisco. Es lo que esperaban. Ratzinger no les gustaba, no lo entendían. Ni siquiera apreciaban sus cosas progres -como la comunión a Roger de Taizé-, porque eran demasiado rebuscadas para el público masivo. La gran masa católica estaba esperando a Bergoglio, o a alguien así. Si no hubiera sido Bergoglio, hubiera sido otro. Menos grasa, menos populista, menos porteño, pero en el fondo lo mismo. La gran masa de católicos no tiene ganas de oponerse al matrimonio gay. De hecho no sabe por qué habría que oponerse a eso. La gran masa de católicos no entiende por qué demonios está prohibido fornicar, y el uso de esa palabra le resulta de pésimo gusto. La gran masa de católicos sabe que los anticonceptivos están para usarse, y que eso está bien, punto. La gran masa de católicos no sabe lo que es el pecado original, y no se quiere enterar, y ha convertido el bautismo en un hecho social desprovisto de cualquier otra significación. La gran masa de católicos ni siquiera sabe bien qué es el pecado. La gran masa de católicos está convencida de que el Infierno era un invento medieval para dominar las conciencias, y que hace rato ha sido derogado. Para la gran masa de católicos el mal es destruir el planeta, discriminar, y ser fundamentalista (que no saben qué es, pero sí que intuyen que debe ser algo horrible).


Con lo cual, no sé si el problema es Bergoglio. El problema me parece que es que la Iglesia Católica se ha convertido en otra cosa, y nosotros nos aferramos a los pocos signos que nos hacen creer que sigue siendo Católica (algunos obispos pasables, algunas liturgias dignas, algún sermón ortodoxo). Pero esos signos no dejan de ser especies en extinción toleradas en reservas ecológicas. La evidencia parece indicar que la Iglesia Católica ha dejado de ser Católica, para todos los fines prácticos. Con Bergoglio o sin él. Eso si, conserva la Sucesión Apostólica, y las promesas hechas a Pedro, y a eso habremos de aferrarnos.

lunes, 8 de septiembre de 2014

"Porque la paz es el futuro"

El papa Francisco acierta al advertir que en principio insultar al prójimo está muy mal; así, elementalmente mal, como verdad perogrellesca; mejor, propedéutica: el diálogo, la cultura del encuentro, que tanto alaba el Santo Padre, no pueden nacer del insulto al otro.

Desde la perspectiva del Evangelio encima, no hay duda al respecto. Insultar al prójimo, zaherir, despreciar sin justificación alguna. (Una vez más, debo entonar el mea culpa: yo soy pecador, muy falible, muy mejorable, pero desde luego, un ámbito en el que yo mismo me he encontrado, por desgracia con excesiva frecuencia, con personas que desprecian al prójimo, lo infravaloran, lo difaman, lo ningunean, es la Iglesia -sectores de la Iglesia, obviamente, gentes de Iglesia-, convertida así no en espacio de libertad, amor desinteresado, fraternidad, misericordia, y sí en espacio de nepotismo, autoritarismo, hipocresía, doble vara de medir, tráfico de influencias, mundanismos varios...).  

Volviendo con las palabras del papa Francisco, casi huelga señalar que las ha debido pronunciar en alguna homilía, o tal vez puede ser que las dijera a algún grupeto de periodistas... Es un papa mediático, para bien y para mal lo es: muy bien que así sea para algunas voces católicas; muy mal para otras.idem supra

También acierta el Papa al exhortar a los jefes religiosos mundiales a que procuren la paz mundial. La paz para este mundo nuestro tan atribulado. Y más acertara el papa Francisco, si no se limitara a desear la paz del mundo entre pueblos y naciones y sí exhortara a que todos los católicos se empeñasen en mostrar al mundo el rostro de Cristo, Salvador de la humanidad, el Hijo del Dios vivo, la plenitud de la Revelación de Dios porque Cristo es Dios mismo, el Emmanuel con los hombres (hombre: varón y hembra). Porque ciertamente el limitarse a desear ese "que todos los jefes religiosos se empeñen en buscar la paz, cada uno desde su credo, desde sus convicciones" puede estar bien en la línea del diálogo ecuménico y el diálogo interreligioso que nace de la letra y del espíritu del Concilio Vaticano II, solo que también puede apuntar a posibles soluciones pacifistas de corte masónico: todas las religiones domesticadas y bien avenidas, por fin convocadas a entenderse plácidamente en una especie de Parlamento Mundial de las Religiones u onu de las religiones: Shimon Peres dixit.

Con todo, como a mi juicio (a mi juicio, claro, puedo estar equivocado), la Iglesia hoy día es como una casa sin barrer, copio la siguiente reflexión, que no desentona del todo, me parece a mí, con respecto al hilo controversial que aquí y ahora nos convoca, y que publiqué hace un momento en otra bitácora de información religiosa. Es esta: 


<<Y mientras, la Iglesia hecha unos zorros: en vez de promoción de militantes o evangelizadores fieles al Evangelio, la Tradición y el Magisterio (esto es, entusiasmados con Jesucristo y con su Iglesia), se pacta de manera abrumadoramente escandalosa con toda clase de burocratismos antimilitantes, con tibios, con mundanizantes o laicistas (incluidos curas o excuras gais en puestos de responsabilidad eclesial), con meros trepas o arribistas, con católicos y católicas políticamente correctos, con antinatalistas que se pasan por el forro de sus intereses la enseñanza moral de la Iglesia, y no solo la Humanae Vitae de Pablo VI… 

De manera que está sin duda muy bien que los jefes religiosos cooperen por la paz en el mundo, en este mundo nuestro tan sacudido por toda clase de injusticias, crímenes, hipocresías, inmundicias, absurdos, desgracias, hambres, guerras, opresiones del hombre por el hombre y hasta genocidios. Y todo ello según la reciente exhortación del papa Francisco dirigida a los responsables religiosos a escala mundial, a través de una videoconferencia hecha llegar al congreso interreligioso La Paz es el Futuro, que se celebra estos días en Amberes, Bélgica, haciendo coincidir las fechas de este congreso con el primer centenario del inicio de la I Guerra Mundial (1914/1918). 

La voz del papa Francisco se sumara así a los intentos pacificadores de los papas san Pío X y Pío XII, que tantos esfuerzos hicieron para detener el estallido de las dos grandes guerras mundiales que asolaron tan dramáticamente Europa. Y que tanto hicieron, ambos papas, por predicar al mundo entero, orbi et orbe, que Cristo es el Señor y la Iglesia católica es la comunidad fundada hace 2000 años sobre la roca de Pedro. Solo que estaría igual de bien, o hasta puede que mejor, más urgente, más necesario, que la Iglesia hiciese muchos exámenes de conciencia, muchos análisis de sí misma, radiografías de cuerpo entero de ella misma, pues ciertamente su salud amenaza ruina, derrumbe, hecatombe. 

Esta Iglesia mundanizada-endemoniada, sí. La Esposa de Cristo, ciertamente, hasta la consumación de los tiempos, contra la cual no podrán las fuerzas del Inicuo (según la promesa de Cristo su Maestro, Esposo de la Esposa), pero que hace aguas por todas partes, que amenaza ruina. Ruina, sí, zozobra o naufragio en la alta mar procelosa, a pesar del testimonio de sus mártires y de sus grandes testigos de la fe, que nunca han faltado en 20 siglos de historia>>. 


11 de septiembre, 2014. Luis Alberto Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.



sábado, 6 de septiembre de 2014

"¿Mera cuestión de gustos (musicales)?"

Al papa emérito Benedicto XVI no le gusta nada la música heavy; al joven cura español Vicente Esplugues, sí. El papa emérito Benedicto XVI incluso expone, en su libro Cooperadores de la verdad, publicado en España por una editorial ligada al Opus Dei, el por qué considera él que buena parte de la música popular moderna no “estimula” a que el hombre (varón y mujer) vaya al encuentro de su propia interioridad, y mucho menos al encuentro de Cristo. Posición de Benedicto XVI que no será, sin duda, compartida por el sacerdote heavy español.

Bueno, ¿y qué se puede extraer de todo esto? Me considero melómano empedernido, y me “chirriaron” un poco en su momento las advertencias de Benedicto XVI sobre las músicas y Dios, sobre espiritualidad y música, sobre seguir a Cristo y escuchar ciertas músicas…idem supra

Me chirriaron porque a mí me gustan estilos y tipos de música que al papa emérito Benedicto, de gustos musicales tan cultos, clasicistas, refinados, puede que no le gusten nada. Solo que yo pertenezco a la generación del cura Vicente, no a la de Benedicto XVI… Sin embargo, el heavy, Dios mío, precisamente el heavy.

Que Benedicto XVI no guste de la MPB (música popular brasileña), del rock sinfónico (del que soy muy devoto: Pink Floyd, Yes, Genesis, King Crimson, Emerson, Lake & Palmer, Camel, el primer Supertramp..., hasta el extremo de llegar a aprenderme en su momento los nombres de los músicos de estas bandas, los títulos de algunos de sus discos, o aun fragmentos de letras de sus canciones), del jazz, de la canción de autor, del folk, del blues (que a mí me flipan), ya no me produce ningún desasosiego, aunque sean músicas no poco “paganas”. Pero ciertamente con el heavy metal tengo mis reservas, acaso porque a mí tampoco me gusta particularmente.

Es decir, yo me quedé en los albores del heavy, todavía en el llamado rock duro (hard rock) con Led Zeppelin, Deep Purple y Black Sabbath, principalmente. Las tres, bandas que nunca perdieron las sólidas y hondas raíces del blues propias del rock & roll original. O me quedé con esa mezcla de andalucismo y rock duro que se llamó Medina Azahara, entre otras bandas y otras fórmulas musicales del mundo del rock. Pero ya con la irrupción de bandas como Judas Priest o Motörhead, más ruidosas, menos apegadas al sonido blues... Porque no en balde considero que la intensificación del rock duro hacia los caminos o sonidos actuales del heavy metal, con toda su carga de subculturas urbanas, y de nihilismo, materialismo y hedonismo (me quiero referir al glam metaldeath metal, thrash metal, metal negro...), muy poca estimulación de la espiritualidad debe aportar a la escena musical y cultural.

Veámoslo si confieso que yo a menudo me acuesto y me levanto escuchando canto gregoriano. Invariablemente, esta música me hace mirar hacia adentro, como en reposo hacia mi interior en esa pausa con que me gusta comenzar y acabar mi jornada; me sitúa en estado latente de oración: sin hacer esfuerzos, solo con dejarme llevar... Y en efecto hago oración. Que es la mejor forma que conozco de acabar e iniciar la jornada. Mas ¿se imaginan ustedes, estimados lectores, que intente hacer oración a base de escuchar música heavy? ¡Si ni siquiera cuando descanso la siesta me nace escuchar música pop, ni siquiera música pop suave, que en otros espacios o contextos me gusta! Para mí, la música para mis siestas es la música clásica. La gran música clásica.


Pero bueno, esperemos a ver qué nos dice en RNE por las tardes el cura heavy Vicente.


11 de septiembre, 2014: Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.

"Se llama Wanda Nara"

No creo que Wanda Nara sea actriz pornográfica, como de ella están afirmando algunas voces en esta misma bitácora. Desde luego, su vida no parece ser un dechado de virtud y tampoco de castidad, pero me parece excesivo llamarla actriz pornográfica; y puede que hasta injurioso o infamante. Calificarla de actriz pornográfica por causa de un vídeo de producción casera que circuló hace unos pocos años por Internet en el que al parecer aparece protagonizando algunas escenas íntimas muy eróticas, o hasta perversas para algunas sensibilidades, pues como que no. 

Y más que excesivo, resultara falso: el que sea frívola, o lo haya sido, o promiscua, no vienen a ser hechos o actitudes de su vida que la conviertan así sin más en estrella del porno. (Si estoy equivocado, si mis datos no son los correctos, seré el primer sorprendido). 

Y el papa Francisco no la abraza. Cierto que el brazo izquierdo del Papa rodea ligeramente la cintura de la modelo argentina, a la que una joven amiga mía uruguaya preferiría llamar, según aclaración de esta misma amiga mía, “botinera”: chica que se “pirra” por los futbolistas. El papa Francisco no la abraza, ese gesto no es abrazar; ese gesto, ciertamente algo sorprendente en el sucesor de Pedro, pudo ser incluso hasta mecánico, inducido por las prisas y las poses para sacar las fotos pertinentes. Señalado todo esto admitiendo que no se me escapa, empero, que para algunas voces católicas notablemente cualificadas, el papa Francisco se prodiga en gestos que están aportando lastimosa casposidad, insoportable plebeyismo e insidiosa vulgaridad a una bimilenaria institución como es el Papado: su forma de ejercer el ministerio de sucesor de Pedro más pareciera peronista que propiamente petrina.  

(Podría ser todo esto, pero también podría ser que no, y que el papa Francisco, sin duda pecador, fuese una excelente persona; yo no lo sé: creo saber con certeza muy pocas cosas. Por eso repito tanto en mis escritos una que creo conocer con plena garantía, con dolorosa garantía, digo vivencia: desde la Diócesis de Canarias me han humillado, me han querido perjudicar, han pasado de mí injustamente, sin entrañas de misericordia: yo llevo más de 25 años demostrando que soy militante cristiano siempre en tensión de fidelidad al Evangelio, la Tradición y el Magisterio, en claves personalistas comunitarias, sobre todo en organizaciones como el Movimiento Cultural Cristiano, Instituto Emmanuel Mounier y Acción Cultural Cristiana; atesoro cierta formación interdisciplinar -literatura, filosofía, teología, personalismo comunitario, cine, anarquismo, historia del movimiento obrero...-; cuento con experiencia docente, en diversos centros de estudios, reglados y no reglados, públicos y privados; quemé las naves autoexcluyéndome de las listas de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias cuando ingresé en el Seminario Diocesano de Canarias en el curso 2001-2002; soy firme partidario de la familia cristiana entendida como escuela de amor, de solidaridad, como iglesia doméstica: espiritualidad, apertura generosa a la vida: tener hijos según el plan de Dios. Y sin embargo, pese a todas estas credenciales que estoy convencido de poder mostrar, porque las atesoro, no he merecido ni ser recibido por las autoridades eclesiásticas, no solo canariensis sino de toda España, a cuyas puertas y ventanas he tocado insistentemente. Durante muchos años, completamente en vano: entrañas duras las tuyas, monseñor Cases Andreu, que sin embargo no han parecido tan duras que impidieran mantener como docentes de Religión católica en la escuela pública incluso a personas de conducta homosexual activa -públicamente activa, casado homosexualmente alguno que otro incluso-, amén de a burócratas antimilitantes, figurones, arribistas, medradores, trepas, tibios, laicistas, mediocres políticamente correctos, antinatalistas... De manera que tras sufrir una clericanallada como esta, sumada a múltiples reflexiones, impresiones e incluso certezas o atisbos de certezas, también me parece participar del pleno convencimiento de que los niveles de mundanización-demonización de esta Iglesia son altísimos, tremendos, realmente pavorosos, como por cierto no podría sino corresponder a una Iglesia asolada por la Gran Apostasía ya profetizada en las Sagradas Escrituras. Siendo víctima del más implacable desprecio eclesial, como experimento ser, justamente por mi condición de católico, cosa muy mal vista en amplios sectores de esta Iglesia descatolizada, no obstante no soy capaz de erigirme en juez de este Papa: un enigma para algunos; un catastrófico desastre para otros; un plebeyante impostor para ciertas voces católicas; en fin, para algunas más, un esperanzado signo de la primavera eclesial ).

Volviendo con nuestra protagonista argentina, luego del excurso anterior, salta a la vista que Wanda Nara es muy sexy, muy atractiva: luce un tipazo de mujer impresionante. Y cierto que hay fotos suyas en Internet algo subidas de tono, en que muestra unos senos grandes, etcétera, sobre los cuales manifiesta “orgullo y contento” su actual marido: "Las espléndidas lolas de mi mujer", tiene por ahí expresado el exfutbolista. Todo esto es cierto. Pero Wanda Nara está muy discretamente vestida en presencia del papa Francisco. Las cosas como son, me parece.idem supra

Que la Iglesia hace aguas por todas partes es una evidencia tan obvia que hasta un ciego la vería. Pero yo no tengo entendido que la joven argentina Wanda Nara sea actriz porno, ni veo en foto alguna de esa recepción vaticana con motivo del reciente partido de fútbol por la paz, que el papa Francisco “abrace” a su bellísima compatriota.

Que hay eclesiásticos en las bajas, medias y altas esferas que se comportan como verdaderos apóstatas, sin duda: no hace falta ser un deicida  y anticlerical tipo Nietzsche para percatarse de esto. Pero de ahí a refutar todo gesto del papa Francisco, toda palabra que este pronuncia o pronuncie, toda homilía de su magisterio ordinario, toda propuesta suya, todo pensamiento suyo, toda iniciativa suya…

Que hay obispos católicos cobardes, timoratos, mediocres, mundanizados, trepas, no poco nepotistas e hipócritas, autoritarios y hasta políticamente correctos, también indudable. Pero el papa Francisco en la recepción a todas esas figuras del mundo de la moda, la vida frívola, el fútbol de élite y los negocios más o menos turbios no ha estado a la altura “profética y de denuncia” de un Savanarolla, cierto, ni tampoco ha mostrado los gestos distantes por mayestáticos de un Pío XII, de un san Pío X, de un Pío IX, solo que tampoco es que haya sido “escandalosa” su forma de posar y de comportarse con esas inusuales visitas.

Me parece a mí, claro. Desde el prisma de mis ojos, de mi entendimiento, de mis oídos, de mi avellanado cerebro.


Postdata: la anterior es una nota que publiqué como comentario a una noticia aparecida en Infovaticana. Tengo sobrados motivos para no experimentar especial estima por algunos eclesiásticos católicos: como hasta la saciedad vengo denunciando y lamentando en mis escritos, en no pocos de estos (desde la aparición de mi ensayo ¿La Iglesia católica? Sí; algunas consideraciones, por favor. Madrid, Vitruvio y Nostrum, noviembre, 2011), me considero ninguneado, perjudicado, difamado y despreciado por autoridades eclesiásticas canarias que, empero, han preferido mantener como docentes de Religión católica a excuras gays, o sea, homosexuales activos; y a mí, ni recibirme, ni escucharme, mucho menos darme una oportunidad laboral. Nada, cero patatero. A mí que públicamente me he enfrentado a defensores del lobby LGTB, algunos de los cuales aún viven en lo profesional de la Iglesia; y que mantengo la antorcha de una espiritualidad de conversión o de encarnación en claves personalistas comunitarias, desde hace más de 25 años, y que creo en la familia cristiana como escuela de solidaridad, espiritualidad y apertura generosa a la vida, y que quemé las naves en su momento al ingresar al Seminario Diocesano con mi renuncia voluntaria a un trabajo, hipotecando mi vida con mi autoexclusión de las listas de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias... Tengo sobrados motivos, insisto, porque el desprecio que he sufrido por parte de ciertos eclesiásticos es hijo o fruto podrido de esta Iglesia mundanizada-endemoniada que hace aguas por todas partes. (Así que perdona, amable lector, que en este párrafo vuelva a referirme al atropello del que creo haber sido víctima en el seno de la Iglesia). 

Pero aun así y todo, el corazón del Evangelio invita al perdón de las ofensas. Y a amar a los enemigos, tratando de no devolver el mal con más mal: Lc 6, 27-36. Exhortación del Evangelio que a mí particularmente mucho me cuesta. Principalmente por tres motivos o causas: por mi propia debilidad humana, por mi egoísmo; dos, porque me parece aprehender que no pocos eclesiásticos se comportan como redomados hipócritas que son los primeros en no perdonar, en no ayudar, en no consolar, en no dialogar desde la fraternidad, en no practicar la justicia; y tres, porque a mí espíritu ácrata desagrada el clericalismo, las formas de sumisión en el tratamiento a los jerarcas: monseñor, eminencia, ilustrísima, reverendo padre, santísimo padre... Que no logro conjugar la simplicidad evangélica de Cristo con todos esos modos, máxime, insisto, cuando crees captar cómo se las gastan muchos jerarcas.

Hasta el extremo de que por esto mismo, me agradan más algunas de las iniciativas eclesiales progresistas de bitácoras como Atrio (digo algunas: rechazando como rechazo el aborto, la homosexualidad, etcétera, comprenderán que estoy también muy lejos del sentir de la progresía eclesial católica) que otras tendentes a generalizar que la recepción de la comunión vuelva a ser de rodillas y en la boca. Que ya sé, sí, es la que han manifestado como proferida el 99% de los santos, santas y papas, pero no es la que yo uso habitualmente: será en efecto la que han preferido prácticamente todos los santos, santas y hasta papas (salvo, parece ser, el papa Francisco, no en balde es tenido por no pocos tradicionalistas por el menos santo y devoto y piadoso de todos los obispos de Roma, o casi), pero los seglares que me parece conocer que la prefieren, participan de un conservadurismo doctrinal, filosófico, cultural, ideológico y de todo tipo, que a mí mismo, que no soy progresista al uso pero sí más de izquierdas que de derechas, me tira para atrás. 

Y todo esto dicho con todo respeto, con toda la claridad posible pero con todo respeto.



11 de septiembre, 2014. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de humanidades, educador, escritor, bloguero, militante social.