lunes, 6 de julio de 2020


"Sin asertividad y respeto al interlocutor, no puede haber diálogo"




Recuerdo con amarga pero muy meridiana nitidez la última vez en que intenté "dialogar" con uno de estos sujetos o especímenes, denominados depredadores intraespecie por el Dr. Iñaki Piñuel y Zabala (uno de los mejores especialistas europeos en estos asuntos de psicopatías y abusos psicológicos contra víctimas inocentes).


Por lo que dice a mi parte, aunque llevo como año y medio documentándome sobre este asunto de las psicopatías y su efecto devastador sobre las víctimas inocentes que las sufren, aún no sabía ni de la necesidad del contacto cero ni de la imposibilidad total de dialogar con estos individuos e individuas, gravemente trastornados con trastorno antisocial narcisista o psicopático.



Para comenzar, le saqué el dato del maltrato psicológico que viene perpetrando contra mí, con total impunidad y alevosía (contando para ello con varios compinches, cómplices o monos voladores; en este caso, monas), desde hace casi dos años. Tal vez porque lo pillé de sorpresa, o sabe Dios por qué, aun tuve tiempo, antes de que él sin dar explicaciones cambiase de tema o de tercio, de recordarle un dosier escrito que le envié a su propio domicilio en el que se explica muy concisa pero acertadamente en qué consiste la violencia psicológica, el perfil narcisista o psicopático del maltratador, los móviles que lo causan, la gravedad psíquica del maltrato (las heridas que produce en la víctima, a menudo irreversibles), el hecho de que siempre sea un delito desde una perspectiva legal...La psicopatia. teoria e investigacion (robert d - Vendido en Venta ...

Todo inútil: la verdad les resbala, ¡no deben conocer bien ni lo que es la verdad ni lo que comporta, de suerte que sabido es que en su momento no debieron introyectar en su conciencia el deber moral! Ni que decir que no pidió perdón, no se sintió aludido (como si la cosa no fuera con él), y que por supuesto negó todo maltrato y toda responsabilidad personal y, tan tranquilo, pasó a descalificar de un plumazo mis escritos literarios.

Él, que no sabe escribir con coherencia dos líneas seguidas, se permitió descalificar mis escritos (no pocos de los cuales aparecen en bitácoras de Internet tenidas por importantes; los suyos ni siquiera existen, y si existieran, serían no más que una cagada). Golpe bajo, preñado de maldad, cinismo (por lo demás, nada nuevo: son así de dañinos, tóxicos y perversos, corroídos por la envidia). Porque cierto que no soy ningún escritor consagrado, ¡qué más quisiera yo!, solo que al menos escribo, tengo alguna obra publicada; él, repito, no sabe ni escribir con corrección una sola línea (no creo que haya leído ni un solo libro valioso en su vida); traten de imaginar por un momento cuál podría ser su calidad como crítico literario...

Pero como resulta que es el psicópata integrado o el narcisista maligno, su palabra va a misa (por cierto, ni que decir que jamás va a misa, pues debe sentirse tan perfecto, tan semidivino, que nada se le habrá perdido en las iglesias, salvo acusar de hipócritas a los que sí van, precisamente él que es un mero hipócrita, un ser que lleva una máscara, toda vez que su vida es una mentira con patas: la representación pública de un falso yo endiosado tras el cual se esconde el monstruo).

Por lo demás, salta a la vista que mis escritos literarios no venían a cuento, cualquiera que sea su calidad literaria. Sin haberme permitido ni siquiera explicarme, justificarme o reivindicarme como escritor, en su furor abusivo y manipulador seguidamente saltó con veladas y absurdas críticas a opiniones mías sobre la crisis actual de la Iglesia, totalmente manipuladas, descontextualizadas y grotescamente deformadas -como es lo propio del nivel de manipulación de estos pérfidos seres-.


A decir verdad, a este perverso miserable, oscuro y tóxico, ni la crisis de fe en la Iglesia le preocupa lo más mínimo, desde su total indiferencia religiosa, desde la superficialidad de su falso yo endiosado de cartón piedra, ni tiene lo que se dice pajolera idea del asunto. Pero como de lo que se trata es de intentar herir, desacreditar, lastimar, humillar, empequeñecer a la víctima para engrandecerse el trastornado, llevado de su delirio se grandeza...

Sin darme tiempo a replicarle con argumentos, pasó a decirme que yo estaba loco y que él estaba dispuesto a pagarme terapia con un psicólogo. Otra típica tecnología de los psicópatas integrados y narcisistas malignos: acusar a sus víctimas de estar locas como forma de estigmatizarlas, anularlas, infravalorarlas y desacreditarlas ante la opinión y mirada de los demás, porque si alguien es considerado loco, en buena lógica sus juicios y opiniones tienden a desacreditarse y...


No sé cómo pude pero el caso es que le dije de su trastorno (menté las palabras "mágicas" psicópata y narcisista), y le recordé que la violencia psicológica no solo es una canallada desde una perspectiva humana y moral sino que, en la práctica totalidad de los ordenamientos jurídicos de las sociedades modernas, constituye un delito, punible en ocasiones con penas de cárcel.


Como ya sin duda ha supuesto el amable lector, de nada sirvió mi estrategia: cometen en verdad delito, jurídicamente hablando, al perpetrar violencia psicológica contra las víctimas inocentes, pero les da igual: ni remordimiento alguno ni autoasunción de la culpa ni conciencia de pecado o de culpa ni conciencia moral ni empatía que merezca tal nombre. Como si estos seres, que se reivindican como semidioses que desprecian y humillan a todo el mundo, se sientieran por encima de las normas que sí vigen para el resto de los mortales.


Recuerdo que esbozaba sonrisas malignas, muy psicopáticas: su mirada es indubitablemente de psicópata, o de narcisista perverso, lo tengo ya más que visto (incluso su caminar; toda la gestualidad de su cuerpo es la propia de los psicópatas o narcisistas malignos), con lo cual pretender pasar por alto que lo es no es ya una cuestión de ignorancia sino de mala fe. Y en fin: era como si la verdad le importara un comino.


Como si la verdad le importara un pimiento, toda vez que de lo que se trata es de desestabilizar a las presas o víctimas: humillarlas a toca costa y en todo momento para extraer de esa humillación-cosificación el combustible con que saciar el insaciable hambre de su falso yo endiosado.


¡Empequeñecen al empático, extraviados en su pavoroso vacío existencial y en sus delirios de grandeza, para tratar de engrandecerse ellos narcisitas o psicópatas!



A mí, Mengano, ya no me engañas: te he desenmascarado en tu monstruosidad malvada y perversa. Por ello sé que la verdad, en efecto, te importa un comino; mejor, no solo es que no te importa, es que te molesta. Porque vives instalado en la mentira de tu falso yo endiosado, en la mentira de tus delirios de grandeza (tras de los cuales, como bien se sabe, queda sepultada una muy baja autoestima y un espantoso complejo de inferioridad).

(Abusadores: incapaces de amar genuinamente a nadie, son tan dañinos y perversos que a menudo acaban enemistando a las víctimas inocentes del amor de sus seres queridos, haciendo creer a estos -a los que odian realmente, pues estos seres tan trastornados como despiadados no aman a nadie- que solo ellos son dignos de su amor, y nos las víctimas.

Además, si no fuera por todo lo que intimidan, amenazan, ofenden, insultan, humillan, hostigan, uno acabaría, sin pestañear ni un segundo, pasando olímpicamente de ellos, sin mayor miramiento, pues sus argumentos suelen ser de risa por lo absurdos e infundados, más simples que el mecanismo de un muñeco.)

Siguió el nota sacando temas que no venían a cuento (extrapolando y descontextualizando hechos del pasado que nada importaban al presente: otra de las tecnologías de la manipulación y la agresión preferidas por estos malvados), sobre los que intentaba verter su profunda ignorancia, tan propia, por lo demás, de estos superficiales y muy narcisistas seres.Y en todo intentaba pontificar, más papista que el papa, con argumentos irrisorios e infundados.


Por mi parte solo intentaba reconducir la frustrante conversación imposible al núcleo de la verdad: a su maltrato psicológico. Todo inútil, porque eso es justamente lo nuclear que niegan: la violencia psicológica que su descomunal trastorno mental les lleva a perpetrar contra los demás.



En definitiva: una experiencia como esta pone de manifiesto lo que son estos seres: mentirosos, manipuladores, delirantes (delirios de grandeza), cínicos, dañinos, desvergonzados, cerrados a la empatía emocional y a todo sentimiento de culpa, cerrados a la razón y a la verdad, saturados de odio, envidia patológica y resentimiento.

Estoy seguro de que en su extravío y delirio se sentirá triunfador. Pensará que me derrotó, en ese aborto de diálogo, "casi sin despeinarse". Desgraciado (en el sentido etimológico y a la vez teológico: sin gracia, sin la gracia santificante del Espíritu de Dios). Y a más de uno y de dos estará contándoles, en su campaña de difamación contra mí, que en efecto, en un quítame allá esas pajas, se deshizo "dialécticamente" de mí. Que se deshizo de un loco, de un desquiciado, de un perturbado necio y malvado, ruin y egoísta.

Este sujeto no tiene ni la FP acabada; yo tengo una licenciatura y dos carreras más casi acabadas, soy profesor en Secundaria, he publicado 7 libros, cientos de artículos, mantengo un blog (con casi 1.000 entradas salidas de mi avellanado cerebro en un período de 7 años), soy militante de no sé cuántas causas perdidas... Indignísimo discípulo de Cristo, empero soy de misa, comunión y rosario diarios...

A ver, me explico. Para ser buena persona claro que no hace falta tener estudios casi que de ninguna clase, pues todos conocemos a personas con dos doctorados que son animalitos con ropa, y a la vez conocemos a personas sin estudios que son almas de Dios (por poner un solo ejemplo, san Francisco de Asís, que era un poco "mula" en cuanto a sus estudios). Igualmente, cumplir como fiel católico no garantiza la bondad, la honestidad y el sentido de la justicia. Ni garantiza la salvación del alma (ardua tarea del día a día). De suerte que ya lo advertía nada menos que san Juan Crisóstomo, doctor de la Iglesia: "El camino que conduce hacia el infierno está empedrado con los cráneos de muchos obispos."

Lo que sucede es que me permito tales confidencias para subrayar el concepto básico de la envida enfermiza o patológica como móvil del psicópata y el narcisista maligno. Y para significar que en efecto, al pan pan y al vino vino: no se puede ser narcisista maligno o psicópata integrado y ser a la vez buena persona. No se puede.


Esto es, ojo al dato: monos voladores que adoráis o rendís pleitesía a estos funestos seres, ¡no se puede ser buena persona, honesta y leal, generosa y de recta intención, si se es psicópata integrado o narcisita maligno! Pretender tal cosa es como buscar la cuadratura del círculo.



En fin, comoquiera que sea, según mi psicópata yo soy el malo (el chivo expiatorio, el victimario al que hay que eliminar, extirpar, aborrecer...); él es la víctima y es un dechado de virtudes (¡él en persona, que ni siquiera tiene empatía ni conciencia moral ni remordimiento ni sentimiento de culpa!). Por lo cual debe ser por lo que nunca pide perdón. Infalible en todo, nunca reconoce fallo alguno ni fisura de ninguna clase en lo que lleva a cabo. Nunca; la culpa siempre es de los otros.

Claro: como que si reconociera que se equivoca y peca, como nos equivocamos y pecamos todos (es decir, las personas normales de carne y hueso, los empáticos), ya no sería tan perfecto. Y hasta se le caería esa máscara que lo presenta ante la sociedad como el mejor de los caballeros posibles, de encanto y honestidad irresistibles.


Ahora reconozco a la legua que en estos sujetos ultramalignos uno de los móviles causantes de su modus vivendi y su modus operandi es la envida patológica. Pero mira que duele, y cómo duele, su capacidad de hacer daño, su capacidad de manipular, abusar, herir, intoxicar, mentir, engañar, injuriar, acosar, infravalorar, lastimar, cosificar...



Entonces así las cosas -acabo-, a menudo me pregunto si se consigue algo con confrontarlos, y luego denunciarlos y que desde las instancias pertinentes un equipo de especialistas les haga un informe desde el cual al menos se les lea la cartilla. Esto es: "Mire, Fulanito, según el examen pericial que le hemos realizado, usted canta clarísimo como psicópata, o como narcisista maligno". Que al menos se les diga en toda su cara dura lo que son, contra su maldita altivez, desde la competencia pertinente del equipo de especialistas de turno.


Lo anterior realizado -si es que se pudiera o fuera conveniente realizarlo, que igual no-, siempre desde este consejo del ya octogenario, camino de nonagenario, Robert Hare, viejo profesor e investigador canadiense considerado el mejor experto en psicópatas del mundo: "Si descubres un psicópata en tu vida, no te lo pienses dos veces, ¡corre!"



6 de julio, 2020. Luis Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, bloguero, escritor, militante social.

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